Por: Redacción
Conocí a Elena Garro como una droga, con necesidad y angustia. Los días tenían sentido sólo si ella aparecía, si me dirigía una palabra o una mirada, reveló la escritora y periodista Elena Poniatowska durante la mesa que formó parte del coloquio El tiempo de la dicha: la lectura de Elena Garro.
Este domingo 18 de septiembre se realizó en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes la conversación organizada por la asociación académica UC-Mexicanistas para celebrar el Centenario del Nacimiento de Elena Garro (Puebla, Puebla, 11 de diciembre, 1916 – Cuernavaca, Morelos, 22 de agosto, 1998); el coloquio reúne a escritores, lectores y estudiosos de la autora quienes abordan su vida y su obra desde diversas perspectivas.
La mesa fue moderada por el académico, editor y escritor Jacobo Sefamí, y en ella participaron Luz Elena Gutiérrez de Velasco, doctora en literatura hispánica; Sandra Lorenzano, poeta, narradora y ensayista; Sara Sefchovich, articulista, traductora y novelista, y Sara Poot Herrera, doctora en literatura hispánica e integrante de la Academia Mexicana de la Lengua.
Elena Poniatowska añadió que tuvo una amistad de largos años con Elena Garro, a quien en su juventud conoció como una mujer gallarda y avasalladora, que seducía con sólo hacer su entrada, y cuyos cuentos La semana de colores y La culpa es de los tlaxcaltecas sabían distinto al resto de la literatura.
“A los 100 años, Elena Garro es más que importante, porque es por sí sola todo un género literario. Fue la gran escritora mexicana que todo lo poetiza y transforma. Al igual que sus personajes, es una partícula revoltosa que hechizó, pulverizó y domesticó a muchos enamorados y que tiró a la basura el corazón de muchos de los que la amamos”.
Luz Elena Gutiérrez destacó que la obra literaria de Elena Garro se compone no sólo de grandes novelas, cuentos y obras teatrales, sino también incorpora piezas de diferentes dimensiones y tonalidades que tienen en común la presencia de protagonistas femeninas, el desarrollo del tema del matrimonio mal avenido como origen de la infelicidad, la pérdida de la ilusión y la imposibilidad del amor.
“Sin Elena Garro nuestra literatura tendría otro sabor y colores. Por ello Emmanuel Carballo la consideró la mejor escritora mexicana del siglo XX”.
Sandra Lorenzano detalló que gran parte de la marca de los textos de Elena Garro es el miedo: miedo a la persecución, a las mentiras, al escarnio, a la miseria, a la soledad y a la falta de lectores.
“Margo Glantz dice que Elena Garro era un personaje frágil, violento, envejecido, pero también fue una novelista, dramaturga, cuentista y memorialista extraordinaria que en todos los géneros que cultivó hizo innovaciones fundamentales a nuestra literatura, pero era, sobre todo, ejemplar por su anti solemnidad, su locura y gran talento”.
En tanto, Sara Sefchovich consideró que la narrativa de Elena Garro pareciera fue creada por dos escritoras que poco tienen que ver entre sí: una que dio origen a la novela Los recuerdos del porvenir y los cuentos de La semana de colores, y otra que escribió Andamos huyendo Lola, Testimonios sobre Mariana e Inés.
“Elena Garro fue el inicio del momento en que las mujeres mexicanas escritoras dejan de ser excepciones y pasan a convertirse en un fenómeno cultural. Por eso, en los dos primeros libros vemos la vida mexicana con toda su mezcla de realidades, mitos, tiempos, vivos y muertos.”
Sara Poot, por su parte, expresó que Elena Garro fue una autora que a pesar de acosos y acusaciones es imprescindible en el canon de la literatura mexicana, ya que dejó un legado de obras articuladas desde un orden coherente de tiempo y espacios, y de cordura artística y poética.
“Elena Garro fue una mujer de enorme versatilidad metida en la cultura de su época. Hablando de la segunda mitad de los años treinta y cuarenta, fue un periodo en que ella escribió guiones de cine, reportajes, cartas y diarios personales. Fue una mujer que se adelantó a los tiempos, no sólo de la violencia, sino al de la denuncia de los derechos humanos”, agregó.
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