Por: Redacción/
Alrededor de 20 por ciento de la población padece algún trastorno mental, lo que representa un costo social elevado por contribuir al desempleo, el ausentismo escolar y la baja en la productividad en el trabajo, señaló la doctora María Luisa Rascón Gasca, fundadora de la Asociación Civil Voz Pro Salud Mental.
De acuerdo con cifras del Global Health Estimates, el año pasado 4.2 por ciento de los individuos sufría depresión, mientras 3.6 por ciento manifestaba ansiedad y ambos males discapacitantes afectaban en particular a mujeres, jóvenes y adultos, aunque en los varones hubo repercusiones más graves por causa del estigma asignado a su género, trasladando los síntomas a conductas de alto riesgo.
Las consecuencias económicas son relevantes, debido a que los costos directos e indirectos de la mala salud mental pueden absorber hasta cuatro por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), advirtió Rascón Gasca.
Al impartir la conferencia Panorama de la depresión y la ansiedad en la población joven en la Jornada Pro Salud Mental: Testimonios de vida dio a conocer que quienes padecen dichos malestares mueren a edades tempranas por suicidio y son más pobres que el resto debido a que ocasiona aumento de peso, insomnio o hipersomnia, fatiga, sentimientos de inutilidad, incapacidad de concentrarse y aumento de pensamientos recurrentes de daño o muerte.
En México se calcula que un individuo busca atención en promedio después de 14 años de tener el padecimiento psicológico, lo cual “es lamentable y alarmante porque la ayuda llega tarde, cuando la gente perdió la oportunidad de vivir su juventud. A esto se suma la falta de políticas, programas y recursos públicos destinados a atenderlos”.
En la ponencia Jóvenes universitarios, fantasmas de la ciencia, la maestra Cosette Liliana Cuevas Cerón, psicóloga de la Unidad Cuajimalpa de la UAM, opinó que las nuevas tecnologías incrementan los estados de malestar, porque contribuyen a la falta de tolerancia o al aumento de sensaciones de frustración por la nueva naturaleza de las comunicaciones digitales, es decir, “la modernidad no se interesa por el sujeto, sino por una parte de él”.
El uso recurrente de dispositivos para personas con problemas mentales produce una falsa idea de totalidad, aunque si algo trastoca su vida: la pérdida de un ser querido o la ruptura de una relación para ellos es más complejo tomar decisiones o responsabilizarse de sus acciones, porque ahora las redes sociales guían su quehacer cotidiano.
Víctor Lizama, quien sufre de discapacidad psicosocial, alertó que la sociedad construye barreras a la participación de discapacitados mediante actitudes, prejuicios y estigmas de rechazo, ya que impiden que puedan trabajar o estudiar normalmente.
María del Carmen Alonso compartió con el auditorio su experiencia de sufrir depresión y bipolaridad, así como su posterior seguimiento por medio de terapias en Pro Salud Mental A. C., sitio en el que sufrió algunos brotes psicóticos, falta de apetito y exceso de sueño que disminuyeron con el ejercicio, por lo que se comenzó a especializar en actividades de yoga y meditación.
La inauguración de las charlas efectuadas en la Sala de Consejo Académico estuvo a cargo del doctor Álvaro Peláez Cedrés, secretario de Unidad –que acudió en representación del doctor Rodolfo Pérez Molnar, rector de Unidad– quien manifestó que la institución prestará todo el apoyo necesario, ya que el tratamiento y debate de este tema resulta de gran relevancia.
La actividad fue organizada por la sexta generación de alumnos de la Maestría en Diseño, Información y Comunicación (MADIC) de la Unidad Cuajimalpa de la UAM como parte de las actividades de la UEA Modelación estratégica en comunicación, impartida por el maestro José Alfredo Andrade García.
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