Por: María Manuela de la Rosa Aguilar.
No obstante que, sin duda, la cultura política y la participación ciudadana en el mundo ha ido creciendo, también lo ha hecho la decepción que han generado los partidos políticos, lo mismo los de izquierda que los de derecha y los que se dicen moderados, aunque más bien híbridos; pero todos ellos decepcionando una vez que llegan al poder, porque la corrupción y las promesas incumplidas parecen ser la constante en todo el mundo.
Y la población poco a poco se va quedando sin opciones viables, que llevan a una indefinición que a corto y mediano plazo genera una gran incertidumbre social y descontento. Hoy día las protestas por infinidad de motivos son parte del paisaje urbano, las vías institucionales pierden su eficacia, pues medidas unilaterales por decreto afectan la estabilidad social, como por ejemplo el aumento de impuestos, la supresión de derechos laborales, los servicios gratuitos, las pensiones, incluso los relativos a la propiedad privada.
Y un factor que ha acentuado la frágil situación social es el incremento inucitado de la inmigración, sobre todo en los paises europeos y en Norteamérica, sobre todo en México y Estados Unidos. Pero ya toda Europa ha cambiado su aspecto poblacional y las consecuencias ya son evidentes, con la seguridad pública alterada y la introducción de un nuevo pensamiento que se contrapone a Occidente, porque los migrantes de Medio Oriente y África no se han integrado a la cultura europea y menos a sus costumbres. Los últimos hechos de violencia en Francia no han sido provocados por la población nativa, sino por grupos musulmanes radicales. Y cuidado, ya constituyen más del 10% de la población, que no sólo es sostenida con recursos del Estado, sino que ya está afectando el estado de bienestar, un logro de la sociedad que ha mermado.
Los gobiernos democráticamente elegidos no están cumpliendo con las expectativas de los ciudadanos, porque su objetivo no es hacer gobierno yadministrar buscando el bien general, sino simplemente llegar al poder y cumplir con los compromisos adquiridos con quienes financiaron sus campañas, y en el peor de los casos, sólo por obtener el poder y perpetuarse en él. Ejemplo claro lo tenemos con los regímenes totalitarios, muchos de los cuales lograron llegar mediante el voto popular, ahí está Nicaragua, Perú, Argentina, Brasil, incluso México, con gobiernos populistas que llegaron por elección de una mayoría y han tratado de perpetuarse a través de cambios constitucionales y deterioro de las instituciones.
Vemos asimismo en otros países, como España, Holanda, Polonia, Hungría, Rumania y Bulgaria, entre otros, donde la corrupción ha marcado sus gobiernos; o el narcotráfico, que en muchos lugares ha logrado infiltrarse en la clase política por lo que algunos países han sido considerados narco-estados como Colombia, Guinea Bissau, Kósovo, Afganistán y hasta México.
La poca fiabilidad que los políticos y los partidos han demostrado ante sus electores ha traído como consecuencia una gran indefinición ante las pocas o nulas opciones que le han dejado a los ciudadanos. Por eso no es raro que en este 2023 en varios países se han tenido que ir a una segunda vuelta para elegir, ya sea parlamentos, congresos e incluso en elecciones presidenciales, debido a que no se ha alcanzado la mayoría absoluta; por ejemplo, en la República Checa el 28 de enero; en Túnez el 29 de enero; en Chipre el 12 de febrero; en Montenegro el 2 de abril; en Mauritania el 27 de mayo; en Grecia el 25 de junio y en Turquía en 28 de mayo.
Este año hay elecciones en varios países, en Pakistán a finales de año; en Ecuador el 20 de agosto y tal vez por eso acaban de asesinar en un acto público a uno de los alcaldes más populares; en Argentina en octubre; y en Perú es posible que el próximo año se convoque a elecciones, en donde la presidenta Dina Boluarte se ha dedicado a reprimir protestas en las calles a favor del presidente Pedro Castillo que intentó un autogolpe de Estado en diciembre pasado. Aunque, cabe decir, se rumora, sin evidencias, que dichas protestas están siendo financiadas por alguno de sus aliados en Argentina, Colombia, Bolivia, México y
Venezuela.
México actualmente vive una gran actividad política debido al proceso para la selección de candidatos, en donde el partido oficial de Morena ha emprendido su propia contienda para designar al candidato que muy probablemente sucederá al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha encontrado su Mnémesis en la senadora opositora Xóchitl Gálvez, de raíces genuinamente populares, al contrario de los aspirante morenistas, quien no sólo ha sabido cómo hacer titubear al popular presidente de México, sino que lo está llevando por la ruta judicial; primero al ganar un juicio para que se le dé derecho de réplica en su confrontación con el presidente y recientemente al declarar que López Obrador debe ser sancionado e inscrito en el registro de personas responsables de violencia política contra las mujeres por razón de género. Sin duda un nuevo frente que abre no sin razón y que posiblemente le reditúa mayor aprobación a la senadora.
