Por: Oswaldo Rojas
Hace un año dos hombres, yihadistas, entraron a las instalaciones del diario satírico Charlie Hebdo, donde terminaron con la vida de ocho creadores, un policía y un invitado, todos abatidos a tiros. La tragedia de ese día se sumó a la lista de ataques que el grupo religioso extremista conocido como Estado Islámico (EI) había realizado hastá ese momento.
Después de ese suceso que tanto puso a discutir a los medios sobre la naturaleza del terrorismo, la religión y la intolerancia, el semanario antes pequeño se convirtió en un estandarte de la libertad de expresión.
Según información de diarios como Le monde y El País, hace un año Charlie Hebdo se debatía entre un cierre de la empresa y continuar con dificultad, tras el atentado se sabe que sus ventas son ahora millonarias, además de la abundancia que les ha dado diversos donativos. El semanario busca redefinirse con un nuevo equipo y una propuesta fresca de contenido.
Sin embargo, el ataque sufrido hace doce meses convirtió la redacción de la revista en un lugar extraño. Patrick Pelloux, redactor en la misma, dejó hace poco sus instalaciones. En una entrevista explicó: “El diario consistía en una banda de tipos reunidos en un bar, que bebían copas mientras dibujaban. Hemos perdido eso. Ahora, cuando uno se ríe en la redacción, se siente culpable”. También comentó que su salida se debía al cansancio que le provocaba su tratamiento “a cargo de tres psiquiatras distintos”.
El dibujante conocido como Luz también abandonó hace poco al semanario. Él fue el hombre que dibujó la ahora histórica primera portada tras el ataque, esa que vendió 7.5 millones de ejemplares. Con declaraciones dadas a El País, dijó que estaba harto de dibujar a Mahoma y tener problemas de inspiración.
A esta situación se le debe sumar el hecho de que a pocos meses del atentado, en la redacción de Charlie Hebdo se libraba una batalla por evitar que el control del creciente diario cayera en un puñado de individuos, y los miembros que firmaron una tribuna en Le Monde pedían volverlo una sociedad cooperativa y con esto hacer que los miembros de la revista se repartieran las acciones de ella a partes iguales.
“¿Cómo escapar al veneno de los millones?
[…]
Rechazamos que un puñado de individuos tome el control, ya sea total o parcial, con un menosprecio absoluto por quienes lo fabrican y lo apoyan”, comentaron sobre su postura.
Esta crítica se debió a las ventas que en enero de hace un año se dispararon de 30 mil hasta casi 200 mil ejemplares. Ahora están en unos 100 mil. El Ministerio Francés de Cultura dio un millón de euros, recibieron donaciones por 4.3 millones y sus suscriptores se convirtieron en 200 mil. Una situación envidiable para cualquier medio.
El número de esta semana que conmemora el primer año del ataque cuenta con ilustraciones de los fallecidos. En su editorial el director Riss (Laurent Sourisseau), comenta: “No serán unos capullos encapuchados los que echen por tierra el trabajo de nuestras vidas y los momentos formidables que vivimos con los que murieron. No serán ellos los que vean morir a Charlie. Es Charlie el que los verá morir”.
El pasado 5 de enero el presidente francés François Hollande, la Alcaldesa de París Anne Hidalgo y el Primer Ministro, Manuel Valls encabezaron un homenaje “a la memoria de las víctimas del atentado terrorista contra la libertad de expresión perpetrado en la sede de Charlie Hebdo el 7 de enero de 2015″. Se inauguraron tres placas.
En la que se encuentra en la sede del diario se leen los nombres de las victimas: Frédéric Boisseau, Franck Brinsolaro, Cabu, Elsa Cayat, Charb, Honoré, Bernard Maris, Mustapha Ourrad, Michel Renaud, Tignous, Georges Wolinsky”.
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