Por: César Dorado/
Su ritmo hizo que generaciones completas despertaran bajo una consigna de igualdad social y demanda a la implementación de nuevos sistemas económicos que se anteponían en todo occidente. Y aunque el movimiento punk ya había comenzado desde algunos años atrás, su causa jamás se había intensificado tanto hasta el lanzamiento de “London Calling”, un grito intensificador del punk británico que después llegó a todo el mundo.
Siendo su tercer álbum de estudio, The Clash ya se había posicionado en la escena punk londinense debido a su estilizada manera de hacer música ruidosa, más un auténtico estilo en donde los guitarrazos se daban con camisetas blancas arremangadas, jeans ajustados y chamarras de cuero o mezclilla que retaban a las formas correctas en el que deberían de vestir los jóvenes.
Y es que la energía desmesurada de un rock-punk armonizado con tintes de ska, reggae y hasta jazz, fue lo que hizo que más de un club clandestino se movieran con los saltos y gritos de jóvenes fanáticos-mimetizados al estilo de sus estrellas- quienes dieron voz a ese gran disco, abriendo sus consciencias en solidaridad con los resistentes de Latinoamérica y España.
La furia que hace despertar la esencia primordial de este LP de 19 temas- algo inusual a lo que los integrantes se arriesgaron y sólo decidieron hacerlo- es que sus músicos se alejaron de todo aquello que sabían para poder hacerlo, porque incluso eso se veía venir desde los inicios del cuarteto, ya que no sólo se quedaron en el rock-punk, sino decidieron entrar en una desconstrucción constante para crear todo desde cero y generar himnos de batalla armada con tonalidades estridentes y efusivas.
Desde la portada del disco se puede notar ese sello destructivo, en donde al bajista Paul Simonon se le ve destruyendo su bajo durante una presentación en Palladium de la ciudad de Nueva York. Esa foto tomada por Pennie Smith denota la furia de destruir ese pasado punk para crear un presente aún más efusivo que capturó la crueldad de la realidad política y económica que arrasaba con bombas y armas químicas.
Grabado en un ambiente tenso y desequilibrado, el disco fue lanzado como álbum doble y vendido al precio de un álbum común y corriente. Logró escalar hasta el número nueve de popularidad en Reino Unido, mientras que en Suecia llegó hasta el dos y Noruega en cuarto lugar. También, debido a su composición auténtica logró ser certificado con oro y en Estados Unidos, tierra que se resistía aún más al movimiento punk, logró consagrarse como uno de los grandes de la industria musical de todos los tiempos.
London Calling- referencia a los boletines radiofónicos que se ofrecían durante los bombardean alemanes a Reino Unido- se manifiesta con un simbolismo representativo en cada uno de sus compases y líneas, es un claro ejemplo de que el movimiento punk puede destruirse y volverse a construir bajo sus propias armas y peleas, bajo sus propios dogmas inentendibles y poco a poco mejor estilizados.
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