Por: Redacción
Un regreso a la raíz, desde tierras lejanas o propias, marcó la jornada artístico-musical de este domingo 30 durante la Celebración Día de Muertos 2016 en el Zócalo capitalino. Regreso por el camino de la palabra y el ritmo, el sentimiento y la forma de ver la vida: desde Los Ángeles, California, La Santa Cecilia; desde Oaxaca, Susana Harp; desde San Luis Potosí, Dr. Elías Chessani y sus Huapangueros; desde la capital, la Orquesta Típica de la Ciudad de México…
Para honrar la memoria de los Fieles Difuntos, la Orquesta Típica de la Ciudad de México (OTCM) arrancó la segunda jornada musical de la Celebración Día de Muertos 2016 con un repertorio escogido para esta ocasión ante un público que había ido a visitar la Ofrenda Canto al Agua y de pronto se encontró en la plancha del Zócalo con la agrupación artística de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.
Pasado el mediodía de este domingo, decenas de personas comenzaron a reunirse frente al Foro Artístico para escuchar a la Orquesta Típica, dirigida por el maestro Arturo Quezadas Luna, y disfrutar del programa conmemorativo al Día de Muertos, tradición mexicana declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
La verbena musical de la Típica fue vistosa, no sólo por los temas que interpretó durante más de una hora ante un público que cantaba y aplaudía, sino porque algunas de sus integrantes se vistieron y maquillaron como Catrinas, lo que motivó que más de uno les tomara fotografías con su celular.
“Recapitulamos temas como ‘Décimas a la Calaca’, ‘La Martiniana’, que es muy emblemática, y ‘Dios nunca muere’, que si bien no es al amparo del Día de Muertos, su compositor, Macedonio Alcalá, estaba al borde de la muerte cuando la escribió. Dentro de todo esto, también tocamos el ‘Huapango’ y el ‘Danzón No. 2’, piezas representativas de la cultura nacional”, comentó en entrevista Odette Waller González, concertino de la Típica.
Ante el grito al unísono de “Otra, otra”, la agrupación regresó al escenario para interpretar “Por los caminos del sur”, escrita por José Agustín Ramírez, canción de gran nostalgia que la agrupación tocó para despedirse y dar paso al siguiente invitado: el Mariachi de la Secretaría de Seguridad Pública.
Mientras alistaban el escenario para que la música continuara, hubo quienes dejaron por un momento su lugar para darse una vuelta por la colorida ofrenda, diseñada por la artista plástica Betsabeé Romero, la cual es una instalación con 120 trajineras adornadas con flores de cempasúchitl dispuestas de forma circular alrededor del asta bandera.
Con los primeros acordes de “Negrita de mis pesares”, el Mariachi de la Secretaría de Seguridad Pública atrapó la atención de los visitantes, quienes en su mayoría iban en familia, y hubo quienes no sólo cantaron, sino también se animaron a bailar al ritmo de las melodías que el mismo público pedía.
“Fue algo muy interactivo con la gente; cantamos lo que a ellos les gusta y estuvieron pidiendo, como ‘Cielo rojo’ y ‘Amor eterno’, todas ellas canciones populares que nos identifican como mexicanos”, expresó en entrevista la cantante Norma Plata, quien dijo que aprovecharía que estaba en el Zócalo para visitar la ofrenda.
“A medias de la noche” puso fin a la actuación del Mariachi de la Secretaría de Seguridad Pública, que se despidió en medio del aplauso de los espectadores que también disfrutaron del siguiente grupo artístico, Yolotli, Coro de Mujeres de los Pueblos Indígenas de México, encabezado por la investigadora y compositora Leticia Armijo.
“Iba caminando por la selva, de pronto vi una golondrinas en el cielo, y en eso una niña salió entre la maleza, casi se me sale el corazón cuando la vi. Ella me dijo: ‘Yo soy Yolotli, ¿sabes lo que significa Yolotli? Significa corazón, en náhuatl’, y me dio un tesoro invisible, que son las canciones en lenguas indígenas”, explicó Leticia Armijo al iniciar su presentación.
Ese tesoro invisible fue compartido por las diez mujeres que integran el Coro Yolotli, que cumple nueve años de trabajo de preservar las lenguas y tradiciones musicales de los pueblos originarios de México, cuyas composiciones en náhuatl, purépecha, tsotsil, kumiai-kiliwa, triqui, seri, zapoteco, mayo, tojolwinik ‘ otik y pápago tienen arreglos contemporáneos.
“Como es Día de Muertos y nuestras lenguas indígenas están a punto de morir, no queremos que perezcan, por eso somos el espíritu de esas lenguas”, señaló la directora del grupo vocal femenino, que atrapó con su voz a la multitud congregada en el Foro Artístico durante la jornada dominical.
