Por: Redacción
Como un capitán que contra viento y marea no abandona el barco, la maestra Pilar Luna Erreguerena, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y pionera de la arqueología subacuática en nuestro país, comenta que en México no hay concesiones a la explotación de los bienes culturales sumergidos.
La subdirectora de Arqueología Subacuática del INAH se dirigió con esa convicción a los medios de comunicación reunidos en el Museo Nacional de Antropología para participarles una grata noticia: el próximo 1 de marzo recibirá el Premio a la Investigación 2015 por parte de la Sociedad Geográfica Española (SGE), en la Mutua Madrileña, siendo la primera latinoamericana y la segunda mujer en recibirlo después de la egiptóloga paquistaní Salima Ikram.
La SGE le otorga este premio en reconocimiento a su trayectoria de más de 30 años dedicados a la investigación y preservación del patrimonio cultural sumergido.
Sin presunción alguna —pues considera que existen muchas personas “que hacen de su vida diaria algo extraordinario” y que los premios son al final circunstanciales—, dijo que es una distinción a una trayectoria, “a una vida dedicada al patrimonio subacuático, donde quiera que este se encuentre”.
Hace tiempo que Pilar Luna amplió su horizonte sobre el legado que defiende. Fue en el seno de la UNESCO, al participar en la redacción de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, que sus miras fueron más allá de los 11 mil kilómetros que abarca el litoral mexicano, para emprender cruzadas en la defensa de las “cápsulas de tiempo” perdidas en la inmensa superficie marina, la cual cubre poco más del 70 por ciento de nuestro planeta.
Hoy en día, dijo, sería casi imposible que México cediera cualquier permiso a empresas de cazadores de tesoros —aun contando con el aval de alguna institución académica—, en virtud de que es uno de los Estados parte que han ratificado la citada Convención de la UNESCO, legislación que inclusive está por encima de leyes nacionales como la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, que en el artículo 28 TER (que fue adicionado) contempla la protección a esta herencia sumergida en aguas continentales y marinas del país.
Luego de contar con la asesoría del Padre de la Arqueología Subacuática, George Bass, en los años 70, Pilar Luna trabajó en la formación de un área dedicada a la arqueología subacuática dentro del INAH. Trascurridos 36 años, la Subdirección encabeza varios proyectos, entre ellos el dedicado al rastreo de la nave almirante “Nuestra Señora del Juncal”, que zozobró en 1631, y formó parte de Flota de la Nueva España.
Luna Erreguerena, quien disfrutó de su infancia frente a las playas de Tampico, Tamaulipas, explicó a la prensa algunos de los proyectos de investigación que actualmente tiene la Subdirección a su cargo, entre los que sobresale la exploración del sitio Hoyo Negro, en Tulum, Quintana Roo, donde además de los restos de Naia, una adolescente que vivió hace más de 12 mil años, se hallaron los restos de fauna pleistocénica, entre ellos de ejemplares de oso tremarctino (o con anteojos) y perezoso gigante, especies de las que no se tenía registro en la Península de Yucatán.
A finales de año, dijo, el equipo interdisciplinario destinado a desentrañar los secretos guardados en Hoyo Negro, difundirá los últimos avances de las investigaciones. Como adelanto, la arqueóloga señaló que Naia presenta una fractura en el brazo que pudo resultar de un “jaloneo”, además de un alto grado de desnutrición que habla también de condiciones climáticas adversas.
Pilar Luna y Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología, hicieron hincapié en las condiciones extremas en que se realiza la arqueología subacuática, ya que exige atenerse siempre a las reglas del buceo. Hasta el momento, el INAH ha registrado más de 400 sitios con bienes culturales sumergidos, lo mismo en aguas continentales, que en el Golfo de México, el Caribe, y el Pacífico.
El desarrollo del Museo Virtual de Arqueología Subacuática (MAS); la recreación de un naufragio, incluida la reproducción de un barco de 30 metros de eslora, en Playa Bonita, Campeche, así como la creación de un museo dedicado a estos temas en el Baluarte de San José El Alto, en la misma ciudad, son algunos de los proyectos que mantienen entusiasmada a Pilar Luna.
Este 2016 es un año en que los múltiples esfuerzos de la maestra están siendo reconocidos. El pasado 6 de enero recibió el Premio al Mérito de la Society for Historical Archaeology (SHA, Sociedad de Arqueología Histórica) y el Advisory Council on Underwater Archaeology (ACUA, Consejo Asesor de Arqueología Subacuática), de Estados Unidos.
Estas preseas se suman a otras distinciones y nombramientos que Pilar Luna ha recibido y que coronan una fructífera trayectoria dedicada a la investigación, preservación y protección del patrimonio paleontológico, arqueológico, histórico e industrial que yace en la profundidad del mar. Una tarea nada fácil si se consideran los 11 mil kilómetros de litorales y hasta 200 millas náuticas de aguas mexicanas.
Pilar Lunar ha vencido todas las reticencias que suelen ponerse a la mujer, más aún cuando se hace a la mar. “Yo sólo he pedido ser tratada como una persona profesional”, comentó con el mismo carácter férreo que demostró la primera vez que se hizo cargo de un rescate hace 37 años y que le valió una disculpa del propio capitán.
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