- Se asegura la creación de unidades de Atención y de Investigación para la atención de estos casos.
Por: Redacción/
Luego de un largo periodo de trabajo, el Pleno del Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) aprobó el Protocolo para prevenir y erradicar la discriminación, la violencia contra las mujeres, el acoso y el hostigamiento sexual en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, norma fundamental que, tras una larga discusión colectiva, busca articular una decidida política institucional para combatir y terminar con esta problemática que padecen todos los ámbitos del país, sin quedar exentos los centros educativos de todos los niveles.
El Protocolo da respuesta a la demanda histórica de la comunidad universitaria para la atención de los casos de violencia en nuestra institución, pero también responde a los principios de la Ley de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en términos de construir estrategias para el cambio de las conductas violentas en contra de las mujeres y poder brindar a la comunidad universitaria un ambiente libre de violencia, que sea producto de una cultura de la paz.
Tras esta aprobación, la Maestra Karla Montalvo, Secretaria Técnica de la Comisión de Mediación y Conciliación del Consejo Universitario, destacó la importancia de este instrumento para la UACM, pues es la primera vez que hay un procedimiento de este tipo, que pasa por el Pleno del Consejo Universitario. Hubo intentos desde la Oficina del Abogado General (OAG), en 2013, y luego vía la Comisión de Mediación y Conciliación entre 2014 y 2016, pero pasaron tres años y medio sin ningún tipo de procedimiento. Entonces no se podía atender de manera completa, integral e institucional a las personas que sufrían algún tipo de violencia en la universidad.
Ahora se concreta esta normativa en el Pleno del Consejo Universitario. Eso le da mayor fuerza, debido a que ya no dependerá de la voluntad de persona o instancia alguna.
Históricamente, la Universidad no contaba con normas de convivencia, procedimientos o protocolos, y eso hacía que las relaciones entre las personas integrantes de la comunidad se volvieran cada vez más problemáticas. A partir de la aprobación de este Protocolo, no habrá lugar para decir a nadie “vaya al Ministerio Público” o “es tu problema”; ya hay un procedimiento institucional para responder. A la larga, esto se traducirá en mejores relaciones entre las personas de la comunidad universitaria, para que puedan –de manera libre y eficaz– cumplir con su trabajo y estudiar.
El Protocolo contempla acciones no sólo de respuesta ante un acto violento, sino también de prevención. Esto pasa por un proceso de reeducación; por repensar las relaciones entre las personas, por hacer consciencia acerca de cómo se ejerce violencia. Es necesario, además, comprender la dimensión social de la universidad como espacio para reflexionar, para identificar y erradicar las violencias que están normalizadas, y así promover una transformación profunda en la manera en que nos conducimos como sociedad.
El protocolo brinda a las víctimas todas las posibilidades de acción, incluso las legales, pero teniendo en cuenta siempre su opinión y respetando sus decisiones. La persona afectada puede acudir a la Unidad de Atención y presentar su queja. Ahí recibirá orientación acerca del tipo de violencia que haya sufrido, pues no siempre se es consciente a cabalidad de las características e implicaciones de los actos violentos. La persona recibirá orientación e información sobre todas las opciones con las que cuente, para que pueda tomar decisiones informadas.
Además de ofrecer contención inmediata, si la posible víctima se encuentra severamente afectada, la Unidad de Atención contará con personal que ayude a procesar mejor lo que está viviendo, y la canalizará a las instituciones con las cuales la universidad tiene convenios, a fin de que le brinden el apoyo terapéutico y legal que corresponda.
La Unidad de Investigación de la Defensoría de los Derechos Universitarios se encargará de investigar cada caso de manera profesional y objetiva, y entregará los resultados al Consejo de Justicia o la Oficina del Abogado General: si quienes cometen la falta son trabajadores y la falta amerita despido, será la Oficina del Abogado General la que proceda; si son estudiantes o la falta no amerita el despido, se irán al Consejo de Justicia. Ahí se procederá a deliberar, a plantear las posibles sanciones y la posible reparación integral del daño, que incluya medidas importantes y significativas para la víctima, así como la aplicación de medidas institucionales para que no se repitan las faltas.
Una de las innovaciones del Protocolo es que la atención de estos casos no dependa de si sucedieron o no al interior de la universidad, tomando en cuenta que hay agresiones que ocurren en otros ámbitos de convivencia universitaria: redes sociales, reuniones y demás. Estos casos se atenderán, siempre y cuando se encuentren involucrada alguna persona de la UACM.
