Redacción
La Biblioteca Nacional de México (BNM), a cargo de la UNAM, cuya misión es resguardar la memoria del patrimonio bibliográfico del país, tiene bajo su cuidado verdaderos tesoros.
Entre las más de un millón 250 mil piezas que conforman su acervo, cuenta con 173 libros incunables –fechados entre 1469 y 1500-, además de libros iluminados a mano y con letras de oro; la obra mecano-escrita “Los murmullos”, titulada después “Pedro Páramo”, con anotaciones de puño y letra de su autor, Juan Rulfo, así como colecciones de bibliotecas conventuales, entre otras.
“Su cúmulo se divide en dos secciones: la moderna, que reúne ejemplares del siglo XX al XXI, y los fondos reservados –tanto de la biblioteca como de la hemeroteca– que pueden tener libros modernos, pero también incunables”, explicó la coordinadora de la BNM, Silvia Salgado Ruelas, en el marco del Día Nacional del Libro, que se conmemora hoy, 12 de noviembre, en homenaje al natalicio de Sor Juana Inés de la Cruz.
Los incunables –del latín incunabula, en la cuna– son “hijos de la primera imprenta”. Entre ellos se pueden encontrar obras como “La Divina Comedia” (Venecia 1493), de Dante Alighieri. Provienen principalmente de bibliotecas novohispanas y de conventos, pues hay que recordar que la Biblioteca Nacional es producto de las Leyes de Reforma y la desamortización de bienes, añadió la también doctora en Historia del arte.
En la Sala Mexicana se coleccionan impresos hechos en el país, desde 1554 hasta 1821. “Es una sala con los tesoros mexicanos”, agregó.
Quienes acuden a la BNM pueden acceder a la Colección de José María Lafragua, al archivo de Carlos Pellicer, a la biblioteca personal de Boris Rosen –pareja de Raquel Tibol-, a las obras que conformaron el acervo de la Antigua Catedral de México o a la colección hemerográfica mexicana, que abarca desde 1772 hasta el día de hoy.
“Lo que la biblioteca reúne no se va a encontrar, como colección, en ningún otro lado. Conservamos ejemplares únicos, tanto mexicanos como extranjeros, colecciones de personalidades e instituciones que muestran la historia y formación cultural e intelectual de este país”, añadió la profesora del diplomado de libro antiguo.
El trabajo de los expertos es organizar este patrimonio bibliográfico y cuidarlo para heredarlo a futuros lectores, sean mexicanos o no. Al año se reciben cerca de 11 mil usuarios.
Cualquier persona mayor de 16 años puede acceder a las colecciones generales al mostrar una identificación oficial; en tanto que para los fondos reservados se requiere, además, llenar un formato y entregar una carta de presentación personal o institucional que respalde una investigación.
“La BNM es un lugar no sólo para conservar la memoria del país, sino al que se debe de venir a leer. Están invitados todos los mexicanos a conocer su patrimonio, cuidarlo y permitir que sea el futuro de todos nosotros. Es nuestro pasado, presente y futuro”, resaltó Salgado.
Alistan aniversario
La BNM cumplirá el próximo año su 150 aniversario y se prepara una celebración importante.
El 30 de noviembre de 1867 el Presidente Benito Juárez emitió el decreto de creación y se estableció en el Templo de San Agustín, en el Centro Histórico.
“En 1929, cuando la UNAM logró su autonomía, se le encargó la Biblioteca Nacional. Eso es algo único en el mundo, no hay otra biblioteca nacional que dependa de una universidad, generalmente secretarías o ministerios de educación y cultura se hacen cargo, y esta condición aporta otras características.
Además, en 1967 esta casa de estudios creó el Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB), como instancia que administra y coordina la Biblioteca y Hemeroteca nacionales”, añadió la especialista en libros manuscritos.
En 1944, debido al crecimiento de los periódicos y la hemeroteca –que es más acelerado que el de una biblioteca–, ésta salió del Antiguo Templo de San Agustín y se mudó al Antiguo Templo de San Pedro y San Pablo, aunque no hubo un decreto de creación.
Fue hasta 1979 cuando la BNM y la Hemeroteca Nacional volvieron a reunirse en el edificio que actualmente ocupan, en Ciudad Universitaria. En 1992 se instaló una construcción adicional donde se albergan los fondos antiguos o reservados de ambas.
“No hemos terminado de hacer el inventario, pues traemos un rezago histórico, pero aproximadamente tenemos un millón 250 mil piezas, además de dos millones de imágenes de la biblioteca y más de siete millones más de la hemeroteca. De ese tamaño es la riqueza de la BNM”, concluyó Salgado.
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