Por: Redacción
Publicada por Editorial Turner y Galería Páramo, la obra fue comentada en el Museo Rufino Tamayo por Eduardo Vázquez Martín, Jorge Juanes, Itala Schmelz y Jesús Silva-Herzog Márquez
El libro ofrece textos de críticos, investigadores y ensayistas como Erik Castillo, Jorge Contreras, José Barrios Lara, Eduardo Milán, Carlos Prospero y Eduardo Vázquez
Roberto Rébora (Guadalajara, Jalisco, 1963) es uno de los pintores mexicanos contemporáneos más destacados. Su compleja narrativa plástica motivó la publicación de Materia y discurso de fe, libro que fue presentado este viernes 10 de febrero en el Museo Rufino Tamayo.
La obra, publicada en inglés y español por Editorial Turner y Galería Páramo en 2016, fue comentada por el Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín; el filósofo y crítico de arte Jorge Juanes, la directora del Centro de la Imagen Itala Schmelz, el escritor, ensayista y analista político Jesús Silva-Herzog Márquez, y el propio Roberto Rébora. La presentación fue moderada por la periodista Ivabelle Arroyo.
Eduardo Vázquez Martín destacó que el volumen permite acercarse a la trayectoria creativa de Rébora desde una perspectiva que “va de la intimidad personal al espacio de la ciudad, donde ésta se transfigura en figuras más abstractas. Aquí hay una historia que se puede contar: va de espacios íntimos recuperados de la adolescencia y la juventud como territorio narrativo, hasta desembocar en un camino que entronca en una búsqueda de la ciudad, de mirar la ciudad”.
En el trabajo del artista jalisciense, añadió, “hay una mirada crítica y hay una mirada ética: retoma planos caóticos y hay en él una mediación sobre la violencia. Le importa devolvernos, aportarnos una imagen del mundo que compartimos”. En el libro, sostuvo, hay un espacio y un tiempo histórico, pero además hay también puntos de fuga, que se da a partir de una conciencia del dibujo muy presente.
“Hay un lenguaje común en el libro: la pincelada. Rébora es un artista al que se le reconoce por algo que está más allá de sus etapas creativas. Hay en él una pincelada muy pensada, elegante, muy significante y al mismo tiempo un espacio habitable que lo hace consciente y muy responsable de su labor como artista”, apuntó también Eduardo Vázquez.
Por su parte, Jorge Juanes aseguró que Roberto Rébora “es un pintor muy importante en México al que quizá no se le ha dado todavía el lugar que merece y por tanto la publicación de este libro creo que le va a dar una presencia pública muy merecida. Éste es un libro estupendo, muy bien impreso, muy bien diseñado y que resume muy bien la obra y los momentos de su trabajo pictórico”.
La pintura del siglo XX ha sido excepcional, agregó Juanes, y dentro de ella se han vivido momentos sorprendentes y propositivos que continúan una larga tradición. “El trabajo de Rébora está en esa línea: dimana la energía subyacente de la modernidad y la temporalidad moderna. El artista asume la modernidad desde el arte”, indicó.
En tanto, Itala Schmelz comentó que Materia y discurso de fe además de hacer un recorrido retrospectivo del trabajo de Rébora, presenta algunas de sus obras más recientes, como las que forman parte de la serie Media Star, en la que el artista “opera como sujeto ante el lienzo y realiza actos de imaginación”.
Los cuadros de Rébora, dijo también, “están hechos de manchas de realidad; en ellas se revienta la bidimensionalidad. En él, el lienzo es activo. Su trabajo reciente es una mirada hacia dentro, donde la condición pura del espacio es revelada como energía incorpórea”.
Más adelante, Jesús Silva Herzog-Márquez celebró el “encuentro con un pintor que ha pensado en la pintura durante toda una vida, en el que en cada trazo hay muchas horas de reflexión sobre la historia de la pintura”. En su obra, agregó, “está presente la relación del hombre con el absoluto: ese es el gran motivo de sus cuadros. Hay también un elemento constante: la soledad. Es un narrador que cuenta una historia muy compleja en un instante”.
