Por: Redacción/

De la pandemia deberá surgir un acuerdo colectivo y renovado con la igualdad social y económica. Tenemos la oportunidad de entender nuestra relación con la Tierra y con los demás de manera solidaria; vernos menos como entidades aisladas y movidas por el interés, y más como seres sujetos unos a los otros de manera compleja, afirmó la filósofa estadounidense Judith Butler.

En tanto, Tamara Martínez Ruíz, titular de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM, señaló que el confinamiento nos brinda la oportunidad de pensar cómo transformar este mundo en uno verdaderamente habitable para todos.

Asimismo, cuestionó si seguiremos viviendo como si la pandemia no hubiera sucedido, contribuyendo por acción u omisión a la destrucción del planeta, o seremos capaces de crear, como personas, comunidades y naciones, compromisos de apoyo y de colaboración, priorizando la vida sobre el lucro. “Judith nos lleva a pensar en nuestro papel ante lo que nos espera al momento de volver a la ‘nueva normalidad’”.

Igualdad para todos los seres vivos

Al participar en “El Aleph. Festival de Arte y Ciencia. Las Posibilidades de la Vida: COVID-19 y sus Efectos”, organizado por la UNAM, Butler, pensadora y activista, resaltó que no debemos limitarnos a promover nuestra propia existencia, sino garantizar las condiciones por igual de todos los seres vivos. “Negarse a aceptar la disyuntiva de quién debe morir es hacer frente al mercado”.

Esa interdependencia podría parecer mortífera, pero es la posibilidad que tenemos de alcanzar la igualdad, de construir y mantener un mundo vivible, agregó la profesora de filosofía de los departamentos de Retórica y Literatura Comparada de la Universidad de California en Berkeley.

Debemos luchar por un mundo en el que defendamos el derecho a la salud de los demás, incluso el de personas desconocidas al otro lado del mundo, con el mismo fervor con el que protegemos el de nuestra gente cercana. “Eso puede parecer poco razonable, pero tal vez haya llegado el momento de deshacernos de prejuicios locales y nacionalistas que sesgan nuestra concepción de lo razonable”.

“Hace poco el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró que nadie puede aceptar un mundo en el que se proteja a algunas personas y a otras no; pedía poner fin al nacionalismo y la racionalidad del mercado, que calcula qué vidas valen más y deben salvarse. Si nos negamos a esa disyuntiva nos comprometeremos con la búsqueda del acceso igualitario a la salud y a una vida adecuada”, dijo la feminista.

Indicó que quienes creen que la salud de la economía es más importante que la de la población, también piensan que el lucro y la riqueza son más relevantes que la vida humana. “Podría decirse que las fábricas y algunos lugares de trabajo tienen que seguir abiertos por el bien de las clases trabajadoras pobres, pero son justamente las vidas de esas personas las que se sacrificarán en sus espacios laborales, donde las tasas de contagio son las más altas”.

Así, la vieja contradicción inherente al capitalismo asume una forma nueva en condiciones pandémicas, lo que podríamos llamar ‘capitalismo pandémico’, acentuó la autora de “El género en disputa”, “Cuerpos que importan” y “Deshacer el género”.

Ahora, insistió, debemos cuestionarnos si queremos vivir en un mundo donde se hace la distinción entre cuáles vidas deben salvarse y cuáles no, y si es un lugar habitable. “Esas preguntas que podrían parecer abstractas y filosóficas, son las que surgen del corazón de una emergencia social y epidemiológica”.

A medida que se nos informa del progreso de las vacunas y los antivirales, el mercado se frota las manos apostando por el futuro de la industria farmacéutica. Si aparece un remedio ¿quién lo va a tener primero y cuánto costará?, ¿se distribuirá gratuitamente, sin fines de lucro? La igualdad se suma a la distribución y veremos si la colaboración mundial logra imponerse a los nacionalismos y a los intereses del mercado, remarcó.

No hay grupos de personas “perdibles”

Al ser entrevistada por Rosaura Martínez, académica de la Facultad de Filosofía y Letras, respecto al triaje o protocolo practicado en diferentes países para decidir a qué pacientes dar prioridad para contar con un ventilador, Butler expresó su preocupación por la posible normalización de un tipo de eugenesia, al permitir que sean los ancianos quienes mueran.

“No puedes designar a un grupo de personas como ‘perdible’, ni decidir que alguien ha vivido lo suficiente. Es una sentencia de muerte. No me gusta la idea de que basados en la demografía empecemos a separar a la gente: ancianos, luego podría hacerse con los negros, los judíos o los indígenas”.

Ante la escasez de insumos médicos, subrayó, deben tomarse decisiones con base en quién es más probable que se recupere.