Por: Redacción
Gerardo Noriega Altamirano, profesor – investigador de la Universidad Autónoma Chapingo consideró que el Secretario de Agricultura, José Calzada Rovirosa, tiene una visión equivocada, pues antes de pensar en diversificar sobre qué países pueden ser nuestros proveedores de maíz y otros alimentos, primero debe construir una política nacional que le apueste a la producción nacional alimentaria.
Para esta política nacional de producción alimentaria, el investigador de Chapingo propuso cuatro puntos:
“Primero una política de Estado; dos, generar opciones de empleo en el campo con la producción de este grano deficitario que traemos como lo es elmaíz; tres, producir insumos nacionales entre ellos las semillas, los fertilizantes, los plaguicidas; cuatro, contar con una política de precios atractivos para el productor además de una política de créditos para que los productores organizados comiencen a ver este asunto del maíz como algo promisorio”.
Desde su punto de vista, México tiene suficiente terreno para la producción de grano. En el Altiplano entre lo que es Querétaro, Michoacán, estado de México, Puebla y Morelos, existen alrededor de un millón y medio de hectáreas que tienen las condiciones para la producción de maíz
Asimismo, si nos vamos a las zonas tropicales en la parte de la planicie del Pacífico o del Atlántico, agregó, tenemos suficiente superficie para que México entre en un proceso paulatino, de dos a tres años, de producción de 10 millones de toneladas de maíz que hoy representan el déficit nacional.
En entrevista, el profesor – investigador de la Universidad Autónoma Chapingo, señaló que la pérdida de la fertilidad de los suelos obliga a la búsqueda de alternativas para restaurar y mantener la fertilidad y productividad.
El suelo debe comenzar a ser visto como un recurso natural estratégico para la producción de alimentos, la conservación de la biología del suelo, la captura de carbono; ello exige el desarrollo de una política pública nacional para restaurar y conservar la fertilidad y la productividad, con prácticas agrícolas donde destaca la producción orgánica a fin de lograr un equilibrio entre la producción de alimentos y el incremento demográfico nacional.
En México 139,997,632 hectáreas, equivalentes al 70% de los suelos mexicanos se encuentran en niveles de muy bajos a medios de materia orgánica; 62,150,189 hectáreas, 31% del territorio mexicano son suelos degradados por la acidificación;146,798,064 hectáreas, que es el 73% de los suelos nacionales no poseen capacidad de intercambio catiónico suficiente, lo que explica la poca eficiencia de la absorción de los fertilizantes de síntesis química.
Gerardo Noriega Altamirano, especialista del área de Agronomía, afirmó que el reto en la agricultura nacional es producir alimentos de alta calidad, ofrecer a la mesa productos vegetales frescos y crudos para alcanzar una dieta más saludable, pero ello requiere suelos con altos niveles de fertilidad.
Para ello, mencionó que las prácticas sustentables que comprenden la propuesta tecnológica que se viene desarrollando en la Universidad Autónoma Chapingo, puede atender la nutrición de los cultivos, restaurar los ciclos biogeoquímicos, mantener la productividad del suelo y fomentar la producción agropecuaria para una alimentación sana.
La ecointensificación agrícola, dijo, es una contribución a la solución de la problemática y de las repercusiones de la sustentabilidad ambiental y productiva.
En ella se incluye, enumeró:1.- Rescate del conocimiento campesino combinado con las aportaciones de la sociedad del conocimiento; 2.- diagnóstico de la fertilidad del suelo; 3.- aprovechamiento intensivo del potencial genético de las especies nativas de México; 4.- remineralización del suelo; 5.- restauración de la materia orgánica del suelo; 6.- restauración de la biología del suelo; 7.- manejo adecuado y suplementario de fertilizantes químicos; 8.- complementación nutrimental con fertilizantes foliares; 9.- manejo de malezas; 10.- manejo de plagas y enfermedades; 11.- prácticas de conservación de suelo y agua; 12.- uso de energía de baja frecuencia.
Este proceso de restauración de la fertilidad del suelo conduce a la producción de alimentos de alta calidad, necesarios para una buena nutrición, destacó.
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