Por otra parte, líderes de partidos políticos progresistas de América Latina y el Caribe (COPPPAL) hicieron un llamado urgente al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, a la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA y al representante de los DDHH de la Unión Europea, para que investiguen la persecución política de gobierno del presidente AMLO contra los partidos y políticos de la oposición, los medios de comunicación, los poderes Legislativo y Judicial, los organismos autónomos del Estado y organizaciones no gubernamentales.
México actualmente se encuentra en un momento definitorio para la contienda presidencial del 2024, en medio no sólo de una gran crisis de gobernabilidad debido a la inseguridad y el evidente dominio de los poderosos grupos de la delincuencia organizada, que no sólo se dedican al jugoso negocio de las drogas, sino al secuestro, al cobro de derecho de piso, trata de personas, piratería, robo de combustible, etc., convirtiéndose ya en grandes empresas de la industria del crimen, con influencia transnacional, por lo que este gobierno más que ningún otro ha enfrentado el imposible reto de lograr la paz, que cada día se vislumbra más inalcanzable; y la esperanza de una solución, más no de un cambio, es posiblemente el motor que mueve a la sociedad a participar con su voto.
Pero la incertidumbre no sólo la vive México, en España la derecha ha ganado las elecciones, aunque sin una mayoría que asegure el cambio de gobierno, por lo que en el mejor caso, habrá que esperar a las negociaciones entre los partidos, para evitar una segunda vuelta, por lo que la península española estará a la espera de lo que resulte del diálogo entre partidos. La incertidumbre marcará esta etapa, la cual podría acarrear no sólo una crisis política y de gobierno, sino consecuencias en los mercados y la economía. Un problema más a los que ya vive España por las continuas denuncias de corrupción del actual gobierno. Que sin embargo no han sido suficientes para un cambio de rumbo y es que ningún partido goza de la confianza de la mayoría. Y la ironía de todo esto es que en estos momentos el independentismo catalán tendrá un gran peso político y de aquí podría gestarse un nuevo movimiento separatista con nuevos retos para la seguridad interior.
Por otra parte, en Estados Unidos el próximo año habrá elecciones presidenciales, en donde prácticamente hay sólo dos partidos en la contienda, ya que los otros prácticamente no cuentan con suficientes electores, a menos que de repente surja un líder carismático que de esperanza de la mayoría.
El actual gobierno de Joe Biden, no obstante que no se ha tenido un gran liderazgo y ciertamente ha mostrado su debilidad en algunas decisiones, pero sobre todo a nivel personal por su avanzada edad, ha logrado mantener la estabilidad y ganar poco a poco terreno en las decisiones que involucran al Congreso, con una mayoría republicana, sobre todo por la ayuda a Ucrania, pero también con una tenue participación en la toma de decisiones de las Naciones Unidas y la OTAN, siendo la potencia militar por excelencia. Y la diplomacia es la que ha dado la batalla, dejando a un lado las tradicionales muestras del poder militar norteamericano. Y es comprensible, con una economía que ha perdido fuerza y lucha por mantener su hegemonía. Por todo eso y gracias también a la experiencia del presidente, los demócratas al parecer sólo tienen dos o tres opciones y Biden permanece como el favorito.
No así en el Partido Republicano, donde se han anunciado como aspirantes más de una docena, entre legisladores, gobernadores y políticos, muchos con grandes trayectorias y reconocimiento ante la opinión pública, pero sin duda el candidato más atractivo es Donald Trump, aunque no se descarta la posibilidad de que si en el juicio que dará inicio en enero del 2024 salga culpable y sea sentenciado, incluso si se postula y gana, podría hacerlo desde la cárcel, algo sin precedentes en la Historia, aunque si lo comparamos a los mafiosos que mandan desde la cárcel, no puedo dejar de pensar en lo similar de tal situación. ¿Ha donde habremos llegado en este siglo XXI que prometía ser tan civilizado? ¿qué dirían los pensadores del siglo de las luces? Tal vez morirían de estupor.
Y si bien Trump parece ser el favorito, también podría dar la sorpresa la ex gobernadora del Carolina del Sur Nikki Haley, quien también fue embajadora ante la Naciones Unidas y goza de presencia mediática, que es parte de una nueva generación que representaría a un país fundado por migrantes, siendo ella misma hija de migrantes indios con una carrera exitosa. La realización encarnada del sueño americano de estos tiempos.
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