Por: Iudex/
Esta semana se presentaron dos jugadas muy similares en el futbol mexicano y como se ha hecho costumbre, hubo dos resoluciones completamente diferentes en cada una de ellas y, aunque no lo crean, las dos fueron bien sancionadas, aunque los “expertos” en arbitraje hayan dicho lo contrario en una de ellas.
Así es, me refiero a la jugada donde se marcó la pena máxima a favor del América, cuando el esférico había terminado dentro de la portería de Tigres y que todos, incluyendo a los comentaristas de Televisa, dijeron que había sido un error garrafal de Fernando Guerrero y una falta de preparación y concentración.
¿El error existe?, sí, sí hubo un error pero se dio después de la marcación. Repasemos la jugada cuadro por cuadro, para que de una vez por todas se terminen los rumores que giran en torno a esta jugada, que no ha hecho nada más que demeritar el conocimiento y experiencia del silbante.
En primera instancia, Rafael de Souza le dio un manotazo a Oribe Peralta y segundos más adelante, se presentó el punto de duda. Fernando Guerrero hizo sonar su silbato en el momento que Guido Rodrgíguez remató con la cabeza, para que después el esférico terminara al fondo de la portería defendida por Nahuel Guzmán.
Bien sabido es que el silbato del árbitro es señal inequívoca de que una jugada se debe detener o reanudar, por lo que el gol del Club América ya no tenía ningún valor, puesto que el pitido se dio segundos antes de que rebasara por completo la línea de gol, ya que el árbitro no sabe si el balón va a entrar o el portero va a alcanzar a sacarla.
En resumen: El penal fue bien marcado para América porque primero se dio el silbatazo que el gol. El error quedó principalmente en el abanderado por no hacer su recorrido a la línea final, dando a entenderle al central que el gol había sido válido, sin embargo, cuando Guerrero marca el gol, el abanderado tampoco se mueve y, ENTRE LOS DOS, deciden que primero se marcó la pena máxima.
Pero para que lo entiendan mejor, les dejo esta breve línea donde se explica paso a paso la marcación:
#Clausura2018:
Pasos para entender la decisión de @GUERREROFIFA:1.- Rafael Carioca le da un manotazo a @OribePeralta y el árbitro observa la acción. pic.twitter.com/2QMZYZMJCS
— Iudex (@Iudex_mx) 12 de febrero de 2018
Después, este martes en el 4-1 de América contra Morelia, fue turno de Marco Antonio Ortiz Nava de verse involucrado en una acción similar, sólo que esta se dejó seguir hasta que Matheus Uribe consiguió el tercer tanto para su equipo y el segundo en su cuenta personal.
En la acción, Cecilio Domínguez es derribado en la entrada del área y, segundos más adelante, Matheus Uribe toma el esférico y, tras quitarse un defensor, definió con la parte externa del pie derecho, ante la salida de Sebastián Sosa, mientras el ‘Gato’ hacía claramente la señal de la ley de la ventaja, a continuación les dejo la liga para que lo entiendan de mejor manera:
#Clausura2018:
La jugada a seguir de la #J7CL2018, en el #América 4-1 #Monarcas:1.- @11_dominguez94r toma el balón y recibe la falta de Rodrigo Millar a las afueras del área. pic.twitter.com/JhzJkOsXm0
— Iudex (@Iudex_mx) 14 de febrero de 2018
Gracias a estas dos acciones, nos damos cuenta que la famosa Ley de la Ventaja no se ha terminado de entender entre los analistas y comentaristas, quienes acusaron a Fernando Guerrero por injusto cuando esa jugada no merecía ley de la ventaja, al ser una acción sin un futuro claro, es decir, que se desconocía lo que iba a pasar.
Otros cuantos “expertos” en arbitraje, cuando se aplica una ley de la ventaja dicen que fue una acción “impecable” o “excepcional” del central, cuando es una cosa completamente normal, pero que no se sabe utilizar en el futbol mexicano y por ende, no se tienen referencias buenas de cómo hacerlo, generando aún más dudas entre los sabios.
A final de cuentas, tanto la jugada de Fernando Guerrero, quitando la confusión final, tanto como la de Marco Antonio Ortiz, fueron bien señaladas y juzgadas, sin embargo, la presión mediática y la falta de conocimiento de los “que saben”, solamente ensucia el trabajo de los colegiados, que a veces sí lo hacen bien.
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