Por: César Dorado/
El cinético venezolano Carlos Cruz-Diez, reconocido en el mundo por su particular uso del color y el movimiento, murió este sábado en París a la edad de 95 años. La página encargada de difundir su obra (http://www.cruz-diez.com ) informó a través de un comunicado que “el artista falleció por causas naturales, rodeado de su familia”.
Cruz-Diez “logró demostrar que el color, en interacción con el observador, se convierte en una realidad autónoma que existe sin ayuda de la forma o necesidad de un soporte”, de acuerdo al portal, quien también enfatiza que el autor venezolano aportó al arte una nueva comprensión del fenómeno cromático, gracias a sus investigaciones y propuestas.
Nacido en Caracas, Carlos cruz siempre estuvo relacionado con la literatura, el arte, la música y el teatro, pues su padre, apasionado por la poesía, lo llevó por ese camino de sensibilidad artística. A pesar de toda esa influencia, el joven siempre se vio más apasionado por los colores y los pinceles, de esa manera comenzó a estudiar en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas y acabó sus estudios en 1945 como profesor para artes manuales y aplicadas.
Después de terminar sus estudios, realizó algunas publicaciones como diseñador gráfico y obtuvo el puesto de director artístico en una agencia de publicidad. Durante ese mismo periodo se mostró interesado por la obra del escultor Francisco Narváez y el pintor Héctor Poleo. Tras esta reflexión artística, viajó a París y Barcelona entre 1955 y 1956 para ponerse al día en la investigación sobre teorías del color.
A su regreso a su tierra natal, consiguió sus estudios con la fenomenología del color de manera apasionada y logró montar un estudio dedicado a las artes gráficas y el diseño industrial. Con esa experiencia y estudios bastante actualizados, el artista creó su primera obra de efectos visuales en 1959, con la que tuvo un gran éxito en Caracas y con ello, decidió trasladarse de nueva cuenta a la ciudad da las luces, donde recibió la nacionalización en 2008 y vivió hasta el día de su muerte.
Gran parte de su reconocimiento internacional se deben a sus ocho estudios del color; color aditivo, fisicromía, inducción cromática, cromointerferencia mecánica, transcromía, cromosaturación, cromoscopio y el color en el espacio.
“En sus más de 70 años de carrera artística, abarcó ocho investigaciones sobre la autonomía del color; realizó más de cien integraciones de arte en el espacio público”, se agrega al comunicado. Fue tan grande su legado que gran parte de su creación se encuentra en recintos importantes como el Museo de arte moderno (MoMA), de Nueva York, la Tate Modern, Londres y el Centro Pompidou, entre otros destacados museos.
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