Por: Redacción
La sublime historia de la traición de Helena de Esparta, seducida y raptada por Paris, responsable de la mítica Guerra de Troya, es el pretexto para exponer, hasta el límite de la locura, el inimaginable amor de un hombre por una mujer y el quebrantamiento por la separación.
La historia no registrada en la mitología griega sobre la desolación, desdicha, frustración y esquizofrénico dolor del rey de Esparta es presentada como un cautivador monólogo y un perfecto y emotivo trabajo actoral.
En poco más de una hora son expuestos los sentimientos delirantes, abismales, violentos y contradictorios de Menelao; de la rabia a la desesperación o de la ebriedad a la nostalgia resultan palabras crudas, triviales y tiernas, pero desbordantes de amor.
La puesta en escena de Simon Abkarian, con la dirección y actuación de Nicolás Sotnikoff, se presentó el mes de julio en el Centro de Difusión Cultural Casa Rafael Galván, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Menelao Rapsodia muestra un nuevo discurso sobre los mitológicos personajes. No aparece en escena un ilustre guerrero ataviado con ropas espartanas: enfundado en un traje contemporáneo de color oscuro, camisa blanca y corbata negra luce como un hombre elegante encarnado en Nicolás Sotnikoff, quien relata la historia de un profundo y doloroso amor.
Postrado en la mesa, acompañado de una botella de licor y desorientado, Menelao emite fuertes insultos a Helena por su sufrimiento y humillación: es el peso de la vergüenza de un hombre fiel profundizada por su estado etílico.
Sotnikoff, inmerso en el personaje, se posicionó del escenario decorado con apenas una mesa de centro, un banco y dos floreros con rosas rojas y una pequeña columna.
En momentos de sensibilidad recordó a Helena cuando lo eligió como su pareja. La alegría fue desbordante: bailó, brindó e irónico mostró a un rey errante, exiliado en su incertidumbre. No deseaba ir a la guerra, quería sólo tenerla. Enloqueció, lloró, gritó de imaginar cómo Paris poseía a su mujer; luego se daría ánimos para enseguida desplomarse y levantarse.
En su delirio, con los ojos desorbitados y la fortaleza del odio, en un estado de exorcismo pelearía por Helena. Las huellas de sangre en su ropa simbolizaron la victoria y la recompensa fue el reencuentro con la mujer amada para vivir juntos toda la vida.
Sotnikoff, actor francés radicado en México desde hace casi tres años, conoció a Abkarian –Premio de Literatura Teatral Francesa 2008– en el Teatro del Sol de París, donde surgió una gran amistad.
“La obra es un himno a Helena y al amor” a partir de la historia de un hombre que se cuestiona qué pasó, pese a haber amado; además rompe algunos estereotipos que han perdurado sobre ambos personajes: de ella, que fue una mujer fácil que abandonó a su marido, o quizá una víctima. De él, que fue un bruto.
Pese a que data de hace miles de años, el tema es actual porque los textos sobre los griegos no pierden vigencia. Abkarian escribió una creación libre basada en la tragedia griega, utilizada por ese pueblo para confrontarse a sí mismo.
Si bien Menelao rapsodia es un monólogo, “no creo en los monólogos, porque en el teatro todos son diálogos, sean para uno mismo, con los fantasmas, los dioses o con el público”, explicó el autor, cuya pretensión ha sido dar la palabra a Menelao para que exponga sus experiencias de dolor en la ruptura y en el amor.
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