Por: Carolina Carrasco
Los Mayas vuelven a sorprender al mundo científico. Esta vez, antropólogos mexicanos descubren que en la zona arqueológica de Palenque, en el estado de Chiapas, se recreó el camino al inframundo, y que éste funciona igual como fue construído hace siglos.
Integrantes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) presentaron el descubrimiento de un complejo de canales que corren bajo la cámara funeraria del rey maya Pakal “El Grande”.
Sin embargo, los científicos reconocieron que aún no existe la tecnología suficiente para poder realizar un estudio minucioso de los mismos y conocer en dónde se originan.
Arnoldo González Cruz, director del Proyecto Arqueológico Palenque, señaló que el descubrimiento de esta red de canales fue fortuito, pues ocurrió dentro de los trabajos de conservación arquitectónica del Templo de las Inscripciones, cuando al realizar una serie de pozos de sondeo al pie de la fachada principal, a fin de ubicar el desplante de la escalinata y las alfardas que la limitan, se determinó que tales elementos arquitectónicos se asientan sobre la roca madre, sin embargo, al ampliar la excavación se observó que la piedra natural tenia un corte en su parte central, y una serie de rellenos de 3.75 metros de ancho que concordaban en distancia y ubicación con la pared norte de la cámara mortuoria.
Los arquitectos palencanos, al encontrarse rodeados de diversas fuentes de agua y siendo eruditos en la ingeniería hidráulica, llegaron a construir acueductos drenajes y redes de canales subterraneos que hicieron posible no solo que el agua corriera bajo los cimientos de sus construcciones, sino que lograron aumentar la extensión construida, satisfaciendo las necesidades urbanas. Algunos ductos podían tener connotaciones sagradas, pues se asociaban a ser una conexión con el mundo subterráneo
Por su cercanía a la cámara funeraria (a 1.70 m. por debajo del umbral de su pared norte) este sistema hidráulico posiblemente reproducía de manera simbólica el sinuoso camino que condujera a K’nich Janaab’ Pakal a las aguas del inframundo.
En el ajuar con el que fue encontrado Pakal “El Grande”, hay un par de orejeras con una epígrafe que narra como, para ser recibido por el dios del inframundo, el difunto debía sumergirse en el agua del dios Chaac. Con éste hallazgo, esta metáfora podría tener una interpretación mucho más compleja
Este ducto, de forma casi cuadrada (50 x 40 cm) está construido mediante hileras horizontales de grandes piedras talladas, unidas con rajuelas y arcilla plástica; su piso es de roca caliza tallada y tiene una longitud de casi 17 metros. El sistema hidráulico tiene dirección norte-sur, lo que permite drenar el Templo de las Inscripciones a 2.7 metros de profundidad en sentido noroeste, hacia la plaza que está enfrente. Al momento de su hallazgo, aún corría agua a través de él
En el extremo sureste de dicho vertedero está la desembocadura de un segundo canal, de 40 por 20 cm, que corre paralelo al primero pero a un nivel más alto (20 centímetros por encima) y cuyas aguas se unen al canal principal. El trayecto del conducto principal continúa al suroeste. Sobresale a unos tres metros otra abertura cuadrada de 20 x 20 cm, situada en la parte superior de la cubierta, su fondo se amplía y corre casi equidistante a la vía principal.
El canal principal se prolonga cinco metros más, pero debido a lo estrecho que se vuelve en ese punto, señaló el arqueólogo, fue imposible determinar su origen”
El hallazgo cambia la tesis original del arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier, quien descubriera la tumba del monarca maya en 1952, y que aseguraba sería ésta el punto de partida de los nueve cuerpos que componen el Templo de las Inscripciones. Ahora la evidencia sustenta que su centro debió estar dado por la existencia de un manantial.
Estos canales, dispuestos a diferentes niveles y orientaciones, debieron ser diseñadas “mucho antes de que se proyectara la pirámide misma”.
El origen de la corriente de agua fue el punto de partida desde el cual se erigió el edificio , y cuyo fin era asociar a Pakal II con estos acuíferos, relata Arnoldo Gonzalez. Dicha teoría se sustenta con datos arqueológicos, como las menciones en la epigrafía e iconografía maya sobre Palenque y otros sitios donde el entierro de personajes es asociado a la presencia de cuerpos de agua.
A falta de tecnología que permita un reconocimiento minucioso, se desconoce el origen del sistema de canales, sin embargo, es probable que el sistema desemboque al norte, y que partes de sus aguas alimenten al arroyo Bernasconi.
El Subcoordinador nacional de arqueología, el doctor Pedro Francisco Sánchez Nava, señaló que con anterioridad se habían hecho trabajos con georradar en la zona, detectando ciertas “anomalías” en la roca madre que sostiene el Templo, y que llegaron a creer eran fallas geológicas.
La zona arqueológica de Palenque, que resguardara al reino maya Lakam Ha hace 3 mil años, y que fuera declara Patrimonio de la Humanidad en 1987 por la UNESCO, ha sido estudiada por poco más de 60 años, sin embargo, aún estamos lejos de descifrar lo que esos vestigios mayan quieren contarnos, como lo asegura Diego Pietro, Secretario Técnico del INAH.
“Cuando sentíamos que el paradigma de la tumba de Pakal estaba resuelto, pues, nuevos hallazgos nos vienen a dar cuenta de que pareciera que hay más preguntas que respuestas”.
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