La no prescripción está contemplada en el ámbito de actuación del Protocolo. Si una falta se considera muy grave, no importa el tiempo que haya transcurrido: la persona afectada puede presentar la queja de manera no inmediata, pues se entiende que su voluntad de recibir ayuda puede verse inhibida por el temor a sufrir represalias.
El Protocolo acepta que haya quejas de personas externas que hayan sido violentadas por personas de la comunidad universitaria, pero también permite que, si una persona de la comunidad está siendo violentada por alguien externo, puede presentar una queja. En estos casos es posible aplicar medidas de prevención, para que la persona pueda seguir yendo a estudiar o a trabajar sin correr peligro dentro de la universidad.
Se realizó un trabajo muy minucioso para determinar con toda claridad lo que le corresponde a cada instancia en cuanto a la prevención y derivación de los casos, a fin evitar la discrecionalidad en la aplicación de este instrumento normativo.
En fecha próxima, el Consejo Universitario aprobará la estructura de la Unidad de Atención de la Defensoría de los Derechos Universitarios; enseguida viene la etapa de capacitación, impartición de cursos y talleres, y demás actividades para que la comunidad conozca a plenitud este Protocolo, incluyendo la revisión de los planes y programas de estudio con perspectiva de género.
Esto permitirá concretar en la vida cotidiana institucional el largo proceso que dio lugar a este protocolo, para la construcción del cual se tomaron en cuenta las observaciones y sugerencias de la comunidad universitaria a lo largo de más de 18 meses de trabajo y numerosas sesiones de trabajo colaborativo.
“Esta última parte, donde estuvimos presentando el Protocolo y escuchando a la comunidad universitaria, fue un periodo muy importante de reflexión, en el que se hicieron propuestas concretas, comentarios generales que llevaron a una modificación del documento general”, enfatizó la secretaria técnica de la Comisión de Mediación y Conciliación del VI CU. “El Protocolo de la UACM se construyó en colectivo, con una gran cantidad y pluralidad de voces: estudiantes, médicos de los planteles, personal docente, personas del sector administrativo; todas estas personas nos hicieron llegar sus valiosas opiniones y recomendaciones. Esto fortalece el Protocolo; el Consejo Universitario escuchó y atendió muchas voces y esto, sin duda, lo enriqueció.”
Por su parte, la Dra. Tania Rodríguez Mora, rectora de la UACM, señaló que la aprobación del Protocolo es un paso importantísimo para la institución, en varios niveles: primero, porque remonta una deuda histórica con las mujeres que han sufrido distintos tipos de violencia y con casos que la universidad no pudo atender como es debido, en los cuales mucho del seguimiento y del acompañamiento de las personas fue por iniciativas de distintos grupos de la comunidad, pero acerca de los cuales la institución muchas veces se fue omisa, incluidos los graves casos de feminicidio.
En este sentido, destacó la disposición de la comunidad y del máximo órgano de gobierno por ponerse al día en términos de las mejores prácticas y de las mejores reglas para vivir en comunidad. “Arrancamos con la aprobación de las Normas de Convivencia, y damos un paso enorme con la aprobación de este Protocolo”.
“Por el momento histórico en el que estamos como sociedad, donde la reivindicación de la erradicación de la violencia contra las mujeres es tan sentida y causa de tantas movilizaciones a nivel social, esta es una respuesta imprescindible y, como institución de educación superior, es un estupendo signo de salud comunitaria”, añadió.
En otras universidades y otras instancias, resaltó, los protocolos han sido resultado de movilizaciones y protestas muy airadas por parte de las comunidades estudiantiles. En este caso, hay un órgano de gobierno –el VI Consejo Universitario– que ha dado un paso con enorme sensibilidad para atender el tema.
Este Protocolo es de avanzada, señaló, en términos de la cantidad de garantías que otorga para la no repetición y para la reparación del daño, que está muy apegado a los mejores protocolos nacionales e internacionales, porque muchas de estas consideraciones derivan de acuerdos internacionales y de prácticas que el movimiento feminista internacional ha puesto sobre la mesa. Su puesta en marcha nos pone en una posición institucional de garantías a los derechos, como debe ser el modelo propio de la UACM.
Como cabeza de la institución, la Dra. Rodríguez Mora subrayó la responsabilidad que implica echarlo a andar. “Desde la Rectoría tenemos una enorme cantidad de tareas por delante: desde garantizar los presupuestos y la organización administrativa para que esto se pueda cumplir, hasta la implementación de todas las campañas de difusión y sensibilización para prevenir y erradicar las conductas materia de este Protocolo, obligaciones que acataremos, en primer lugar, todas las autoridades universitarias.”
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