Por: Redacción/
Por su destacada trayectoria profesional y académica en el campo de las estructuras y los riesgos sísmicos en México, Darío Rivera Vargas, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán de la UNAM, fue designado presidente de la Sociedad Mexicana de Ingeniería Sísmica (SMIS).
“Estar al frente de la SMIS es un privilegio y una gran responsabilidad; el cargo me permitirá representar dignamente a la Universidad y es una oportunidad para contribuir al desarrollo del país, sobre todo ahora que debemos colaborar con la sociedad para reconstruir los inmuebles dañados por los sismos de septiembre”, dijo el académico.
Rivera Vargas es miembro de este organismo desde 2007, cuando como estudiante de doctorado obtuvo el premio a la mejor tesis en temas de ingeniería sísmica; desde entonces ha participado activamente en todas sus iniciativas.
Elegido en el marco del Congreso Nacional de Ingeniería Sísmica, compartió que en su gestión buscará emprender acciones que permeen en la sociedad, como la actualización del Reglamento de Construcción. Además, añadió, este organismo pretende jugar un papel importante en la actualización de los ingenieros dedicados a la práctica del diseño antisísmico y la supervisión de construcciones.
La SMIS fue instituida en 1962, a raíz de los sismos de 1912 y 1957 en México, y uno de sus fundadores fue el profesor emérito de la UNAM, Emilio Rosenblueth. Hoy colaboran los investigadores eméritos Luis Esteva Maraboto y Roberto Meli Piralla, “ellos fueron mis grandes maestros y también presidieron esa sociedad”, expuso.
El universitario, quien cursó la carrera de Ingeniero Civil en la FES Acatlán y la maestría y doctorado en la División de Estudios Profesionales de la Facultad de Ingeniería, comentó que una de las razones para especializarse en el área es de índole personal. Durante los sismos de 1985, su papá perdió el empleo debido a que el edificio donde trabajaba colapsó. “Cuando lo acompañé a recoger su indemnización vi las construcciones devastadas y pensé: ‘cuando sea grande seré ingeniero civil para que no se vuelvan a caer’”.
La formación como ingeniero civil implica cultivarse en varios campos del conocimiento, pero a pocos les interesa el de las estructuras, y aún menos optan por la ingeniería sísmica, “creo que porque es una de las más complicadas; afortunadamente se me dio entender las estructuras en la licenciatura, y ya después en el posgrado me incliné por la ingeniería sísmica”.
El académico recordó que debido a la falta de expertos en México que le ayudaran en su investigación, hizo una estancia en el Instituto Universitario di Studi Superiori. European School for Advanced Studies in Reduction of seismic Risk, en Pavía, Italia. “Ahí tomé clases con uno de los mejores profesores en ingeniería sísmica: Kazuhiko Kawashima”.
En cuanto a su trayectoria profesional, indicó que se he dedicado al diseño sísmico de puentes porque son estructuras poco estudiadas en el país; de hecho, ni siquiera hay un reglamento para su diseño.
“Mi interés por este tema surgió a finales del año 2000, cuando inició el proyecto de construcción de puentes urbanos, y como no había especialistas me invitaron a hacer un doctorado en esa línea de investigación en la UNAM”.
También ha trabajado en instrumentación sísmica de edificios, y una de sus aportaciones fue el estudio de la evaluación de la seguridad sísmica de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.
Actualmente está por presentar un libro sobre riesgo sísmico en Naucalpan. Es resultado de un proyecto PAPIIT y pretende entregar los resultados a las autoridades municipales.
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