Por: Oswaldo Rojas
La figura de Joaquín El Chapo Guzmán es, por decirlo de una forma, de dominio público. Su fama no sólo se acrecienta con cada una de sus gracias hacia el sistema de seguridad nacional y sociedad, también esa figura se renueva para permanecer vigente.
Por esa razón no es raro que las editoriales, novelistas y periodistas vean en él un tema por demás explotable para escribir – buenos o malos – libros sobre su vida.
Por un lado están los que son del tipo Joaquín El Chapo Guzmán. El varón de la droga, de Andrés López López. Un texto híbrido entre los hechos reales y la ficción complaciente para televidentes de La reina del sur. Donde además de contar pasajes de su vida como líder del Cártel de Sinaloa y sus encontronazos con otras figuras del hampa mexicana suma relatos, esos sí, menos conocidos de cómo un niño tiene que crecer para convertirse en el hombre más buscado por dos naciones.
El libro de López López expone al Chapo en su lado más humano; aquel que debido a su necesidad de mujeres, de enaltecimiento de su propia figura y la búsqueda por mantener unida a su familia, comete errores y otras veces atrocidades.
El autor hace una aclaración pertinente en el principio: no existe una diferencia entre la literatura y la llamada literatura narco. Aclaración pertinente porque así el lector puede pasar por alto el grado de ficción con el que López López rodea a los personajes, resultando plausibles las motivaciones tanto de narcos como de agentes de seguridad en el texto.
El otro tipo de libros que se acostumbra publicar sobre Guzmán Loera son como el de Raymundo Riva Palacio, La Segunda fuga del Chapo, con un estilo más sólido y sustentado principalmente en datos comprobables.
En este corto texto Riva Palacio rastrea los actos que desde los gobiernos de Fox y Calderón fueron debilitando el sistema de seguridad en centros penitenciarios que sumados a la corrupción lograron que el capo construyera el túnel que le regresó la libertad escopeta en mano.
Se trata del recuento de sucesos como la desaparición de Plataforma México, la asignación de secretarios de seguridad sin consensos de discreción, las intenciones de Osorio Chong por acumular poder político y el debilitamiento de estrategias de combate al crimen organizado en aras de una mejora en la percepción ciudadana en temas de seguridad.
Sin embargo, deja muchas afirmaciones al aire que el lector debe suponer consiguió off the record.
Ambos libros útiles como acercamiento a la historia de Joaquín El Chapo Guzmán, no así para entender las ramificaciones de su actos, ni su importancia en la forma en que los cárteles de la droga cambiaron su forma de operar para obtener mejores resultados, reduciendo al mínimo sus afrentas contra militares.
No Comment