Por: Nilda Olvera/
El escritor, investigador, geógrafo y uno de los historiadores más reconocidos de México durante el siglo XIX, Manuel Orozco y Berra, logró darle a la historia del país un gran valor gracias a sus aportes e investigaciones históricas sobre el territorio mexicano.
Nació el 8 de junio de 1816 en la Ciudad de México, estudió en el Colegio de Minería donde fue discípulo de Joaquín García Icazbalceta y se tituló como Ingeniero en Topografía. Fue miembro fundador de la Academia Mexicana de la Lengua y presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, también se desempeñó en los cargos como secretario de Gobierno del estado de Puebla, director del Archivo General de la Nación y oficial mayor de Fomento y ministro de la Suprema Corte de Justicia.
Su trabajo más destacado fue el “Mapa etnográfico de México” ya que, en éste registró a las etnias de acuerdo a sus regiones, así creó un documento, que al paso del tiempo, se convirtió en algo muy valioso y bello. Lo elaboró por un encargo de Maximiliano de Habsburgo, durante el Segundo Imperio Mexicano.
Durante esta etapa, cuando el Imperio cayó en manos de los liberales, Berra fue encarcelado en el ex convento de La Enseñanza, pero debido a su salud fue arraigado en su domicilio. Gracias a su intelecto, Benito Juárez le otorgó la libertad dándole un puesto en la Casa de la Moneda.
A lo largo de su vida escribió la obra monumental “La historia Antigua de la Conquista” donde se investigan aspectos relevantes sobre las actividades que realizaban las culturas indígenas del país, también fue autor de “Apuntes para la historia de la geografía en México”, escrito que destaca su conocimiento sobre las civilizaciones del país así como su geografía, y por último “Geografía de las lenguas y carta etnográfica de México”, obra en la que se clasifican las lenguas y se investiga a las tribus de México.
Realizó importantes aportaciones cartográficas en las que se encuentra la “Memoria para la carta hidrográfica del Valle de México” y la “Memoria para el plano de la Ciudad de México”, en dichos escritos expresa su gran pasión cartográfica y explica en dónde se ubica la distribución geográfica de la antigua división de la República.
Una de sus múltiples aficiones fue coleccionar mapas, ya que una de sus ambiciones era escribir una completa historia del país, pero debido a que en aquella época el territorio nacional aún no estaba definido, se dedicó a recolectar mapas llegando a juntar hasta 5 mil, los cuales fueron donados al Ministerio de Fomento cuando Berra falleció el 27 de enero de 1881 a la edad de 65 años, justo en el mismo lugar donde nació.
Actualmente, los mapas se encuentran en la Mapoteca Manuel Orozco y Berra que alberga más de 94 mil documentos y papiros del territorio mexicano, que van desde el siglo XVII hasta el XX como el “Atlas de los límites entre México y Guatemala” –contiene dos tomos extensos donde se realizó un registro fotográfico y territorial de la zona- y “El árbol de los tres reinos” – libro que está representado con tres ramas de un árbol, donde la más grande corresponde al reino animal, otra al vegetal y por último el mineral-.
A la fecha Manuel Orozco y Berra es recordado por ser uno de los historiadores más representativos del siglo XIX, pues gracias a su trabajo logró poner en contexto a la población con sus descripciones de un México antiguo de hace más de 200 años.
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