Por: Oswaldo Rojas
Para los académicos Joan Miró resultó ser uno de los mayores exponentes de surrealismo europeo a pesar haber incursionada ampliamente en otras corrientes artísticas como el cubismo, fauvismo y expresionismo. Su talante artístico lo llevó a probar las formas y métodos de la escultura y cerámica.
Tal fue la influencia del artista que el mes pasado, y hasta febrero próximo, se instaló en la Galería londinense Bowman Sculpture una recreación del taller de Miró con 25 réplicas de pinturas y dibujos.
El pintor nació en Barcelona, un 20 de abril de 1893, bajo la protección de una familia acomodada. Su padre insistía en que debía convertirse en soldado o fraile. Finalmente convenció a su hijo de estudiar comercio a cambio de permitirle estudiar, en clases nocturnas, en la escuela de “La Lonja” para refinar su dibujo.
Para 1920 tomó la decisión de dedicarse de lleno a la pintura y se trasladó a París, donde conoció a Pablo Picasso y Tristan Tzara y Max Jacob, quienes serían sus amigos, críticos y promotores. Es en esta época cuando comienza a abandonar sus influencias anteriores, principalmente las pertenecientes a la corriente naif.
Así comenzó a incursionar en el surrealismo, donde tuvo gran éxito por la vivacidad cromática de sus lienzos, las figuras amorfas pero delineadas y la seducción que contenida en las constantes ondulaciones sobre el fondo neutro.
Cuando se escribe el manifiesto surrealista, él no duda en firmarlo en 1924. A partir de ése año, su estilo en ésa corriente se volvería aún más personal e integraría inquietudes al usar formas y figuras orgánicas reducidas a puntos, líneas y explosiones de color.
Según información del portal www.fmirobcn.org, del estudio de sus pinturas se reconoce la influencia que Paul Klee tuvo en la configuración lineal de sus obras, así como la creación de atmósferas etéreas. Todo ésto después de su ruptura plástica y política con el surrealismo.
Debido a la Guerra Civil Española en 1936, y a la II Guerra Mundial, pasaría una temporada en Normandía, para ir a Cataluña y volver a Mallorca.
Fueron viajes que acercaron a Miró a la naturaleza y desarrollaron en él un sentido estilístico basado en el desgarro (Cabeza de mujer) y la evasión soñadora (Constelaciones). El uso de signos constantes como las aves, las estrellas y la silueta femenina se afirman en su realización pictórica.
Desde mediados de la década de los cuarenta hasta los sesentas realizó esculturas, siendo los más importantes “La pared de la Luna” y “La pared del Sol” (1957-1959) para el edificio de la UNESCO en París, y el mural del Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid.
En 1975 creó la Fundación Joan Miró en Barcelona, Barcelona, y tras su muerte la Fundación Pilar y Joan Miró, Palma Mallorca, con más de 6, 000 obras suyas.
Ganó el Gran Premio de Grabado de la Bienal de Venecia (1954), la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X, el Sabio (1959), el Premio Carnegie de pintura (1966) y recibió la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña (1978), siendo el primer catalán en recibir tal distinción, entre otros reconocimientos.
El pintor muere el 25 de diciembre de 1983 y es enterrado en el cementerio de Montjuïc de Barcelona.
Se espera que en febrero del próximo año se inaugure el hotel Joan Miró Museum, en Palma Mallorca. El recinto contendrá una veintena de obras que los visitantes podrán ver en las habitaciones y espacios comunes que han sido cedidos por la propia familia Miró.
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