Por: Redacción/

Los debates entre candidatos presidenciales no debieran realizarse más, porque cuestan mucho dinero y es poca la utilidad pública en términos de la información que los contendientes ofrecen a los electores para definir su voto, opinó el maestro Manuel Larrosa Haro, investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El tercer encuentro no creó muchas expectativas, la información fue bien sustentada por el candidato de la coalición Todos por México; emotiva y de principios por el aspirante de Juntos haremos historia, y amenazante por el contendiente de Por México al frente, quien “le metió a la sesión una dinámica inquietante, ya que planteó su propuesta siempre a partir de una suerte de amenaza imputada generalmente al candidato Andrés Manuel López Obrador”.

El vacío en el contenido de la información manejada por los tres candidatos, en términos prácticos, “deja un mal sabor de boca” a quienes los escuchan, porque la atención se desvió y las pocas propuestas que se empezaban a deslizar quedaron detenidas entre las amenazas y acusaciones, lo cual hizo que el espectador perdiera el hilo de los temas que se pretendieron discutir, dijo el investigador del Departamento de Sociología durante la mesa redondaDiálogos electorales entre universitarios.

Durante el debate hubo una suerte de voluntarismo y buena intención, pero “no acabamos de entender cómo todo eso se traduce en políticas públicas concretas; hay una dificultad de llevar las propuestas a la práctica y el debate no nos resolvió esas dudas, sino que nos hizo percibir a personajes que ofrecieron datos, pero no se dice cuál sería la estartegia educativa, de empleo y de salud, entre otras.

El investigador del área de Procesos Políticos de la Unidad Iztapalapa consideró que el formato del debate entre candidatos está agotado porque no se resuelven las expectativas generadas en la teleaudiencia, por lo que no sería necesario seguir gastando recursos en esta experiencia mediática.

La próxima elección presidencial representa la posibilidad de romper por la vía electoral “con esa visión de los políticos que han estado a cargo del país” desde 1980, y ésta la encarna “de manera modesta” Andrés Manuel López Obrador, afirmó el también consejero electoral propietario en el consejo distrital 15 de la Ciudad de México.

Lo hace de manera moderada, porque no se trata de un proyecto de ruptura con el desarrollismo ni con un compromiso de “gobernar para unos o para otros”; justamente esa es la esencia del Obradorismo y por eso ha podido avanzar, porque si se hubiera colocado de uno de los dos lados no estaría en condiciones de ganar la elección el primero de julio.

El discurso de la ruptura no es la que él hubiera podido manejar porque ese no es su proyecto personal ni el de su grupo político, el suyo es el “de reforma social y económica”, sobre el cual ha planteado directrices muy nítidas. Por ejemplo, que los empresarios hagan negocios pero que paguen impuestos y no roben y que no haya contratismo ni privilegios para este sector social de la economía.

Este nuevo trato con los empresarios “de frente y no en esa condición minoritaria” donde la política está derrotada ante la fuerza del dinero del sector financiero, es una posición mucho más valiente y digna, de un gobierno que quiere que haya un Estado interventor en la economía, que regule “este horror de la desigualdad que viene desde el siglo XIX”.

Larrosa Haro advirtió que de haber un fraude que impida el triunfo de AMLO, “habría un peligro de revuelta social muy serio y se abriría la posibilidad de la represión policiaca y militar”. La gente espera que se respete el sufragio y eso lo tienen claro el Instituto Nacional Electoral, la Secretaría de Gobernación, la Presidencia de la República y el Congreso de la Unión.

En la actividad, realizada en la Unidad Iztapalapa, también participaron el doctor Arturo Guillén Romo y Enrique Pino Hidalgo, docentes del Departamento de Economía.