Por: Redacción/
Ante la angustia o pánico colectivo devenido del reciente terremoto que experimentó la Ciudad de México conviene reforzar los vínculos de afecto grupales con la finalidad de fomentar la responsabilidad ética colectiva y, al mismo tiempo, promover el orden social, señaló la doctora Lluvia Marcela Cruz Gutiérrez, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En entrevista, la académica del Departamento de Educación y Comunicación de la Unidad Xochimilco explicó que desde la psicología de las masas podría considerarse que algunas debilidades o dificultades estructurales emocionales son reveladas por las personas luego de contingencias como la ocurrida el pasado 19 de septiembre, aunque también sucede a partir de acontecimientos nimios o no tan dramáticos.
Lo anterior se presenta debido a “la dificultad que tiene el individuo de interiorizar la figura de autoridad que organice su propia conciencia moral, y como en esos momentos se rompe la comunicación con el jefe y su liderazgo, esto conlleva a la incapacidad de preocuparse por los demás. Si bien observamos valiosas acciones de solidaridad y generoso servicio, en realidad algunos pueden sentirse omnipotentes o autosuficientes ante el desamparo de la autoridad”.
Esas fallas estructurales complican la creación de vínculos afectivos y esa ruptura del tejido social, en algunos, es una de las principales consecuencias de una situación de contingencia como la vivida en el país. “Al quedar eliminado el objeto amado o la persona a la cual dirigir afecto se produce una descomposición emocional interna, dando paso a un estado paradójico de angustia pánica”.
Por un lado hay personas deseosas de ayudar en el desastre, pero la vivencia de otros se manifiesta en la incapacidad de establecer lazos afectivos. Es una tendencia a no reconocer autoridades, lo cual sólo muestra lo endeble o frágil que es sostener el amor hacia los otros.
Por ello, “el afecto no encuentra destinario y se muda en angustia y ansiedad, que afecta el enjuiciamiento psíquico tanto de la realidad interna como externa, incrementándose, por ejemplo, los temores, la desconfianza o la inseguridad”, subrayó.
Dicho proceso inconsciente explica las acciones positivas y negativas que la sociedad ha demostrado en los días subsiguientes al sismo, tales como la rapiña o en su contraparte la repartición masiva de víveres a los damnificados. “A quienes no lograron interiorizar una conciencia moral se les complica desarrollar una responsabilidad ética con el resto, por el contrario otros intentan sacar provecho de la situación”.
Esto se debe a una incapacidad que de acuerdo a Sigmund Freud se traduce en una angustia pánica. “En ocasiones la gente deja de escuchar indicaciones o directrices, ya que el pánico complica o impide la organización personal o grupal y se presenta una sensación de desamparo. En general, se observa un incremento del enojo o de los resentimientos, obstaculizando el diálogo, los acuerdos y la consecución de objetivos y tareas”, mencionó.
De acuerdo con la doctora Cruz Gutiérrez, en la dimensión grupal, más allá de los esfuerzos de las instancias gubernamentales, civiles o de empresas, en algunas personas puede existir un proceso interno angustioso, culposo o de escisión del yo, en que se pierde con mayor facilidad la coordinación grupal y la capacidad de elaboración de duelos, que aunado a las dificultades materiales complejiza el escenario.
Asociado a esa situación de indefensión se puede promover en otros individuos una defensa psíquica de pensamiento de omnipotencia, quienes sienten la necesidad de hacer una gran obra o labor. La egida de la idealización irrealizable, somete al yo a sentimientos de devaluación y melancolía, incluso en fijación de una posición de dependencia infantilizada frente a la idealización. Muchas veces expresado en indiferencia, parasitismo e inmovilidad mental o yoica.
“Hay una idealización desde una posición infantil de los liderazgos, las autoridades, la familia o los dirigentes de la comunidad. Por el contrario, lo ideal es organizarse, tomar iniciativa o proponer alternativas como grupo con responsabilidad ética, ir en búsqueda de una opción, informarse y evaluar las posibilidades del momento e incluso desarrollar los procesos que respondan a las necesidades o resuelvan problemáticas”.
La académica recomendó hablar en conjunto de las necesidades y comunicarlo, evitar la depresión o la inmovilización, pues sólo generará mayores problemáticas. “La intención masiva de colaborar puede eliminarse cuando se cae en pánico colectivo, ya que se pierde la escucha de la autoridad y de los otros, simplemente no hay orden”, sostuvo.
La internalización de la conciencia moral es un proceso que se desarrolla con la organización psicosexual desde la infancia. Por ello una vez más es pertinente “ocuparnos del esclarecimiento psicosexual con los niños, la orientación y la formación de parentalidades mediante acciones de significación libidinal, enjuiciamiento psíquico e identificación a través de vínculos con densidad afectiva y capacidad para asumir las responsabilidades de crianza”.
Esto es una gran urgencia para atender y tiene repercusiones insospechadas, debido a que se trata de una tarea impostergable que debe vencer la indiferencia y la idea de que se sabe todo al respecto, ya que la realidad es que no es así.
De manera contraproducente algunos utilizan el caos para exhibir la ayuda que otorgan, por lo que para minimizar esos efectos y contribuir a solventar la desgracia funciona hablar de la experiencia propia, así como “conocer otras opiniones ayuda a pensar mejor, en ese sentido es pertinente no evitar los sentimientos y ligarlos a la propia historia personal que da significación a la conciencia y enjuiciamiento de las experiencias. La ayuda profesional es igualmente una alternativa para recuperar los lazos emocionales”.
“La tristeza en algunos promueve una culpabilidad al ver las noticias de fallecidos, en la gran mayoría de los casos se asocia a procesos muy profundos y personales que deben ser atendidos con un proceso psicoterapéutico o psicológico, de otra forma se corre el riesgo de estancarse en un duelo patológico que impide al individuo vivir con satisfacción, creatividad y responsabilidad ética”, finalizó.
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