Por: Redacción

El Jardín de Plantas Medicinales y Aromáticas Xochitlalyocan (JPMAX) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) abrió sus puertas al público el 26 de mayo pasado, con una colección de nueve arbustos, ocho especies de árboles y 32 de herbáceas, entre ellas el muicle, romero, epazote, cinco negritos, tomillo, siempreviva y toronjil.

Este espacio educativo y de vinculación –situado en el Centro de Investigaciones Biológicas y Acuícolas de Cuemanco de la Unidad Xochimilco– enfatiza el conocimiento etnobotánico con la pretensión de difundir la relevancia de este recurso natural mediante talleres, cursos y un programa de voluntariado.

En México y el mundo las plantas medicinales son un bien al que accede gran parte de la población para resolver padecimientos de salud, sin embargo, parte de la riqueza etnobotánica está en riesgo de perderse por causas socioeconómicas y políticas.

El Jardín Xochitlalyocan –tierra donde crecen flores, en náhuatl– cuenta con cédulas de identificación que precisan nombres común y científico; época de floración; uso tradicional, y código QR con enlace a la página Web de la Casa abierta al tiempo que brinda información específica en catálogos y artículos científicos.

El listado digital de nombres comunes incluye datos sobre procedencia y hábitat; mapa de origen; distribución en el país; descripción botánica; ubicación taxonómica; utilización tradicional; composición química; glosario de términos botánicos, y referencias básicas.

Por ejemplo señala que la árnica es originaria de México y está localizada en climas cálidos, semisecos y templados de las entidades de Colima, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala, Veracruz, Estado de México y la Ciudad de México.

Esa especie sirve para cicatrizar, desinfectar, desinflamar y como analgésico en el tratamiento de heridas, usándose como emplasto, cataplasma o infusión contra dolores de úlcera, estómago, pulmón, pecho, musculares, renales, reumáticos o de muelas.

El árbol flor de manita –Chiranthodendron pentadactylon, existente sólo en México y Guatemala, y obtenido desde la semilla con la colaboración de estudiantes de servicio social y tesistas– es una especie amenazada –de acuerdo con la NOM 2010– ya que crece en el bosque mesófilo de montaña, un ecosistema muy dañado que ocupa menos de uno por ciento del territorio nacional y cuya flor es aprovechada desde la época prehispánica para combatir males nerviosos y cardíacos.

La maestra Marisa Osuna Fernández, coordinadora general del JPMAX, detalló que el espacio ha sido “resultado de un trabajo interdisciplinar e interinstitucional de especialistas de las unidades Azcapotzalco y Xochimilco, y la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)”.

El proyecto fue concebido en 2008, cuando inició una prueba piloto con la intervención de alumnos de la Licenciatura de Biología de la UAM y, un año después –luego de una convocatoria emitida desde la Rectoría General de la universidad– quedó instalada la infraestructura básica en Xochimilco, notable históricamente para el estudio de plantas del tipo.

El cambio de paradigma del cuidado de la salud por la prevención con el aprovechamiento de estos recursos para elaborar fitofármacos ha permitido recuperar, tanto la riqueza biológica como toda la erudición ancestral, resaltó la profesora-investigadora del Departamento de El Hombre y su Ambiente de la UAM.

Los bienes etnobotánicos son muy valiosos, ya que en México “contamos con un patrimonio que combina lo biológico con lo social, lo que otorga relevancia a las hierbas medicinales, sobre todo cuando 80 por ciento de los seres humanos utiliza remedios naturales, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud”.

La medicina alópata se beneficia del principio activo, pero eso puede acarrear efectos secundarios debido a que al ser explotados “los extractos vegetales, varias moléculas actúan en forma conjunta a mayor plazo y con menor dosis, es decir, son eficientes y con menos” secuelas.

El Jardín fue inaugurado en 2011 para realizar investigación, docencia y divulgación, aunque requirió estos años de maduración antes de ser abierto al público y cumplir con el propósito de difundir parte de la problemática que entraña la extracción –en 90 por ciento– de las plantas medicinales de manera silvestre, lo que ha significado la amenaza de extinción de gran cantidad.

El 27 de septiembre de 2016 se cumplió el segundo aniversario del programa de voluntarios, que entre 2014 y 2016 congregó a más de 500 personas, y fueron impartidas conferencias por especialistas en el tema, por lo cual el JPMAX se erige como “una colección vegetal en exposición con fines educativos, no de producción, pues está pensado para divulgar el conocimiento sobre las especies medicinales y aromáticas” del país, enfatizó la también responsable del Laboratorio de Biología Vegetal de la UAM.

En el proyecto participan además los maestros Andrés Fierro Álvarez, Aurora Chimal Hernández y Guillermo Nagano Rojas, docentes de los departamentos de Producción Agrícola y Animal, de El Hombre y su Ambiente, y de Síntesis Creativa, en ese orden, de la Unidad Xochimilco, así como Roberto García Madrid, diseñador gráfico de la Unidad Azcapotzalco, y la doctora Helia Reyna Osuna Fernández, fisióloga vegetal de la Facultad de Ciencias de la UNAM.

En la ceremonia de apertura, la maestra Abigail Aguilar Contreras, asesora del Herbario de Plantas Medicinales en el Centro Médico Siglo XXI, dictó la Conferencia magistral: Jardines de plantas medicinales y aromáticas: una aproximación histórica, y el maestro Rafael Díaz García, director de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud de la Unidad Xochimilco, declaró que “es un orgullo para la universidad contar con este lugar que genera la intersección de varias disciplinas y rescata el origen de la cultura mexicana”.

El ingeniero Emiliano Sánchez Martínez, presidente de la Asociación Mexicana de Jardines Botánicos, A. C., otorgó a la maestra Osuna Fernández la carta de aceptación, certificación y membresía del JPMAX por dicho organismo, en reconocimiento a la labor de “conservación, aprovechamiento y repartición justa de la diversidad ecológica, en el que la UAM es ejemplo”. www.xoc.uam.mx/investigacion/cibac/jpmax/