Por: César Hernández/
Director de Irreversible y Enter The Void, Gaspar Noé se ha caracterizado por ofrecer un cine que lleva al límite de los sentidos a todo aquel que se aventure a ver alguno de sus films, ya que el uso tan peculiar de cámaras, acompañado de una musicalización electrónica e historias que llevan a percibir lo más perverso de los seres humanos hacen que las películas de Noé constantemente hagan entrar en retrospectiva a sus espectadores.
Producida por Edouard Weil, Climax, se estrenó este fin de semana en salas de la ciudad después de haber debutado en la Quincena de Realizadores de Cannes y que es en palabras de su director; es “una película catástrofe” ya que adentra al espectador a una noche de pesadilla, pero que al poco tiempo se transforma en una alucinación visual y sonora.
Basada en hechos reales sobre un grupo de bailarines de los años 90 que, listos para salir de gira, deciden organizar una fiesta durante su último ensayo y así celebrar su triunfo, comienzan a intoxicarse de manera misteriosa con la sangría al grado de perder la razón y comenzar a revelar sus más perturbadores fantasías y secretos, todo esto ambientado con una atmósfera que hace recordar los orígenes de la música electrónica y el synth pop.
Con poco presupuesto y grabada en tan solo dos semanas, Gaspar declara que “La urgencia genera buenas ideas, sobre todo cuando estás bien acompañado” haciendo referencia al gran reparto que lo acompañó-Sofia Boutella, Romain Guillermic y Claude Gaujan Maull- y a la temática de trabajar con bailarines. Sobre esto, el director declaró que trabajar con ellos es un acto muy cinematográfico pero que “filmar gente que baila de manera tan personal y tan rara como los chicos de mi película ya es divertida de antemano”.
La música juega un papel protagónico dentro de la cinta, ya que unida con las coreografías delirantes y la paleta de colores utilizado en las escenas, crea un juego armónico preciso y equilibrado que evoca a la época del surgimientos de los raves. Pasando por el electro dance de Chris Carter, los ostinatis de MARRS en el tema Pump Up The Volume, el himno synth Tainted Love de Soft Cell, hasta los estresantes ritmos de Thomas Bangalter en Sagria.
Esta película hará recordar con melancolía a todos aquellos que vivieron la época de los noventa y experimentaron el uso de drogas mezcladas con alcohol, aunque para Gaspar Noé “no hace falta pasar por cosas químicas para ponerse loco”.
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