Por: Redacción
Considerada por el Secretario de Cultura capitalino, Eduardo Vázquez Martín, como una fiesta para aquellos que se nos han adelantado a la muerte, la Celebración de Muertos 2016 llegó a su fin al ritmo del son jarocho con la participación de Los Macuiles, Mogo Mogo, Los Cojolites y Mono Blanco, quienes recordaron al público la importancia de mantener vivas las tradiciones.
“Han sido cinco días de celebrar a nuestros muertos, estamos seguros que aquellos que ya se han ido se han sentido celebrados con dignidad por todos ustedes. Esta fiesta es para quienes se nos han adelantado y están en nuestro corazón porque los recordamos”, expresó el funcionario durante el cierre de actividades en el último concierto.
El también poeta y promotor cultural agradeció a las más de 2 mil personas que han trabajado desde el pasado sábado 29 de octubre para que esta fiesta se llevara a cabo con una gran oferta musical en el Foro Artístico, así como a los participantes de la Ofrenda Canto al agua, con la cual la artista mexicana Betsabeé Romero rindió tributo al agua y al pasado lacustre de México Tenochtitlan.
El son jarocho fue el anfitrión de la velada, donde el zapateado y la rima cantada resaltaron la importancia de reconocer, revalorar y mantener nuestras raíces, a través de esta celebración del Día de Muertos, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
A partir de las 17:00 y hasta las 22:00 horas, la máxima expresión tradicional de música jarocha tomó el escenario para hacer cantar y bailar a los cientos de visitantes que acudieron al Zócalo capitalino. Primero llegó al Foro Artístico la agrupación Los Macuiles (Cinco, en náhuatl), originaria de Xalapa, Veracruz, que interpretó un son jarocho fusión, donde incorporó no sólo géneros como el son cubano o la bachata, sino que también empleó instrumentos como el saxofón, la guitarra electrico-acústica, la trompeta y el corno.
“La vida es un son para bailar; el son jarocho tiene memoria y es un saber profundo”, expresaron Los Macuiles en el escenario antes de interpretar temas muy movidos, como “Morena”, “Mientras no digas nada”, “Chocolatito”, “Llueve”, “Alebrije” y “Nicolás”, entre otras.
Al caer la tarde, se presentó en el escenario el grupo Mogo Mogo, originario de Tulum, Quintana Roo, quien deleitó al público con un son jarocho más tradicional —envuelto del sonido de jaranas, décimas habladas y cantadas y el clásico zapateado sobre tarima—, que entusiasmó a los asistentes al ritmo de “Peterete”, “El pájaro cú”, “El coco”, “La Tlacoyatzin” (son sobre la mujer), “La guanábana” y “Café con pan”, entre otras.
El éxtasis musical llegó con Los Cojolites, agrupación con más de 20 años de trayectoria que ha logrado poner en alto este género musical, logrando dos nominaciones al Grammy en la categoría de música regional mexicana, quienes pintados de catrines rimaron diversas décimas de Mauro Domínguez dedicadas a los fieles difuntos.
Los músicos, que ponen en alto las expresiones artísticas de Jáltipan en la Región de los Tuxtlas, Veracruz, explicaron que gracias a este tipo de conciertos se perpetúan las tradiciones y se unieron a la celebración del Día de Muertos con temas como “La bamba”, “La contradicción” y “Sembrando flores”, entre otros, con los que levantaron los ánimos del público a través de diversos duelos de zapateado y jaranas.
La noche jarocha cerró con la presentación de Mono Blanco, agrupación originaria de la Ciudad de México y fundada en 1977, que llevó al público a unir las palmas y zapatear al ritmo de las jaranas con sones como “Los chiles verdes”, “El Colás”, “El Cuchumbé”, “Malhaya”, “La bamba”, “La guacamaya” y “El mundo se va a acabar”, por mencionar algunos.
Gilberto Gutiérrez Silva, fundador de la alineación musical, agradeció a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México por la invitación para formar parte de esta Celebración de Muertos 2016 y participar en el rescate de las tradiciones a través del sonido de la jarana jarocha.
