Por: Redacción
Entre los postulados y memorias que se encuentran en las páginas de Esculpir el tiempo (1986), el director de cine Andréi Tarkovski alabó a Robert Bresson como el realizador más coherente que había conocido. El legado del francés no se quedó en Rusia, desde Godard y los jóvenes de la Nueva ola hasta los trabajos de Carlos Reygadas, la vigencia bressoniana persiste hasta nuestros días.
“Las reflexiones de Bresson sobre cine y su práctica cinematográfica hacen que tenga el papel de radical: el que lanzó un estilo de cine hasta un punto extremo. Creo que por eso lo vamos a recordar”, afirmó Philippe Ollé-Laprune durante su ponencia en Charlas sobre cine francés, que se llevó a cabo en la Sala 4, Arcady Boytler.
Organizada por la Coordinación Nacional de Literatura del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), la Dirección de Literatura de la UNAM y la Cineteca Nacional, la serie de charlas se lleva a cabo los lunes y se dedica a reflexionar sobre la relación entre literatura francesa y sus adaptaciones en el cine. En esta sesión el promotor expuso los conflictos compartidos entre el cineasta francés y el escritor Georges Bernanos, cuya novela Diario de un cura rural (Journal d’un curé de campagne, 1936) fue llevada al cine por Bresson.
La adaptación de 1951 —a la que Raúl Miranda, moderador de la charla y subdirector de Documentación y Catalogación de la Cineteca Nacional, calificó como “un viaje de desesperación y búsqueda”— sigue fielmente el relato de Bernanos, en donde un joven cura llega a una parroquia rural y es recibido con hostilidad por la población, cuya falta de fe hace que el mismo protagonista dude de los designios de Dios.
“Es una interrogación muy dura sobre el bien y el mal”, comentó Ollé-Laprune. “Es una obra, tanto la literaria como la cinematográfica, que está obsesionada con esta idea de ‘¿Qué le pasó a Dios para que nos hiciera todo esto?’, y la única respuesta es lo que dice al final: ‘Todo es gracia’”.
A pesar del encuentro temático que ambos autores tuvieron en Diario de un cura rural, el editor apuntó una diferencia en el tratamiento de sus personajes: “Bernanos es muy cercano a sus personajes y les pone mucha pasión”. En el extremo opuesto, Bresson es principalmente reconocido por la neutralidad que imponía sobre sus actores, a los que forzaba a repetir tomas hasta que sus interpretaciones carecieran de emotividad y exageración.
En el mismo sentido, su uso de actores no-profesionales en lugar del convencional star system francés ayudó a que sus historias no se vieran interrumpidas por distractores, como las acciones prototípicas de Jean Gabin o la sensualidad irreverente de Brigitte Bardot y pudieran ser apreciadas como una intención artística. Ollé-Laprune aseguró que, cuando en París se asistía a los estrenos de Bresson, “sabíamos que íbamos a ver la obra de un director”.
Durante la próxima sesión de Charlas sobre cine francés se proyectará El año pasado en Marienbad (L’Année dernière à Marienbad, Alain Resnais, 1961), comentada por Isaí Moreno; lunes 22 de agosto a las 18:00 horas en la Sala 4. La entrada es libre y las cortesías de acceso pueden ser recogidas en la taquilla 5 de la Cineteca Nacional.
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