En el trabajo de Rébora, opinó, “hay un personaje que es el vacío; aún en la ciudad está el vacío, la nada. Lo que vemos son figuras cabizbajas, encorvadas, que casi siempre nos dan la espalda. Contemplamos la pared como una especie de paredón, donde estamos suspendidos”. En cuanto al libro, sostuvo que “uno de los aciertos de la edición es que no sólo podemos ver sus cuadros, sino que podemos asomarnos a ensayos a ideas”.
Finalmente, Roberto Rébora expresó: “Soy un hombre de taller. Intento la libertad en mi trabajo”. Y recordó que muy pronto tuvo “la impresión que marcó mi vida por siempre: los trazos de José Clemente Orozco. El Modelo de Orozco fue para mí poderoso: todo mi camino ha sido asimilar ese modelo que lo abarcó todo”.
En cuanto a su trabajo creativo, comentó: “Mi esfuerzo ha sido dedicarme a pintar para ver desde qué acceso puedo expresar aquello que está relacionado con mi experiencia. La pintura es corazón y rostro. Tiene que ver con gestos primarios: la línea, el gesto, la mancha, en ese orden se va construyendo. El trabajo del pintor es muy esencial: encontrar sentido a los efectos que produce su oficio, lo cual es complejo. En el pintor es el pulso, el gesto, lo que puede ordenar la expresión de la experiencia que se vive”.
El libro
Materia y discurso de fe reproduce a color varias obras de Roberto Rébora, así como ofrece una amplia semblanza de su trayectoria artística, comentada por críticos, investigadores y ensayistas, como Erik Castillo, Eduardo Milán, Jorge Contreras, Carlos Prospero, Miguel Cervantes, José Luis Barrios Lara, Daniel Rodríguez Barrón y Eduardo Vázquez Martín.
Con prólogo de Philip Ball, en el libro los escritores analizan la plástica del artista jalisciense, quien en 1977 comenzó su carrera de manera autodidacta, en 1984 fue becado por el editor Enrico Valecchi, lo que le permitió ingresar a la Scuola d’Arte il Bisonte en Florencia, y durante el periodo 2000-2006 formó parte del Sistema Nacional de Creadores del FONCA.
El trabajo pictórico de Roberto Rébora —que como señala Ball se caracteriza por sus imágenes vivas con movimiento e iluminación—, ha sido expuesto en diversos museos nacionales e internacionales, entre ellos el Museo Carrillo Gil, el MARCO de Monterrey, el Museo de las Américas en Washington, D.C., y la galería UFO Space en Los Ángeles.
“El arte de Rébora cobra sentido cuando se considera no en términos de las configuraciones del pigmento sobre el lienzo, sino en términos de los gestos y la materialidad en su creación. Es un acto de invocación, sólo que en lugar de la voz utiliza el movimiento, la luz y la materia”, escribe Philip Ball.
A lo largo de las más de 200 páginas del libro, se presentan los textos de los ensayistas, quienes comentan la obra del pintor, analizando alguna de las exposiciones que ha tenido Rébora, entre ellas La niña precoz (1994); Suite cojín (1995); Futura (1998); Dibujos urbanos (2001), y Media Star (2016).
Sobre Media Star, el escritor, crítico y docente Carlos Prospero dice: “Tras acudir a la exposición de Media Star, no tengo duda de que me deslumbró la luz que Roberto Rébora materializa en sus cuadros. Sin embargo, no hubo uno que me metiera adentro de su espacio. ¿Por qué, como en un espejo, rebotaron mis ojos hacia el mundo exterior? Porque Rébora nos muestra una forma diferente de apreciar la realidad”.
Para el poeta y actual Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Eduardo Vázquez Martín, en el ensayo titulado “Algunas características de la pintura de Roberto Rébora” la obra del pintor jalisciense es narrativa, cuyas imágenes forman parte de un relato donde los personajes viven situaciones concretas.
“Los cuerpos que crea este pintor mexicano, las formas figurativas que habitan los cuadros describen siempre un movimiento: vienen de algún sitio para moverse a otro, dejan de hacer algo o se disponen a hacer otra cosa. Al significado de instalarse en cierta indeterminación temporal, al estar sucediendo, se suma la acción precisa que sucede”, indica Vázquez Martín.
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