Por: Risso Alberto
Para el actor Jorge Aguilar, “infancia es destino” y las cosas que pasan en los primeros 10 años de vida podrían ser determinantes para la construcción del adulto.
Esa inquietud muy personal por explorar los papeles familiares desde la niñez, a partir de su relación con sus hermanos, fue lo que dio origen a Niño malo, obra que se presenta en el Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart) hasta el 3 de diciembre.
El montaje aborda cómo la familia puede marcar la vida adulta al ser la unidad donde se forman los lazos emocionales y las visiones con las cuales cada individuo observa el mundo y lo que le rodea.
En Niño malo, un hombre regresa a la casa que lo vio crecer e invoca a sus cuatros hermanos, desde los recuerdos de su niñez, en los que fueron castigados por sus padres por diversos motivos.
En entrevista con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Jorge Aguilar, encargado de la dramaturgia y actuación de esta pieza unipersonal, explicó que a partir de cinco tipos sociales: el rey, el héroe, el payasito, el invisible y el chivo expiatorio, fue como construyó los personajes.
“Me di cuenta que yo y mis cuatro hermanos caíamos perfecto ahí. Hay ficción y mucho de lo que se cuenta son anécdotas y sucesos, pero quise darle un cierto sostén teórico y cierta estructura, por lo que me apoyé en la psicología”.
Fue con la asesoría de Lorena Flores Plata como la obra inspiró la creación de un seminario en la modalidad a distancia en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM, con el propósito de que los estudiantes pongan en práctica algunos conocimientos sobre psicopatología familiar.
“Se trata de considerar a la obra como un consultorio virtual, ver el desarrollo de los personajes desde que son niños y hacer un diagnóstico. Las funciones representan su primera práctica profesional y cinco de ellas se transmitirán vía streaming”.
Las escenas ofrecen por una parte, una anécdota de infancia y por otra, una muestra de lo que los integrantes de esta familia son como adultos, con sus defectos y debilidades.
Jorge Aguilar da muestra de su calidad histriónica al interpretar a diferentes personajes: Luis, el niño payasito que guía el relato; Miguel, el niño rey que se convierte en político; Ema, el chivo expiatorio; Verónica, la niña héroe y Luis, el niño invisible convertido en un intelectual incapaz de relacionarse con alguien o ser empático.
“Creo que en Niño malo hago una revisión de mi familia, de lo que me pasó y de las ficciones de mis hermanos, y es una obra con la que la gente se puede identificar porque estos cuatro adultos pueden estar en cualquier familia mexicana. Con este punto de vista, es una obra donde mucha gente puede reconocerse”.
Además, la puesta en escena ha resultado nostálgica para algunos espectadores al tocar elementos que marcaron a una generación, como el Parque Delta, figuras como el Toro Valenzuela, MantequillaNápoles, The Beatles y El Llanero Solitario.
Niño malo está acompañada de la propuesta gráfica de Roy Suárez Patiño, quien diseñó cinco carteles cargados de objetos simbólicos que permiten adentrarse en el universo de cada uno de los personajes de la obra.
“Pretenden dar una visión extra de los personajes. Muchos de los objetos que se observan no están en el espectáculo, pero son los que podrían tener en su vida cotidiana. Roy utilizó las fotos reales de mis hermanos y alrededor de ellos se crea el universo de objetos de la infancia y la edad adulta para que el espectador tenga otra lectura”.
Los carteles permanecerán en exhibición durante la temporada de Niño malo, en el vestíbulo del Foro de las Artes del Cenart, para que el público pueda relacionar la instalación plástica con la dramaturgia.
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