Por: Redacción/
Traducida al español por Raúl Falcó, El diablo en el cuerpo de Raymond Radiguet es una novela de amor y desamor de principios del siglo XIX, que conjunta a los clásicos que deben ser leídos.
Perteneciente a la colección Molinos de viento de la Rectoría General de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), la obra fue presentada en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara 2017 y recupera una historia reveladora de la pasión humana por la intensidad de la amorosa relación entre una joven que ha visto ir al frente a su prometido y un audaz estudiante hijo de familia, quien le contagiará su gusto por la lectura.
La maestra Carolina Gómez, editora de la Dirección de Publicaciones y Promoción Editorial de la Rectoría General de la UAM, relató que el autor falleció a los 20 años de edad cuando contaba con tres obras publicadas, no sin antes haber dejado constancia en este texto autobiográfico de un romance que sostuvo con una mujer de 19 años llamada Ema.
Hijo de un ilustrador francés de periódicos, era enviado constantemente a dejar los trabajos de sus padres con los editores. A sus 14 años decidió presentar uno de sus relatos que fue publicado inmediatamente. Luego, a los 15 años abandona su casa y sus estudios. Hacia 1918, París se caracterizaba por tener una vida intelectual, lo que le permitió al joven conocer a varios pintores y escritores, entre ellos a Picasso.
Si bien Radiguet no fue un renovador de las formas literarias pudo legar al mundo literario este texto, considerado ya como un clásico que en cada página devela la personalidad de un adolescente precoz y de una joven comprometida con un soldado francés quien encuentra en el personaje principal de esta historia un eco a sus gustos e intereses.
La trama se marca por el egoísmo del protagonista que no se detiene a pensar en nadie más que en él mismo, por lo que en un tiempo en que el nacionalismo es imperante en Francia y los valores morales eran enaltecidos, este tipo de narrativa caracterizada por ser individualista provoca un “sobresalto social e intelectual que quizá sea lo valioso y relevante”.
La novela rompe con las convenciones y preceptos sociales a seguir, y pone de manifiesto una sociedad de jóvenes que se mantienen al margen de lo social, a quienes no les interesa más que su beneficio.
“Muestra a un muchacho perdido de una realidad presente. Martha es presentada como una mujer que a pesar de vivir en un ambiente restrictivo no deja de lado lo que quiere y cómo lo quiere. Ejerce su libertad de elección”, aseveró Gómez.
El licenciado Jesús Francisco Conde Arriaga, editor de la revista Casa del Tiempo, dio lectura a un breve ensayo que tituló Histeria, capricho, fantasía en el que recordó varios pasajes de Charles Baudelaire y La Divina Comedia de Dante Alighieri, alusivos al mal y a las figuras diabólicas.
Junto con el público reflexionó sobre la naturaleza de las perversiones o debilidades del ser humano expresadas o exploradas incluso en el ámbito de la música, con el tritono utilizado por el famoso concertista Paganini, y al libro lo vinculó con el demonio, entendido como el recipiente de los miedos e ilusiones.
“Aquí están el pecado de la carne y el de la praxis. El primero, porque el joven sucumbe ante el amor y el placer de Martha; el segundo, porque Martha está comprometida con Jac, un soldado que lucha en el frente por la libertad de su patria y de sus conciudadanos, deshonrarlo es humillar la lucha de su estirpe”.
Conde Arriaga manifestó que el joven autor, considerado como el nuevo Rimbaud debido a que tenía 20 años cuando publicó el libro, difunde una especie de novela de aprendizaje aunque difiere de obras como El Juguete rabioso, de Roberto Arlt.
“Uno de los conflictos fundamentales del protagonista es, precisamente, por la condición bélica, el narrador crece, se forma y comienza su recorrido potencial a partir de encontrarse poseedor de los secretos del cuerpo y los deleites de la carne”, indicó.
Radiguet realiza descripciones del cuerpo de Martha ingenuas y hasta cierto punto juveniles, sin embargo en ellas se vislumbra la lujuria y la vanidad, símbolos inequívocos de que su sangre está ya inoculada por los caminos del demonio. Deja de ser hijo para convertirse en amante.
“Es un retrato vivo a la sociedad provinciana francesa, con sus dimes y diretes, sus corrillos en los cuales los amores sacrílegos de Martha y el joven eran abordados con malicia, la docilidad del padre ante los pasos del hijo y la pasión que desbordaban ambos mozos son senderos por los que se descubre cruel y manipulador”, externó.
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