Por. Redacción/
La Cámara de Diputados llevará a cabo el próximo 3 de abril un homenaje al muralista Guillermo Ceniceros por sus 60 años de trayectoria artística, para quien esta corriente pictórica es significado de libertad y de no censura.
“Soy un curioso investigador no solamente de la pintura, sino de la historia”, agrega uno de los más cercanos colaboradores de David Alfaro Siqueiros, a quien –según sus propias palabras- le aprendí la experimentación con los materiales y el cuidado de la geometría”.
El creador de un extenso acervo de pinturas de caballete, grabados, dibujos y murales entre los que destacan los localizados en las estaciones del metro Copilco y Tacubaya de la Ciudad de México y en el propio recinto legislativo, que será reconocido por los integrantes de la LXIII Legislatura por su destacada labor en el arte nacional, destacó que con Siqueiros “viví una etapa de mucho aprendizaje”.
“Con Siqueiros adquirí conocimientos, tanto teóricos como físicos sobre la restauración, la cual es casi una ciencia. Me permitió participar en la conclusión de los murales de la ANDA, de la ex aduana de Santo Domingo, del Castillo de Chapultepec, lo cual sin duda representó una experiencia extraordinaria”.
El oriundo de Durango sostuvo que en la vida de un pintor influye absolutamente todo, desde el clima, el agua, la arquitectura, el paisaje, los momentos que se quedan en la memoria; no obstante, “siempre uno aprende todos los días”.
Recordó que la primera influencia que tuvo provino de los libros y de las revistas. “Yo recuerdo que llegaba a Monterrey la revista “Siempre”, con páginas a color que mostraban las obras de José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, y González Camarena, todos ellos importantes muralistas mexicanos que influyeron en su quehacer.
Menciona que el pintor italiano Modigliani y el chino Chang Tse-tuan, también representaron una aportación en su estilo.
Agregó que a lo largo de su trayecto artístico ha buscado que sus pinturas destaquen el lenguaje de la geometría y la textura, a la cual define como “la piel de la obra”.
Sin embargo, menciona que la experimentación es primordial para un pintor porque a pesar de tener la herramienta fantástica de las manos, guiadas por el cerebro, y mucho por la intuición, se requiere inventar técnicas; por ejemplo, un serrucho, limándole los dientes para hacer otro tipo de texturas. “Estas peculiaridades pueden ser identificación del al autor.
Guillermo Ceniceros sostienen que sus lienzos no tienen el propósito de abusar de la expresividad. “Rehúyo a enfocar a sentimientos, prefiero los silencios, quiero que la textura hable, no me gusta la felicidad, pero tampoco la tristeza”.
Subrayó que la evolución de la pintura es tal que muchas veces llega un momento en que se desconoce todo lo que se hizo antes, aparentemente ya no sirve porque ahora hay técnicas nuevas; sin embargo, “eso me parece absurdo, porque entre más pasa el tiempo hay un tipo de arte, donde están aquellos maestros como Leonardo Da Vinci que son inmutables en la historia”.
“En la actualidad existen muchas corrientes pictóricas, algunas son antipictóricas que ya no se refieren a la pintura sino a algo extrapictórico, otra cosa totalmente ajena, pero esos son otros tipos de manifestaciones; en síntesis, la pintura seguirá siendo pintura, el dibujo seguirá siendo el dibujo con todos sus valores y demás”, aduce.
Confesó que el mural al que le tiene un cariño especial es el que se localiza en la estación del Metro Copilco, en la Ciudad de México, toda vez que pudo experimentar con materiales, figuras y texturas.
Explicó que esta obra monumental hace un recorrido por la historia de los pueblos, una pared va dedicada a América desde la pintura rupestre de Baja California Sur hasta Tamayo; y, en el lado de enfrente, se plasma las imágenes sobre la región francesa de la Dordoña, hasta la expresión cubista de Picasso, transitando por las culturas china, egipcia, mesopotámica, japonesa, y las del viejo mundo, África, Oceanía y Europa.
Del mural que se encuentra en la Cámara de Diputados, considera fue un reto muy interesante, pues se debía poner ahí la historia de las Constituciones del pueblo mexicano. “La intención era plasmar a los personajes más importantes que hicieron en su momento la Carta Magna”.
Ubicada en el Lobby del edificio E, del Palacio Legislativo de San Lázaro, la obra hace un recorrido por la historia del pueblo mexicano, desde tiempos prehispánicos. Están ahí los once tlatoanis en forma simbólica; la época colonial con todos los virreyes, hay otros elementos como la Coatlicue, el águila, el jaguar y la serpiente, símbolos del pueblo mexica. “Es una síntesis del pensamiento legislativo del país”.
Finalmente, Guillermo Ceniceros asegura que le gustaría ser recordado como un investigador de la pintura y del muralismo. “Hoy por lo pronto tengo la idea de hacer algo de escultura, pero me falta todavía mucho”.
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