- Al hacer uso de la red se deja “una huella” que dice algo de nosotros: Eder Ávila Barrientos, del IIBI.
Por: Redacción/
El miedo que vivió parte de la sociedad por el uso de datos personales en redes sociales como WhatsApp y Facebook se eliminaría mediante la “alfabetización digital”, consideró Eder Ávila Barrientos, académico del Instituto de Investigaciones Bibliotecológicas y de la Información (IIBI) de la UNAM.
El experto en organización de la información y conocimiento detalló que las inquietudes surgidas recientemente entre la población por las nuevas políticas de WhatsApp se deben a que los usuarios suelen aceptar las políticas de privacidad sin leerlas o analizarlas.
“Lo importante es que esta mensajería instantánea es parte de un gran consorcio, pues forma parte de Facebook, lo preocupante es que éstos tratan de mejorar sus desarrollos, sus contenidos, pero siempre hay una intencionalidad de quienes están usando los datos que ellos están recabando”, comentó el experto.
Durante la primera sesión del Seminario de Redes Sociales de la UNAM, el también profesor de la ENES-Morelia explicó que el auge de las redes sociales permite la generación constante de datos a los que se puede acceder en todo el planeta.
Esta información no se limita a mensajes o palabras, sino que va más allá e incluye imágenes, videos, audios o documentos que revelan los gustos en cuanto a música, sitio de trabajo, alimentos favoritos, entre otros aspectos; es decir, todo aquello que se comparte a través de una computadora o un teléfono inteligente.
En la charla “Comportamiento de datos y privacidad en redes sociales” agregó: los datos que revisan las grandes empresas implican acciones consideradas simples, como entrar a un navegador, consultar algo en un foro o aprobar algún video.
“Estamos dejando un rastro en la red, una huella que dice algo de nosotros y aunque no lo crean hay muchas personas interesadas en obtener esa información para generar estimaciones, análisis y, de alguna manera, proponer mejoras a una aplicación o herramienta tecnológica y, en los casos peores, ir generando un mal uso de la información”, acotó.
Ávila Barrientos enfatizó que la privacidad digital no se limita al uso de redes sociales o páginas web, sino se refiere a la transmisión de datos a través de tiendas online, aplicaciones, servicios, mensajería instantánea, por ejemplo, en suma toda aquella información que pueda ser procesada por un dispositivo computacional o un teléfono móvil.
El experto destacó la importancia de identificar el origen y la intencionalidad de quienes procesan la información mediante algoritmos que interpretan su significado y permiten reutilizarlos y explotarlos. Siempre y cuando el individuo esté alfabetizado en el uso de los datos para utilizarlos de manera responsable, tendrá la capacidad de cuestionar su empleo por parte de los protectores de las empresas.
Ante este problema, universidades y especialistas desarrollaron propuestas como Social Link Data (SOLID o datos sociales vinculados), diseñada por Tim Bernes-Lee, la cual es un recurso abierto que busca cambiar la forma en que funcionan las aplicaciones web para dar mayor privacidad. Su objetivo es guardar la información generada por los usuarios y permitirles consultarla de manera remota mediante una interfaz web.
“SOLID permitirá que los datos personales contenidos y recursos sean protegidos y vinculados con permisos de acceso que el propio usuario deberá gestionar. Es decir, las imágenes, videos, etcétera, serán almacenados en un solo lugar, con la posibilidad de vincularse con otras fuentes en el ciberespacio, siempre y cuando el usuario lo permita”, destacó Ávila Barrientos.
Otro proyecto es el Observatory on Social Media (OSoMe) utilizado para el análisis de datos y memes que se generan en un contexto social o político, el cual elaboró la Universidad de Indiana en colaboración con la National Science Foundation de Estados Unidos.
Su propósito es comprender cómo se puede abusar de las redes sociales para manipular la opinión pública al analizar los datos liberados en las cuentas de los actores políticos, como presidentes de naciones.
“Esto da pauta a la creación de bots sociales que son desarrollados para infiltrarse en el discurso político, manipular el mercado de valores, robar información personal y difundir información errónea”, ejemplificó el experto.
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