Por: Montserrat Sánchez Maldonado
En el pueblo Sisoguichi, ubicado en el estado de Chihuahua, que en tarahumara significa lugar de las flores, es en donde indígenas Rarámuris, festejan de manera singular la tradición de la Navidad.
A través de la danza, la cual los Tarahumaras ven como una forma de oración, y no con una cena o con una fiesta, que celebran días como el 8, 12, 24 y 31 de diciembre, así como el Día de Reyes en enero. Estos bailes duran toda la noche y su propósito es hacer una oración dirigida no a Papá Noel, sino a Papá Gobierno, pidiendo por el bienestar de la comunidad y agradecer a Dios por las pocas bendiciones que llegan a tener.
El baile es ambientado con música tradicional, la cual es tocada en vivo con violines e instrumentos de percusión que son elaborados por los mismos artesanos de la comunidad, asimismo, destacan la preparación del tónari, (cocido de res en el que se incluyen la carne y vísceras del animal) es el platillo tradicional que sólo se come en ocasiones muy especiales, como la Navidad.
Las danzas que realizan son ceremonias llenas de significado ya que por medio de ese ritual expresan sus esperanzas, temores, los tormentos de sus almas, sus anhelos de una vida mejor así como sus plegarias de amor y alegría, plegarias que piden por salud, dinero, cobijo, alimento, y no era para menos…
Los factores a considerar para determinar el grado de pobreza a pobreza extrema, constituyéndose como indicadores de carencia social son: rezago educativo, acceso a servicios de salud, seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, accesos a los servicios básicos de la vivienda y acceso a la alimentación.
De acuerdo a las mediciones de pobreza realizadas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), de los 13.7 millones de indígenas en México, el 79.3%, viven en la pobreza en el 2010, y específicamente en el Estado de Chihuahua, se registra una población de 320 mil 419 personas de 22 municipios presentan índices de pobreza y rezago social.
Las personas ubicadas en rezago económico habitan en 25,000 comunidades que suelen ubicarse en zonas de difícil acceso, lo cual repercute en la exclusión escolar y en el incumplimiento de otros derechos de los niños indígenas.
Asimismo, la UNICEF explica que la tasa de analfabetismo entre los pueblos indígenas es cuatro veces más alta (más de 26% de la población de 15 años y más) que el promedio nacional (7.4%). Mientras que una de cada tres escuelas primarias generales es multigrado, y por si fuera poco, dos de cada tres escuelas indígenas tienen este nivel, es decir, sus docentes atienden más de un grado escolar, aspecto que no cubre la Reforma Educativa: un maestro para cada grado en ambiente rural y urbano.
Otro indicador preocupante es que 33.2% de los niños indígenas menores de 5 años sufren de baja talla, mientras que la tasa de mortalidad infantil de la población indígena es 60% mayor que la de la población no indígena.
Con base en un artículo publicado el 13 de febrero de 2012, a través de portal de Vanguardia MX, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el organismo que cada año mide el Indice de Desarrollo Humano (IDH) en el mundo, concluyó en octubre de 2010 su Informe sobre Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas en México, realizado a solicitud de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI).
Y ahí, en ese documento, se asienta que hay municipios de la sierra Tarahumara, como Batopilas, ubicado hasta el fondo de las Barrancas del Cobre, que -al momento de hacer el informe, cuando apenas iniciaba la sequía que ya lleva dos años- tenía un Indice de Desarrollo Humano de la Población Indígena (IDH-PI) de 0.310, cifra menor a la del país más atrasado, a la nación con menor desarrollo humano en el mundo en ese momento: Níger (Africa), que tenía un IDH de 0.330.
Es frente a un panorama de muertes por enfermedades curables, fallecimientos por desnutrición crónica, hambruna, sequías. heladas, miseria y marginación igual o peor que la de los países más atrasados de Africa. que sobreviven cada día esos indígenas de la sierra Tarahumara de Chihuahua, y que con sus bailes admirados por cientos de turistas, pedirán que el 2016 sea menos peor.
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