Una amplia oferta musical
A lo largo del último día de jornada también se contó con la presencia del grupo de etno-rock Amoxtli, que, desde el municipio de Nezahualcóyotl, Estado de México, llegó al Foro Artístico alrededor de las 12:30 horas para envolver a los primeros espectadores de un sonido propositivo, progresivo, cuyo origen es el respeto al arte musical prehispánico, extendiendo sus ramas hacia instrumentos contemporáneos.
Más allá del goce estético que provocó el ritmo de temas como “Ojo de agua”, “Ofrenda” o “Despertar” (mismos que están incluidos en su EP difundido en Internet), Amoxtli usó instrumentos modernos como guitarra eléctrica y batería, mezclados con instrumentos de inspiración prehispánica, con el único fin de comunicar sensaciones, reflexiones, conceptos, e invitar a los oyentes a reencontrarse con sus orígenes y proyectarse hacia un futuro lleno de fortaleza.
De la Sierra Madre Occidental, en Jalisco, el grupo huichol (wirrárica) Venado Azul entusiasmó al público con las notas de instrumentos como el tololoche, vihuela y violín, creando canciones en su lengua y en español. Sobre todo, las personas se entregaron a la voz y el carisma de “Venadito” (José de Jesús), hijo de José López Robles, fundador de esta agrupación sonora, que a sus 8 años de edad porta con dignidad su traje típico y engrandece la música de su comunidad.
La propia agrupación (conocida más allá de sus fronteras al ser parte de la peregrinación a la región ancestral de Wirikuta para defender sus tierras) ha definido su propuesta como música indígena que apenas comienza a difundirse, pero vale la pena escucharla por hablar de temas como la madre tierra, el agua, la lluvia, el fuego y el venado, animal sagrado en la comunidad huichol.
Música tradicional wirrárica, regional y rancheras, además de cumbias cantadas en su idioma y en español lograron el reconocimiento de este grupo —conformado también por José López Robles (vocalista, violín y director musical), Esteban García Vergara (tololoche), Albino de la Cruz Díaz (vihuela) y Alma Delia Torres (segunda voz)—, que vestido de prendas huicholas vistosas, compartieron orgullosos con los capitalinos parte de su identidad.
El canto cardenche
La intensidad y la melancolía del canto cardenche, ese lamento melódico del campo norteño mexicano, se hizo presente en la parte intermedia de la quinta y última jornada de la Celebración de Muertos 2016 en el Zócalo capitalino.
Hacia las cuatro de la tarde del pasado miércoles 2 de noviembre, en el Foro Artístico instalado en esta plaza por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, se presentó ante el público la “Ofrenda acardenchada”, coro mixto dirigido por Juan Pablo Villa, que interpretó algunos temas de este canto conservado actualmente sólo en algunos municipios de los estados de Durango y Coahuila.
El canto cardenche es ejecutado sólo con voces, sin acompañamiento musical, y es producto de la vida dura de los campesinos, por lo que sus temas son melancólicos y doloridos: originalmente sólo es interpretado por hombres. Sin embargo, la “Ofrenda acardenchada” se presentó en el Zócalo con un coro compuesto por 14 mujeres y seis hombres, quienes emocionaron a los presentes con canciones en ritmo lento que evocaban la soledad del campo y los seres queridos perdidos.
Canto al agua, de Betsabeé Romero, fue la gran instalación-ofrenda interactiva del Zócalo conformada por 113 trajineras que estuvieron dedicadas a importantes personajes y problemáticas sociales, las cuales celebraron el Día de Muertos del 29 de octubre al 2 de noviembre en la plancha de la Plaza de la Constitución, acompañadas de una amplia variedad musical que estuvo presente en el Foro Artístico durante la celebración.
Se calcula que entre el Desfile de Muertos, realizado el sábado 29 de octubre, y la multitudinaria visita al Zócalo, a la Celebración de Muertos 2016 acudieron cerca de un millón de personas.
La cartelera completa de la Celebración de Muertos 2016 se puede consultar en el micrositio http://data.cultura.cdmx.gob.mx/celebraciondemuertos y en redes sociales, Facebook: Secretaría de Cultura CDMX, Twitter @CulturaCDMX con el HT #DíaDeMuertosCDMX.
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