Por: Redacción/

En América Latina, algunos regímenes han actuado de manera errática frente a la crisis por el coronavirus del COVID-19 y reactivado rasgos estructurales –viejos y nuevos racismos y discriminaciones– que se hacen visibles en las sociedades, apuntó la doctora Laura Valladares de la Cruz, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

En Brasil, con un “peligroso y preocupante giro hacia la derecha conservadora, con grandes tintes autoritarios, electos democráticamente”, y Ecuador, cuyo gobierno progresista acarreó la desarticulación del sistema, las secuelas del SARS-CoV2 han sido minimizadas, dijo en el Conversatorio virtual: La construcción del otro en tiempos de pandemia, discriminación, estigma y violencia. Miradas desde la antropología.

Para el conocimiento de lo que ha pasado en la región es indispensable hacer una revisita desde esta disciplina, con el fin de que aporte al reacomodo necesario a raíz de este fenómeno, por lo que “estamos muy interesados en reflexionar –en el marco de la enfermedad– sobre lo que la antropología ha aportado” a la comprensión del racismo, en virtud de que este momento se ha erigido como un parteaguas.

Aun más, porque con seguridad “no seremos los mismos una vez superada” la enfermedad, lo que pone a discusión la reactivación de racismos, antiguos y modernos, como ocurre en Brasil, donde además el presidente, Jair Bolsonaro, se autodefinió como un mesías que no hace milagros, pero tampoco hace algo por su pueblo.

El caso de esa nación sudamericana es complejo y alarmante por la minimización del riesgo sanitario, “que nos lleva a recapacitar sobre qué tipo de Estados tenemos y a preguntarnos si estamos frente a una necropolítica y a personas que pueden ser sacrificables: no importa que mueran, porque no hay de otra”.

Esta situación invita a pensar cómo responder desde las ciencias sociales y a develar los mantos ocultos, que tienen una incidencia muy importante, ponderó la jefa del Departamento de Antropología de la Unidad Iztapalapa de la Casa abierta al tiempo.

Uno de los grandes retos “es especular qué está pasando en nuestras culturas nacionales y locales para que esto ocurra, y mirar a las elites desde la antropología”, además de intentar entender cómo se construyen estos discursos racistas que han llevado al retiro del Estado de bienestar y de políticas sociales, así como a la inseguridad, que se extiende cada vez más por el mundo, en especial en América Latina.

En Ecuador hay una discusión sobre lo que ha pasado, luego del cambio constitucional y el carácter plurinacional con el gobierno de Rafael Correa y el encabezado por Lenín Moreno, porque la pandemia arrastró un caos difícil de entender y terrible de mirar, en especial lo sucedido en Guayaquil y en otras zonas.

Un tema relevante es cómo se están defendiendo otros pueblos para que no llegue el coronavirus a cada lugar y donde “deberíamos centrar la mirada sin esperar una respuesta inmediata de las autoridades”, puntualizó.

En México, un centenar de comunidades indígenas tomó acciones para protegerse y cerró fronteras con Estados Unidos, con la intención de eludir el patógeno y “estas acciones debieran convocarnos a estudiar y repensar desde el ámbito antropológico”, ya que el COVID-19 debe documentarse desde la relación del ser humano con la naturaleza, los recursos humanos y los sistemas políticos, pues la crisis sanitaria tendrá que ver con los imaginarios y la construcción del otro, afirmó la doctora Valladares de la Cruz.

Las primeras reacciones en el país fueron criminalizar un sector y asociar el padecimiento a los ricos, porque salen a viajar, según declaró un gobernador: “‘nosotros no nos tenemos que inquietar’ y así podríamos estar viendo cómo se van cambiando estos imaginarios”.

Mientras unos pueden quedarse a hacer trabajo en casa, otros deben salir a laborar a la Central de Abastos, donde un empleado filmó un video diciendo “a nosotros no nos va a pasar nada, no somos ricos” y ahora tenemos un gran foco de infección en la Alcaldía Iztapalapa, pero el análisis de cómo se crean estas ideas y las consecuencias sociales que están acarreando serán primordiales para la antropología, así que se debe mirar más de cerca y “posicionarnos para saber cómo incidir desde esta disciplina en estos giros hacia la derecha y en estas nuevas intolerancias tan preocupantes”.

Rebeca Igreja, profesora de la Facultad de Derecho en la Universidad de Brasil, mencionó que la pandemia no surge como algo que trastorna la política de Brasil, más bien, “justo nutre este momento y legitima algunas acciones, porque aun antes de la cuarentena ya veníamos enfrentando un escenario bastante grave de las ciencias sociales”.

Bolsonaro tiene vínculos fuertes con la globalización, el neoliberalismo y un individualismo exacerbado, mientras que la desigualdad y el discurso de odio son alimentados por la extrema derecha, declaró Igreja.

El doctor Fernando García Serrano, coordinador del Departamento de Antropología, Historia y Humanidades de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Ecuador, refirió la situación de la ciudadanía, sobre todo los campesinos e indígenas en estos tiempos, ante el desgastado sistema de salud.

“Administraciones, tanto progresistas como de derecha han hecho de la educación y la salud casi lo mismo –aunque suene como una paradoja– y desarticularon un mecanismo que había funcionado, de alguna manera, hasta hace poco y nos encontró en este momento muy crítico, en el que después de un fuerte rebrote de dengue en Guayaquil, murieron diez mil personas en abril, no todas relacionadas con el COVID-19”.

La doctora Cristina Oechmichen Bazan, especialista del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, sostuvo que “esta pandemia nos lleva a reflexionar que no sólo somos seres sociales y culturales, sino también biológicos que hemos coevolucionado con otras especies animales y que cuando llega esta crisis de inmediato saltan las alarmas por que nos estamos acabando el planeta”.

En el caso del coronavirus ha habido procesos de estigmatización, al atribuir al otro el origen del fenómeno sanitario, pero en México y quizá en otras partes esto ha ido variando, pues hay que ver en el discurso global quién es ese otro, cómo se ha venido construyendo y desde dónde.

Tal es el caso de las primeras manifestaciones cuando esto surgió, con toda una disertación de Donald Trump, presidente de Estados Unidos, que hasta ahora se ha mantenido y que tiene que ver con las formas de comer animales salvajes de los chinos o bien que achacaron que era un virus que trajeron los ricos de otros lugares, como ocurrió en Cancún, Quintana Roo.