Por Vicente Flores
Un hombre toma un maniquí de una vitrina. La ha llamado Venus. Sube a un autobús acompañado de la fría belleza plástica de la mujer. Le ha invitado una cerveza, porque los mexicanos prefieren un trago a las dos de la tarde, pero ella lo rechaza. “La Venus se fue de juerga por los barrios bajos”: es una de las historias que cuenta Nacho López, fotoperiodista mexicano.
Son 235 fotografías las que forman la exposición Nacho López: fotógrafo de México; en ella se integra la visión ideológica de un intelectual, poeta, escritor y cineasta, cuyo objeto del deseo siempre fue la imagen: el narrador de la vida que le tocó vivir.
El fotoperiodista, nació en 1923 y falleció en 1986, rechazó en todo momento la creación de imágenes que harían a México un lugar exótico. Cerca de la mitad de sus trabajos, que él llamó “foto ensayos”, eran de eventos organizados por López, donde intentaba capturar las reacciones de los presentes en el evento.
Una mujer camina por calle madero, a su paso los hombres no pueden evitar voltear para mirar cada una de las curvas que deja ver su entallado vestido; otra historia narrada por Nacho, que sin embargo, es una narrativa montada por el autor con el objetivo de capturar los gestos de los transeúntes.
El recorrido por instantáneas comienza desde la Ciudad de México, el lugar en el que se desarrolló y que vio crecer de manera sistemática, que se volvió un canto melancólico, una selva envuelta en polvo y concreto.
Para 1957, López encontró en el fotoperiodismo una manera para contar las historias de la calle; de los bailarines con máscaras y de los carnavales, así como de los movimientos sociales que acontecían en la ciudad que le educó el ojo.
También documentó con su ojo mecánico la historia perdida de una ciudad dentro de una ciudad; la de los olvidados: esos a lo que el mismo Nacho llamó “un registro de lo real, pero donde detrás hay muchas apariencias”.
La morgue o los burdeles son lugares de la vida, donde el dolor y el placer suceden: del mismo modo lo observo Ignacio López Bocanegra, conocido simplemente como Nacho López.
Se dejó seducir por el mundo indígena; vive con la confianza de los pobladores de las comunidades cora, tarahumara, mixe, tzotzil y hñahñu, para poder retratar sus formas de vida: ritos y pasatiempos.
En sus fotografías se observa al indígena en su propio contexto, retratados con respeto, como alguien que se ha insertado de manera casi invisible en un universo marginado.
Su trabajo, como lo indican los curadores de la exposición, se encuentra trastocado por el hombre de oficio fotoperiodista, sino con el artista instalado en un espíritu creador, el que busca experimentar y visita los accidentes plásticos en transgresión de su propia realidad.
Al momento de la inauguración de la exposición, uno de los curadores de la obra, José Antonio Rodríguez, dio cuenta que “toda la fotografía es manipulación” e indicó que la manipulaba su propia obra sin veneraciones ni posturas puristas sobre la fotografía.
Captura y congela el baile, una de sus colaboraciones con el músico Pablo Moncayo, a ritmo de huapango, los bailarines se vuelven una pieza más del arte de ambos genios de la plástica; en movimiento y estática.
Le fascinaban las posibilidades del cuerpo y sus significantes, al ser una vía más para la creación. Los registros hechos sobre la danza moderna en los años cincuenta, son la invitación para hacer ensayos sobre el lenguaje del cuerpo.
En la exposición se explora otros ámbitos de su trabajo, como los filmes en su intento de incursionar a en el cine, que, no obstante, tuvo que realizar a favor del cine experimental e indigenista.
El trabajo de Nacho López se encaminó a contar las historias de las personas, la crítica social y la formalidad a través de un enfoque narrativo en función de un lenguaje visual.
Estos apartados, son muy distintos, pero en conjunto dirigen a los caminos que transitó el mismo Nacho López.
La exposición Nacho López, Fotógrafo de México, estará hasta 10 julio en distintas salas del Palacio de Bellas Artes en horario de 10:00 a 18:00 horas de martes a domingo.
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