Por: César Dorado/
Hermano del pintor Pedro Coronel y yerno del muralista Diego Rivera, Rafael Coronel Arroyo-quien haya fallecido el pasado martes 7 de mayo- representó un paso evolutivo dentro del mundo de la pintura y las artes plásticas mexicanas debido al lenguaje técnico que utilizaba; empleando una esencia expresionista que capturaba las más bajas experiencias urbanas de la época. El maestro Coronel es considerado uno de los precursores del movimiento Nuevo Expresionista de México.
Nacido en 1931, Coronel Arroyo estuvo rodeado de un interés artístico inminente, ya que su abuelo fue un destacado decorador de iglesias y su hermano mayor un incursionado de las artes plásticas. Para 1951, Esperanza Coronel, su hermana, contrae nupcias y se instala en la ciudad de México. Rafael sigue al joven matrimonio para vivir en la capital e inscribirse en la facultad de arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Un año más tarde, siguiendo apasionado por el arte, se inscribe a un concurso de pintura y gana una beca para estudiar en la Escuela Nacional de Artes Plásticas La Esmeralda en la Ciudad de México. Ahí, tomó clases con el maestro Carlos Orozco, quien lo introduciría en el mundo del muralismo en compañía de Rafael Corzas, pionero del movimiento “La generación de la ruptura”.
Con el pasar de los meses, a través de Carlos Mérida, Coronel conoció a la promotora, galerista y directora de la Galería de Arte Mexicano, Inés Amor, quien montó la primera exposición del artista en 1956. En los próximos cuatro años siguientes compuso una serie de pinturas en técnica mixta sobre cartulina que entusiasman a la crítica y a los coleccionistas nacionales y extranjeros.
Tras ganar popularidad en territorio nacional, realizó su primer viaje a Europa. En España es fuertemente impresionado por la pintura de Francisco Goya y le lleva a incursionar dentro de un mundo pictórico obscuro y fatalista.
Con esta evolución, el museógrafo Fernando Gamboa escribió: “El arte tan personal de Rafael Coronel, tiene un árbol genealógico de mucho abolengo. Se remonta a la corriente de los luministas y claro-oscuritas italianos, españoles y holandeses, que heredaron los novo hispanos”
A partir de estos proyectos y críticas, el pintor comenzó a trabajar en los grandes formatos como Rata en el Basurero (1959) e incursionar dentro del mundo del arte abstracto y el surrealista. Parte de esta experimentación la plasma dentro de los dos murales del Instituto Nacional de Antropología e Historia, “El mundo espiritual de los mayas peninsulares” y “Abstracción” (1964).
A partir de los años setenta, realiza importantes exposiciones en museos de México y el extranjero, como las muestras Crónica Humana, en el Palacio de Bellas Artes de México y El Mundo Mágico de Rafael Coronel, en el Museo Iglesia de St. Stae en Venecia, Italia.
Con los años venideros, la vida del artista se vería impregnada de un constante aprendizajes de los nuevos movimientos artísticos, con lo cual habría una evolución representativa en su lenguaje pictórico, lo que llevaría al artista a un mundo de introspección desapegado de la realidad cotidiana.
Sin lugar a dudas, Rafael Coronel Arroyo representa en su obra la filosofía de la vida con honestidad y humanidad, aunque con el oscurantismo de una tragedia visceral y surrealista que eleva el espíritu humano en su máxima expresión.
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