Por: Melisa Carrillo Rojas
A dos años de su muerte, recordamos a Vicente Leñero a través de sus múltiples facetas. Al ingeniero, que, persuadido por las letras, optó por estudiar periodismo en la Escuela Carlos Septién García. Al periodista, que colaboró en el Heraldo de México, Claudia, Revistas de Revistas, y que acompañó a Julio Sherer en su salida del Excélsior y la creación de la revista Proceso.
Al guionista y dramaturgo, que con su trabajo reflejó la realidad de un país imperfecto y contradictorio. Al escritor y buscador incansable de la verdad.
Vicente Leñero manifestó siempre una búsqueda constante de la veracidad. No conforme con las versiones oficiales y las posturas individuales, buscó presentar un panorama completo, para ofrecer a su público, una vista general de las situaciones que abordaba.
Retomando diversos temas, como la política, la religión, y la historia de México, Leñero enfrentó diversos pensamientos, hechos noticiosos e incluso pasajes de la historia. Ninguna versión resultaba completa para él, era preciso desmenuzarla para mostrar las diversas partes que constituían el hecho.
El trabajo de Leñero resulta transgresor y honesto. En varias ocasiones, fue objeto de rechazo por el lenguaje utilizado, así como por las temáticas abordadas. A pesar de las críticas, en ocasiones desfavorables, nunca dejó de ser fiel a la verdad, que percibía y buscaba a cada momento.
En la creación de sus personajes, Leñero buscó realizar una copia fiel de la naturaleza humana. Por ejemplo con Don Jesús, personaje principal de Los albañiles, nos encontramos con un personaje que parece ser olvidado por el mundo, lleno de miseria, pero que a la vez, es un individuo completamente malvado.
Leñero describe estas contradicciones y las refleja en cada uno de sus textos, entre los que destacan Los albañiles, Los periodistas, La gota de agua y Asesinato: el doble crimen de los Flores Muñoz.
En el teatro, Leñero encontró una forma de realizar sus impulsos literarios en un medio que le era más natural. Desde el cual plasmó temas políticos y sociales del momento, con base en investigaciones, que reflejaron perspectivas que se encontraban veladas por los medios que comunmente eran utilizados.
Vicente impulsó y apoyó el teatro mexicano en un momento en el que los trabajos de extranjeros monopolizaban los rótulos, y en el que en teatro nacional se encontraba abandonado.
Los guiones del escritor ayudaron a la consolidación del teatro documental, exponiendo temas que se encontraban censurados o manipulados por diversos intereses. De esta forma, Vicente ponía su granito de arena en la revisión de la realidad e historia del país. Entre sus obras más importantes se encuentran La noche de Hernán Cortés, Pueblo rechazado, Los albañiles y El juicio.
Para abordar las diferentes perspectivas y elementos de una historia, Leñero se basó en recursos como la fragmentación del espacio y el tiempo, una presentación no lineal de los hechos, y el juego de utilizar documentos y cuentos dentro de otros cuentos. Mientras que en otras ocasiones, hizo uso del realismo, y una sencillez en la que se exponían las situaciones de los personajes más desfavorecidos y las emociones más intensas.
El trabajo de Leñero como guionista, dejó huella en el cine mexicano, al hacer la adaptación de películas como El crimen del Padre Amaro (novela de Eça de Queiroz), Los de abajo (de Mariano Azuela) y Mariana, Mariana (Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco), films que representan lo mejor del cine nacional frente al mundo.
El trabajo de este hombre, curioso, sincero e introspectivo, representa un esfuerzo completo, en el que haciendo uso de recursos periodísticos, literarios, teatrales y de investigación, expone fragmentos de la historia de un país rico en perspectivas y contradicciones.
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