Con información de CONACULTA
A pesar de que las fechas anunciaran ya el otoño, el verano dilata su partida; se siente en la vehemencia del calor, en el Sol victorioso del mediodía, ambos acompañan la entrevista, pero únicamente el primero se hace presente en el cubículo de Eduardo Mosches en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Adelanta la mano y el saludo es tan generoso como la sonrisa, las palabras y las risas llenan el espacio.
-¿Debido al título de su poemario Los enemigos del silencio, hay un silencio que el poeta desea?
-No -responde Mosches. No hay poesía en el silencio. Son pausas, se pueden crear pausas, blancos. Pero el silencio es la muerte de la creación. Por otro lado, la poesía se escribe para ser leída y por lo tanto re-creada. El silencio sería la inexistencia del hecho literario.
-¿Qué enemigos se silenciarían con el silencio?
-El silencio es la no realización, su contraparte es la creación, la expresión, decir, confrontarse.
El no silencio es no aceptar la imposición. Olvidar es una forma brutal de crearlo. -Por unos segundos permanece pensativo, como si una pausa hubiera dejado fuera la realidad, pero regresa para advertir- En el país ha dejado de existir lo bucólico.
-¿Qué necesidad es la que alimenta su poesía?
-La creación misma tiene sus pulsores dados por la profundización con el mundo que nos rodea, lo cotidiano que es a la par angustioso y otras veces, pocas, alegre. Nace de hacer factible la creación, de la recreación de los sueños a través del paisaje en el que participamos.
-¿El insomne está condenado a mirar el pasado?
-El insomne -responde con rapidez- mira no sólo al pasado, y luego enfatiza sonoramente, desea el futuro. Ampliar su espacio vivencial en el robo de las horas del sueño, como popularmente se dice: para dormir me quedará la eternidad.
En el sueño ocurre una recuperación anímica, afectiva. El insomne sufre angustias afectivas. Más allá de lo amoroso, la aprensión por las amistades, de los afectos, hasta por quien se ayuda en el Metro. Hay que estar basados en lo afectuoso y no en lo egoísta e individualista. Para vivir en sociedad, que exista la solidaridad, que es reconocer al otro y por lo tanto reconocernos. En el universo brutal que es el Metro hay solidaridad, siempre existe ese potencial.
-¿Existe una diferencia entre lo que el poeta añora de día y lo que añora de noche?
-La vigilia no permite la añoranza, hace posible los procesos de actividad, es el componente de la producción del trabajo. Mientras que en la noche ocurre el proceso de la reflexión, el ajuste de lo realizado o de lo que no se hizo. Más allá de la noche como reventón nocturno, es el componente lúdico, en ella ocurre la lectura, el baile, la música, el amor, es al menos más propicia para todo lo anterior. Los ámbitos de la obligación coartan los de la creación.
-¿Escribir es un oficio o un don?
Responde la risa antes que las palabras: -Es un oficio huidizo, no hay un don. Parte sustancial es la lectura, rehacer el proceso de escribir. Pensar que es un don sería como creer en la existencia de las musas, de Dios, eso no existe. Hay impulsos que estimulan, pero la musa solamente refleja lo patriarcal en la creación.
-Desde mi lectura que el poemario va entre el insomnio y el exilio, es decir, un doble exilio, ¿sería este un libro sobre el exilio profundo, íntimo?
Parece repasar los poemas y su intencionalidad en la mente antes de responder: -El hecho del exilio como componente nostálgico y de añoranza es muy vago en mí. Hay exilios variados en países con conflictos, se dan hacia el exterior. Pero existe un constitutivo, una sensación pesarosa. El exilio se siente cuando se aceptan los códigos que no nos eran propios. El proceso de comprensión de éstos va afirmando un suelo y dejando atrás el recuerdo nostálgico, eso significa que ya estamos sembrando en este lugar.
-¿Qué duele más perder?: ¿el tiempo o el sueño?
-El tiempo no se pierde -enfatiza- va unido a nuestro deambular por la vida, es una medida inventada para darse cuenta de que la tierra gira y crea la medida. El sueño se recupera de otras formas. Por ejemplo, el poema La carrera es un acercamiento a mi padre. La angustia con el tiempo, la aceptación de los errores. El pulsor de la creación impide la certeza de que hay funciones para cada edad. El arte rompe con los parámetros de la productividad. Jubilarse es el sendero más rápido a la inexistencia.
Mi padre murió a los 99 años, con mala actitud porque no me permitió celebrar sus 100 años, murió dos meses antes. Mi padre dejó de escribir cuando tenía 95 años. El sistema capitalista niega lo que las sociedades primitivas expresaban en los consejos de ancianos: el saber concentrado, el saber de la comunidad.
El sistema capitalista elimina el saber para dar paso al consumo y la producción. El lenguaje se establece y continua de la memoria oral a la escritura. La memoria oral se enfrentó a las represiones coloniales, poscoloniales y republicanas. Soñar posibilita el material para escribir, para recuperar el mundo del inconsciente, bastante poco realista, por cierto. Yo, leo más de noche y escribo más de día.
Pero no están separados, no son opuestos. Hay una interrelación, la misma que existe entre vida y muerte. Existe en México un componente de naturaleza lúdica con la muerte, en Argentina es una relación profunda entre opuestos. El mundo católico crea una tremenda angustia ante la muerte, sólo solucionada a través de la idea del Paraíso. El entierro en Argentina es de desgarro, de lágrimas, muy a la italiana, porque la muerte es un final y por tanto hay que angustiarse. En el mundo cultural prehispánico, la relación es de normalidad, de continuidad.
La noche, entonces, posibilita un poco más de la recuperación de lo vivido en el día, en los tiempos pasados y en el tiempo por venir, este último pulsor de la existencia. Lo factible, lo posible y también lo imposible de realizar. Porque la perfección no existe, la imperfección es nuestro pulsor.
La calidez del día que se ha mezclado con las palabras aún apunta cuando nos despedimos.
El libro de Eduardo Mosches se presentará el próximo martes 29 de septiembre a las 19:00 horas en el Lobby del plantel Del Valle de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, calle San Lorenzo No. 290 colonia Del Valle, con la participación de Andrés Cisneros, Grissel Estrada, Alicia García Bergua, Koulsy Lamko, el autor, y en la interpretación de poemas cantados, Nayeli Nesme
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