Por. Redacción/
El acceso abierto al conocimiento no sólo lo hace más democrático e inclusivo, sino también aumenta la visibilidad de las investigaciones y convierte los avances de la ciencia en mejoras para toda la sociedad, por lo que el reto de las universidades de América Latina y el Caribe radica, precisamente, en trabajar de manera más colaborativa y coordinada por un sistema más equitativo.
En estas ideas coincidieron los participantes de la mesa Acceso abierto y democratización del conocimiento, Félix Nieto, Dominique Babini, Alejandra Nardi, Marcus Tomasi y Eduardo Peñalosa Castro, rectores de las universidades Nacional de San Luis, Argentina; CLACSO; Nacional de Córdoba; del Estado de Santa Catarina, Brasil, y Autónoma Metropolitana, respectivamente.
El doctor Peñalosa Castro subrayó que “el conocimiento generado con fondos públicos debe ser de acceso público”.
Los especialistas participan en la III Conferencia Regional de Educación Superior (CRES 2018), que se realiza en Córdoba por los cien años de la Reforma Universitaria de 1918 y donde hablaron además de la necesidad de un diálogo continuo que plantee perspectivas diversas sobre cómo alcanzar una academia más equitativa e inclusiva en su proceso de apertura.
El Rector General de la UAM destacó la importancia del “aprendizaje social” en el sentido de expandir el saber libremente, de tal modo que se beneficie el mayor número de personas posible: “durante miles de años se ha modificado la manera de vivir de la humanidad, gracias a que podemos compartir el conocimiento y elaborar nuevos planteamientos a partir del que ya se ha reflexionado”.
Al abundar en las formas de lograrlo y en cómo podría favorecerse la docencia, el doctor Peñalosa Castro destacó que la accesibilidad volvería más económico el saber y aceleraría la investigación.
La pertinencia de materiales compartidos abonaría a un aprendizaje más incluyente y democrático, porque las ventajas del acceso libre a través de los repositorios digitales, por ejemplo, son muchas, sobre todo si se trabaja en ellas como redes sociales para comentar, evaluar y compartir las experiencias en el uso de los mismos, explicó.
El titular de la Universidad Nacional de San Luis dijo que las instituciones han compartido el conocimiento a partir de unos principios éticos con lo que ya han contribuido a la sociedad, sin embargo “este tema está adquiriendo una nueva dimensión en la universidad pública por el crecimiento exponencial del uso de Internet y la posibilidad de compartir el conocimiento en un nuevo esquema”.
En ese sentido, Nardi, de la Universidad Nacional de Córdoba, habló de la oficina que preside, la primera en América Latina especializada, desde hace casi una década, en el conocimiento abierto y encargada del repositorio digital de esa casa de estudios.
La especialista hizo énfasis en que deben establecerse políticas nacionales e institucionales que contemplen la asignación de recursos destinados al acceso abierto al saber científico y académico.
También se refirió a que en las instituciones que realizan investigación deben ofrecerse incentivos a quienes publiquen los resultados en textos y otros formatos, o desarrollen repositorios digitales, respetando las normas internacionales y utilizando software libre y licencias abiertas.
“Debemos promover el trabajo colaborativo entre científicos, docentes, editores, estudiantes, bibliotecarios y otros actores de la comunidad académica para la construcción de una cultura de ciencia abierta, siendo ésta una nueva forma de crear y comunicar conocimiento basado en formas colaborativas y distribuidas a través de Internet”.
“El lema de nuestra oficina es que el conocimiento es un bien común y su acceso debe ser libre, público en abierto y ser dueño de tus derechos de autor”, concluyó.
Babini, de CLACSO, expuso cómo la institución que representa ha trabajado los últimos 20 años en un sistema de acceso libre al conocimiento que cuenta con varios repositorios, más de cien mil textos digitalizados y registra más de cuatro millones de entradas por mes.
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