Por: Redacción/
Niños, jóvenes, padres, maestros y público, ocuparon su lugar entre los atriles la tarde de este miércoles, cuando el espíritu comunitario y la mexicanidad fueron recreados a través de la música por la Orquesta y Coro de Música Tradicional Mexicana, que en cada nota reflejó nuestra identidad nacional y el orgullo por nuestras raíces y hermanando a todos los asistentes, más allá de supuestas barreras culturales.
En esta ocasión tocó a la Biblioteca Vasconcelos ser sede del segundo y último concierto de otoño que la agrupación, que ha encontrado en la música tradicional un verdadero camino para comunicarse, ofreció en dos magnos recintos de la Ciudad de México, en los que cautivó al público en un recorrido sonoro por distintas regiones del país, tocando y cantando desde sones michoacanos hasta música tradicional chiapaneca y tambora sinaloense.
Como en su primer presentación, llevada a cabo el pasado martes en la Biblioteca de México, el talento proveniente de 18 comunidades de 14 entidades de la república, inició con la interpretación de Nuestra casa en un país, obra con música de Enrique Quezada y letra de Eduardo Langagne, que fue creada especialmente para la Orquesta, integrada por 215 estudiantes de primaria y secundaria de las agrupaciones de música tradicional del Sistema Nacional de Fomento Musical, del Sistema Educativo Nacional, 10 maestros de música y 15 padres de familia.
El Director, Eduardo García Barrios, fue explicando a los asistentes, sentados al lado de los jóvenes ejecutantes en lo que fue una maravillosa experiencia inmersiva, los pormenores de cada obra seleccionada para la ocasión, como en el caso de Dos sones, que une a la perfección piezas zapotecas y purépechas, pueblos alejados que encuentran una conexión a través de sus sonidos.
El público pudo también disfrutar del hermoso bolero Villahermosa, de Manuel Pérez Merino, seguido por el ensamble de marimbas de Centla, Tabasco y de la zona chuc maya de la frontera con Guatemala, que ejecutó la anónima Pochitoque, para luego pasar a una canción que está en los recuerdos de varias generaciones de mexicanos: El jicote aguamielero, de Francisco Gabilondo Soler (Crí-Crí).
El ambiente cambió por completo en la biblioteca que, llena de color y sonido se ha caracterizado por dar cabida a distintas expresiones artísticas convirtiéndose en un lugar lleno de vida, con Canciones de Sinaloa, popurrí con piezas como El sauce y la palma y El sinaloense.
El director orquestal celebró la recién inclusión a la agrupación del Ensamble comunitario de son sureño de San Andrés Tuxtla, que interpretó los sones veracruzanos Los enanitos y La María Cirila, ambos ya muy poco escuchados.
El programa cerró con una la obra que se ha convertido en el himno del Movimiento Nacional de Agrupaciones Musicales Comunitarias de la Secretaría de Cultura, Alas a Malala de Arturo Márquez, pieza encargada al autor por el Sistema Nacional de Fomento Musical dedicada a la niña pakistaní, Malala Yousufza, quien fue atacada por grupos de extremistas al defender su derecho a la educación.
Culminado el programa Eduardo García Barrios, reconoció a las autoridades culturales y educativas por la iniciativa y reconoció que el éxito de ésta no sería posible sin el trabajo de las familias, los maestros e instituciones sociales que se sumaron a ella, para crear la orquesta más grande de todo el país, especializada en la interpretación de repertorio mexicano.
Los aplausos de los asistentes que retumbaron en todo el recinto, lograron que la Orquesta ofreciera nuevamente como encore Nuestra casa es un país, pieza estrenada por la gran agrupación el pasado 3 de abril en el Palacio de Bellas Artes.
La creación de la agrupación única en su tipo, fue instituida por la Secretaría de Educación Pública y la Secretaría de Cultura en 2017, en el marco del programa Cultura en tu escuela. Desde entonces sus integrantes han desentrañado la riqueza musical de México, y ponderado el derecho que niños, jóvenes y adultos tienen de disfrutar y vivir el arte.
La aventura comenzó hace un año con la selección de sus miembros niños para que recibieran capacitación en técnica vocal, análisis de textos y en la pronunciación de las lenguas originarias, quienes también asistieron a distintos talleres de integración que los llevaron a recorrer distintas ciudades, conviviendo con niños de otras regiones y aprender distintas tradiciones musicales para aprender y valorar los elementos culturales que los vinculan.
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