Desde San Luis Potosí y Oaxaca
Desde San Luis Potosí, el Dr. Elías Chessani y sus Huapangueros de Rioverde, no obstante la lluvia, lograron encender a la gente con sus letras francas alusivas a la muerte y a la realidad nacional, mediante el sonido de la quinta huapanguera, el violín, la vihuela y la jarana, además del baile.
“Todo lo que nos duele necesitamos hacerlo valer con la verdad, y yo estoy comprometido con la gente que nos sigue en cumplir esta tarea; lo importante es contar nuestra historia de México, lo que no está bien y que mucha gente no dice pero traspasa nuestras conciencias”, compartió en entrevista el director del grupo, Elías Chessani.
Caracterizados de “La huesuda”, el grupo dedicó a los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos la oración en lengua náhuatl Xochinizahuatl*, que se canta tradicionalmente en Día de Muertos.
Los juglares, al ritmo de huastecos y arribeños tradicionales de diversas regiones de la República, transmitieron a los capitalinos su inconformidad con el gobierno; reprocharon la visita de Donald Trump al país al ritmo del “Querreque”, y se burlaron del misterioso actuar de la muerte, quien arrebata de este mundo terrenal a artistas como Lola Beltrán y Juan Gabriel.
Para el autor y arreglista Chessani, el diálogo con la gente es parte sustancial de su trabajo porque eso es lo que les interesa. “A ellos les gustan estos temas de controversia y de análisis. Yo verso en muchas canciones sobre temas que nos competen, como la devaluación del peso ante el dólar, por ejemplo. Tenemos muchas cosas que cantar”.
En su visita a la Ciudad, los juglares se mostraron encantados del recibimiento y cariño de las personas. “Hace falta traer más eventos donde haya libertad de expresión, es muy importante y es lo más satisfactorio que haya tenido yo”, finalizó Elías Chessani.
Cuando el sol cayó en la Plancha de la Constitución, la voz de Susana Harp, solidaria con el mensaje de la ofrenda creada por Betsabeé Romero, Canto al Agua (donde convergen más de 100 trajineras en memoria a la antigua ciudad lacustre de Tenochtitlan), hizo la petición de cuidar a la biodiversidad y a las culturas en México.
La intérprete mexicana portó una falda tradicional, de la que colgaban calaveras, y un rebozo naranja que completaba su celebración musical por Día de Muertos, en la que incluyó un repertorio especial para la ocasión.
Retomó algunas canciones chilenas, sones istmeños, muchos ritmos mexicanos que hicieron de la participación de Harp un gran mosaico de toda la mexicanidad multicultural y un recordatorio de las raíces de nuestra música.
Por ejemplo, interpretó la canción chilena “Alingo lingo”, de Álvaro Carrillo; una canción de Eduardo Langagne, titulada “La catrina”, acompañada por una bailarina caracterizada; un sonecito huasteco del trovador Jorge Moreno; “La llorona”, en español y zapoteco, entre otras populares como “La Bamba, “Cielito Lindo” y El Feo”.
Quiénes somos
Desde Los Ángeles, California, llegó al Zócalo capitalino el grupo La Santa Cecilia para cerrar la jornada musical del domingo. La agrupación, ganadora de un Premio Grammy, ejemplifica la cultura musical híbrida de los tiempos que corren, donde el rock, el ska, la cumbia, la ranchera, la salsa, bossa nova, el son y la música norteña mexicana conviven muy bien y se enriquecen.
El grupo, integrado por “Marisoul” Hernández, Alex Bendaña, Pepe Carlos, Miguel Ramírez, Hugo Vargas y Andrés Torres, interpretó ante el público capitalino algunos de sus temas más conocidos, como “Ice el hielo” (que habla sobre las redadas contra migrantes en Estados Unidos), “La negra”, “Calaverita” y “I wont cry for you”.
En entrevista previa, los integrantes de La Santa Cecilia señalaron que su propuesta artística tiene que ver precisamente con la fusión de ritmos porque esa es la realidad que viven en el sur de Estados Unidos.
“Cantar en el Zócalo de la Ciudad de México y hacerlo en la celebración del Día de Muertos es algo muy importante para nosotros, porque varios somos hijos de inmigrantes mexicanos que salieron de sus pueblos y se fueron a buscar mejor suerte en Estados Unidos. Entonces, es como regresar a nuestro origen”, comentaron emocionados.
Para ellos, los momentos electorales que se viven en su país, con un candidato que condena la migración, lo relevante de su trabajo musical es “darles el mensaje a nuestras comunidades de que no tienen que venir otros a decirnos quiénes somos, sino que nosotros mismos debemos hacerlo, debemos alzar la voz y decir qué y quiénes somos”.
Este lunes, la música continuará en el Zócalo con Festival Danza sin Fronteras, Zazhil, Soultik, Espumas y Terciopelo, Mare Advertencia Lírika y Centavrvs.
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