Por: Redacción/
Los desarrollos tecnológicos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) son el resultado de estudios realizados por profesores-investigadores que aportan el activo intelectual necesario para que la industria mejore sus procesos de producción, dotándolos de un valor agregado, sostuvo el doctor Enrique A. Medellín Cabrera, director de Innovación de la Coordinación General para el Fortalecimiento Académico y Vinculación de la Rectoría General de la institución.
En entrevista por UAM Radio refirió que la Casa abierta al tiempo ha sumado desde 1984 –año en el que inició con este tipo de actividades– un total de 162 patentes otorgadas o en proceso de ser otorgadas según datos proporcionados por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), de los cuales 75 son patentes que aún se encuentran vigentes, las cuales tienen una duración de 20 años, “tras ese periodo las invenciones pasan a ser de dominio público”.
En términos de patentes otorgadas, la UAM ocupa el cuarto lugar nacional entre las instituciones públicas y privadas de educación superior, detrás de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey y el Instituto Politécnico Nacional, y el sexto en cuanto al número de solicitudes presentadas.
En esta casa de estudios esta labor se ha centrado mayoritariamente en la protección de inventos que derivan de proyectos de desarrollo tecnológico y abarca patentes, modelos, diseños industriales y signos distintivos, entre otras figuras.
“Dentro de la universidad se apoya en todo el proceso de protección, desde el momento en que el resultado de un proyecto de investigación y desarrollo es identificado como novedoso, y comúnmente son los profesores quienes se acercan a solicitar orientación u apoyo”, comentó.
El primer paso consiste en elaborar un documento de revelación de la invención, en el que se describen cómo llegaron a ella, sus antecedentes, cómo fueron financiados, en qué consistió la experimentación y en qué se fundamenta el hallazgo. Ese documento se resguarda como testimonio “y con eso podemos demostrar cómo se hizo el descubrimiento en caso de existir algún juicio en el futuro ante los organismos correspondientes y de esta forma ayudamos a legitimarlo o certificarlo”.
Medellín Cabrera mencionó que después se somete a un análisis de patentabilidad, un proceso de revisión acerca del cumplimiento de los requisitos legales, “corroborando que sea novedoso, que tenga aplicación industrial y que cuente con actividad inventiva, además se evalúan aspectos económicos y de mercado y una vez aprobado se elabora la solicitud de patente y se tramita ante el IMPI a través de la oficina del abogado general”.
“Los desarrollos tecnológicos todavía deben trabajarse antes de que una empresa los llegue a utilizar o a explotar comercialmente. El patentamiento forma parte de un proceso que soporta las actividades de investigación, desarrollo e innovación”, puntualizó.
En la UAM es el área biotecnológica la que más ha patentado en la institución, pero también “se han hecho patentes en materia de tratamientos post cosechas de hortalizas y se han protegido invenciones que descubren usos alternos de un material, entre ellos algunos medicamentos o el amaranto, entre otras muchas aplicaciones”.
Todas son invenciones que deben reportarse lo más pronto posible y, más aún, “si se difunde al público un nuevo desarrollo tecnológico, ya sea en radio, en el Semanario de la UAM o por medio de una charla o conferencia”.
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