Por: Redacción
Un recorrido por las más significativas fiestas y celebraciones del país, que irrumpen en la vida cotidiana cargadas de significados y que recuerdan nuestro compromiso con el otro, la familia, la comunidad, las divinidades y con uno mismo, está plasmado en los dos volúmenes de La fiesta mexicana, obra coordinada por Enrique Florescano y Bárbara Santana.
El título coeditado por la Dirección General de Publicaciones de la Secretaría de Cultura y el Fondo de Cultura Económica (FCE), dentro de la colección Biblioteca Mexicana, da cuenta de todas aquellas fiestas, las cuales también cumplen un papel nacionalista que une e identifica a una sociedad política, cultural y socialmente diversa, y que se resumen en encuentros que fortalecen e identifican a las colectividades.
A través de sus páginas el lector asiste a las más diversas fiestas de México, muchas de ellas nacidas de lo cotidiano: los ciclos agrícolas, ritos religiosos, victorias políticas y militares, o el paso de una etapa de la vida a otra.
Así como las celebraciones donde la comunidad se reúne para animar, guiar y acompañar a sus miembros en los momentos más significativos de la vida. El arraigo popular de festividades, como la del 15 de Septiembre, el Día de la Madre y el Día de Muertos se encuentra en cada hogar, cada población y en todo México.
“A lo largo de la historia los seres humanos han encontrado en la fiesta un lugar de encuentro, un espacio para celebrar el mundo de los sentidos, para conciliar y establecer distintas formas de relación con otros miembros de la comunidad”, escriben en el texto de presentación los coordinadores de la obra.
En su texto, Enrique Florescano y Bárbara Santana señalan que el día de fiesta cancela el trabajo cotidiano, y aun cuando no hay un descanso absoluto, pues los preparativos de la fiesta pueden ser más agotadores que las labores diarias, el tiempo se consagra a la ceremonia, al ritual, al goce.
A través de La fiesta mexicana “no sólo asistimos a una multitud de fiestas, ritos y celebraciones donde concurren la música, los banquetes, las ceremonias y las festividades colectivas de todo tipo. Todas ellas se resumen en encuentros que fortalecen e identifican a las comunidades. Porque, recordando las palabras de Octavio Paz, la fiesta es participación”, concluyen.
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