Por: Redacción/

Si se desea ser astronauta algún día en la vida real, la CREW 187 LATAM II es un buen ejercicio para emprender ese sueño, y un primer paso para probarse a sí mismo en habilidades y vocación.

La Mars Society, organización estadounidense sin fines de lucro que promueve la exploración espacial y cuenta con voluntarios en todo el mundo, creó la Mars Desert Research Station (MDRS), en el desierto de Utah, Estados Unidos. Se trata de un hábitat de simulación para la exploración de Marte.

Tania Robles Hernández, alumna de Ingeniería Mecánica en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, y Danton Iván Bazaldua Morquecho, estudiante de Ingeniería en Telecomunicaciones en la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, fueron dos de los siete tripulantes latinoamericanos (los únicos mexicanos junto con dos peruanos y dos colombianos) que formaron parte de esta misión(MDRS CREW 187 LATAM-II).

Estuvieron en lo que llaman “el hábitat” (un cilindro gigante que sirve de vivienda, oficina y laboratorio) del 13 al 28 de enero pasados, y lograron resistir la prueba, lo que afianza sus vocaciones.

Los alumnos de la Universidad Nacional decidieron correr esta aventura porque quieren ser astronautas. Vivieron la experiencia, antes que científica, de resistencia humana, y concluyeron con éxito.

No salimos de nuestra casa: el planeta Tierra, pero sí estuvimos tan aislados que las redes sociales quedaron tan lejos como la familia y los amigos. El agua y la comida se restringieron a una porción por día. “Se debe imaginar que estamos en Marte, en un lugar solitario y extraño en donde sólo contamos con los demás compañeros de la tripulación”, relataron los universitarios.

“Seguimos un estricto protocolo. Es una experiencia extraña, emocionante, a veces atemorizante. La comunicación fue solamente entre nosotros y a distancia con una torre de control”, recordó Danton.

Encargado de la salud y seguridad entre sus compañeros, Danton medía a diario signos vitales y estaba pendiente de las bitácoras de seguridad. “La verdad subestimé la simulación. Es una prueba de resistencia”, dijo.

Aplicó pruebas psicológicas y probó un dron con cámara con el que hicieron el registro de la estancia, y cuyas imágenes servirán para estudiar patrones de suelo.

Tania Robles fue la encargada de escribir la crónica del viaje y de relatar día a día los acontecimientos, como una periodista. “Queremos incentivar, motivar a otros jóvenes para que se dediquen a la carrera espacial. Sólo me arrepiento de no haber hecho antes este viaje”, subrayó la alumna inclinada por la divulgación.

Sus compañeros de Colombia llevaron trajes espaciales reales, que todos probaron y usaron para salir al exterior de “el hábitat”. También hubo experimentos sobre realidad virtual, percepción remota, monitoreo y divulgación de la ciencia.

Ahora, ambos tienen planes para cuando acaben la carrera, en el transcurso de este año. Danton pretende cursar la maestría en Ciencias Espaciales, y Tania desea trabajar en la industria aeroespacial o hacer un posgrado en astrofísica o ingeniería aeroespacial en el extranjero.

Los dos están relacionados con la Unidad de Alta Tecnología que la FI tiene en el campus Juriquilla, y con el naciente Programa Espacial Universitario de la UNAM. Sin embargo, reconocieron que en el país hay varios esfuerzos aislados que podrían unificarse, entre esta casa de estudios y otras instituciones, hasta lograr un experimento similar en el desierto mexicano.