Por: César Dorado/

Grabado en tan sólo una semana durante la primavera de 1979 en el Strawberry de Stockport bajo la tutela de la Factory Records y el estilo subversivo del productor Martin Hannet, Unknown Pleasures fue lanzado el 15 de junio de hace cuarenta años, representando uno de los álbumes más importantes e influyentes para futuros movimientos musicales que surgieron en Mánchester y todo occidente.

En su momento, la crítica bautizó al álbum como “el disco muerto” debido a que sus sonidos oscuros y experimentales son un viaje espacial que generan melancolía, agregando que “si alguien está contemplando el suicidio, ‘Unknown Pleasures’ te da un empujoncito hacia él”, y es que las letras del vocalista Ian Curits, sumergen toda la obra en una atmósfera triste y poética.

La tragedia y desolación del espíritu de Curtis se filtran en cada uno de los 10 temas que componen el LP ya que sus narrativas se une entre sí para contar un camino catastrófico y frío, pues en muchas de sus frases bocean los planes de su futuro suicidio en 1980, como el caso de “New dawn fades” donde menciona “la tensión es demasiada, no puedo aguantar mucho más”, mismas frases que hicieron dudar a su esposa Deborah sobre la salud mental del cantante.

Sin embargo, la atmósfera que proponía Curtis no hubiera podido lograrse sin la parte musical de la banda, pues los bajeos crudos y secos de Peter Hook, más la sencillez armónica de Bernard Sumner y la dureza percusionista de Stephen Morris, colocan las canciones dentro de un equilibrio en donde se pueden contemplar de manera tranquila, pero al mismo tiempo se pueden utilizar para bailar y dejarse llevar con los tintes punk que se impregnan en “She’s Lost Control” e “Interzone”.

Y aunque la genialidad de la banda ya se veía desde su primer material “An Ideal for Living”, la calidad de sonidos que alberga Unknown Pleasures se complementó con la producción de Martin Hannet, pues su excentricidad e irrelevancia musical al grabar sonidos ambientales poco convencionales lo hicieron incluir sonidos de ascensor (Insight)-donde Bernard grabó la voz de Curtis hablando por un teléfono para darle esa sensación tétrica-, sprays para cabello (She’s Lost Control), vidrios rotos (I Remember Nothing) y un sintetizador Transcendent 2000 generado por Bernard Summer.

Con el financiamiento de Tony Wilson, el disco se empaquetó en un material similar al lino y en él se plasmó el pulsar PHD del científico Harold D. Craft Jr. Cuando Morris descubrió la imagen, se lo propuso al diseñador Peter Saville, quien invirtió los colores para generar blanco y negro y así plasmar la emblemática portada que dio personalidad a todo el movimiento oscuro de la época.
Bajo esto, Saville declaró que “si tuviera que elegir entre un montón de discos desconocidos, esta sería la portada que más me llamaría la atención” pues es una portada que plasma perfectamente el espíritu de la música y la personalidad de la propia banda.

Y aunque la música parece una simple serie de metáforas angustiosas, existen dos temas en los que Curtis plasma de manera cruda la realidad que en su momento lo rodeaba. Por una parte se encuentra “Shadowplay”, en donde el cantante retrata a la ciudad e Manchester, resaltando ese ambiente frío y gris, bajo una sensación de persecución delirante. Y la segunda, “She’s Lost Control”, inspirada en el ataque epiléptico de una chica que acabó muriendo a consecuencia de esta enfermedad y que, paradójicamente meses después, le sería diagnosticada a él mismo.

Cada uno de los temas que componen esta obra, en el orden que se les coloque, te llevan a un camino de tinieblas y soledad que, aunque no lo deseemos, nos hacen sentir un placer inigualable, pues su música proyecta escenas auténticas de una época que se repiten sin importar cuántas décadas sigan pasando, todo un ícono para el post-punk y la cultura musical.