Por: Risso Alberto
Así comentó John Lennon a mitad de los años setenta el éxito de Electric Light Orchestra,”Si The Beatles aún estuvieran juntos y en activo, su sonido sería muy similar al de ELO”. Un bonito cumplido, quizás un poco exagerado, pero con una pizca de verdad en el fondo. Precisamente The Beatles era el grupo preferido de Jeff Lynne, líder de ELO, tanto que en 1987, para el disco del gran regreso de George Harrison, el ex Beatle quiso contar con Lynne como consultor creativo.
Las huellas de The Beatles marcaron la historia de ELO, al menos en su primer período de vida. La formación inició su camino en 1969, desde las cenizas de The Move, glorioso y frenético grupo guiado por Roy Wood, una cabeza pensante del pop. Además de Wood (nacido el 8 de noviembre de 1946) el grupo incluía a Jeff Lynne (nacido el 30 de diciembre de 1947), Bev Bevan (nacido en 1946) y Richard Tandy (nacido en 1948).
La idea básica era mezclar las tendencias más modernas del pop con algunos elementos de música clásica: naturalmente no tanto la complejidad de las partituras como los matices sonoros, los elementos instrumentales. Después de un prometedor primer álbum homónimo (1971), aparecieron las primeras divergencias en la formación y Roy Wood los dejó plantados, formando Wizzard, con los que vivió una breve etapa de éxito. Sustituyendo a Wood por el bajista Michael de Albuquerque, ELO sacó en 1972 el álbum ELO 2, que contiene el primer éxito del grupo, Roll over Beethoven. En seguida el grupo firmó un nuevo contrato con la recién nacida Jet Records, que editó todos los éxitos de la formación.
La calidad de la fórmula ELO inició su rodaje inmediatamente en Estados Unidos, donde en 1973 el grupo realizó una gran gira que se inició en San Diego, California, con una tibia atención por parte del público y la crítica, y llegó a Nueva York entre el entusiasmo general.
En Nueva York actuaron en una mágica noche junto a Manfred Mann, Savoy Brown y Status Quo. Parecía como si una parte de Gran Bretaña hubiera invadido Manhattan. Durante esta gira se publicó el tercer álbum, On the third day -1973-, que se transformó en el primer disco de oro de la carrera de Lynne. En los siguientes años Estados Unidos fue el mercado de preferencia de ELO, siempre contaron con un público atento a su producción musical. En 1974 apareció un afortunado álbum grabado en directo, The Night The Lights Went On In Long Beach.
En 1975 le llegó el turno a El Dorado, álbum realizado con extensivo cuidado y que obtuvo un gran éxito comercial. Inmediatamente después salió el álbum Face The Music, que incluye el potente single Evil Woman, canción escrita por Lynne en tres minutos, poco antes de concluir el trabajo en estudio. El éxito americano llegó esta vez a Reino Unido y en 1976, el nuevo álbum A New World Record se convirtió en el primer disco en llegar a la cabeza de las listas británicas.
Las canciones extraídas de este álbum se vendieron muy bien: Rockaria, Livin’ thing y la famosísima Telephone Lines. Precisamente, Rockaria sintetiza muy bien el estilo del grupo: una introducción casi de ópera que de repente se interrumpe para dar paso a un desenfrenado rock. ELO había entrado en el paraíso del rock internacional: todos sus discos se convertían puntualmente en éxitos y muchos grupos intentaban imitar su estilo, empresa, por otro lado, imposible dado que el estilo de Lynne era tremendamente original dentro de su falta de originalidad. Entramados vocales a lo Beatles, textos ligeros pero no estúpidos, arreglos cada vez más ricos constituían la trama de ELO. El doble Out of The Blue (1977) y dos años más tarde Discovery (1979) representaron el cénit del éxito de ELO.
Los conciertos de la época eran montajes de lo más faraónico que se pueda imaginar con una alucinante astronave (la misma que aparece en las portadas) dominando la escena: Shine a Little Love, Sweet Talkin’ Woman, Mr. Blue Sky, Don’t Bring Me Down fueron algunas de las canciones lanzadas en estos dos fabulosos años en los que ELO se hallaba en la cumbre del show business.
Pero el paso de una década a otra impuso cambios drásticos: la aspereza y el rigor del punk dictaban nuevas reglas y el triunfalismo sonoro de ELO resultaba algo kitsch. El álbum Time (1981) no convenció del todo. Tampoco el siguiente Secret Messages (1983), a pesar de mantener los habituales niveles de profesionalidad y habilidad, consiguió recuperar el encanto de los anteriores. De 1980 en adelante Jeff Lynne se vio cada vez más envuelto en proyectos de producción que aprovechaban su prodigiosa sensibilidad comercial.
Compuso la banda sonora de la película Xanadú con Olivia Newton-John, produjo el single Slipping Away, de Dave Edmunds, y colaboró con George Harrison en el álbum Cloud Nine. Precisamente George representó para Lynne la culminación de un sueño: ¡trabajar con uno de sus mitos personales y aparecer en la portada como coproductor! Este sueño tuvo continuidad; en 1988, de nuevo junto a Harrison, Lynne participó en el proyecto Traveling Wilburys: el super-grupo también está formado por Bob Dylan, Tom Petty y Roy Orbison. En 1989 vuelve a trabajar con Tom Petty produciendo, componiendo y tocando en su nuevo álbum, Full Moon Fever.
Un futuro dorado parece aguardar a Jeff Lynne: poco trabajo, bien escogido pero de inmejorable calidad. Un futuro cimentado con un récord de éxitos en el Top 40 de la historia de Billboard, 21 premios RIIA, 100 millones de álbums vendidos mundialmente y Last Train To London.
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