Por: Oswaldo Rojas
Heredero del surrealismo en México, Rodolfo Morales (8 de enero de 1925) fue considerado uno de los pintores de mayor talento para una generación por sus oníricos lienzos. A 15 años de su muerte se le recordará en el ex Convento de Santo Domingo de Guzmán.
El maestro pintor nació en Ocotlán de Morelos, Oaxaca, fue un niño solitario que pasaba su tiempo dibujando. A sus 23 años ingresa a la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, donde pintores nacionales de renombre han cultivado su técnica.
Según la Fundación Cultural Rodolfo Morales, el oaxaqueño inició su carrera de 32 años como maestro de dibujo en la Escuela Nacional preparatoria No. 5 en 1953. Para esa institución también realizó un mural en 1962.
Dicha fundación informa que en 1975 Rodolfo Morales tuvo su primera exposición en la Casa de las Campanas. A partir de esta muestra su trabajo lograría llegar a la Galería del Círculo (1976), la Galería Estela Shapiro (1978), en Phillis Needlemán Gallery, Chicago (1981), la Galería Uno en Puerto Vallarta (1984), entre otros sitios.
El pintor surrealista también fungió como benefactor pues restauró el ex Convento de Santo Domingo de Guzmán, la iglesia de Ocotlán de Morelos y colocó árboles en los caminos y entradas a pueblos de dicho distrito.
El pintor legó al Palacio Municipal de Ocotlán un mural que comenzará a ser restaurado con apoyo de la Secretaría de Cultura y Artes de Oaxaca (Seculta).
Por su quinceavo aniversario luctuoso la Seculta en colaboración con la Fundación Rodolfo Morales organizará en el ex Convento de Santo Domingo de Guzmán, una conferencia de prensa recordando momentos fundamentales en la vida del pintor surrealista.
En 2013 el escritor Josu Iturbe como parte de la inauguración de una exposición tributo a su trabajo comentó:
“El manejo meticuloso del pincel construye un mundo, una realidad paralela y de algún modo mitológica. Las figuras, sus mujeres aladas, las arquitecturas de desbordada perspectiva, el color nebuloso, la nitidez de las escenas, simbolismos de lo cotidiano, erigidos casi en tótems pictóricos, etéreos lugares de esa otra realidad”.
“En sus cuadros la atmósfera creada es muy importante, es decir, no ya lo pintado, sino la impresión de lo pintado, que en Morales significa placer por la propia pintura”.
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