Por: Redacción
El arquitecto Teodoro González de León cumple este 29 de mayo 90 años y varias instituciones culturales del país celebran este aniversario con una serie de actividades en las que se reflexiona sobre su obra, su legado y la influencia que ha dejado en la arquitectura mexicana de dos siglos; un homenaje por sus siete décadas consagradas a la transformación de los espacios como una metáfora y extensión del espíritu humano en las que ha erigido edificaciones monumentales útiles para la ciudad y sus habitantes, en las que ha integrado emoción y belleza al paisaje urbano.
En ocasión de la presentación de las actividades organizadas por la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal en Homenaje a Teodoro González de León, el titular de la institución, Rafael Tovar y de Teresa, consideró al arquitecto como un creador con espíritu renacentista que ha nutrido sus conceptos arquitectónicos de todas las expresiones artísticas, de las cuales también es un gran conocedor.
Rafael Tovar y de Teresa afirmó que la visión de la cultura que ha seguido Teodoro González de León para integrarla a su obra y a un patrimonio arquitectónico colectivo, ha creado en México una tradición y enriquecido la vida de millones de mexicanos.
“La música, la pintura, la escultura, la fotografía y sus conocimientos de historia universal le dan una perspectiva única. La mejor forma de homenajear a alguien es hacer públicas sus aportaciones y en este homenaje se dará una visión de González de León a través del análisis de arquitectos y especialistas de distintas generaciones”, expresó Rafael Tovar y de Teresa.
En vísperas de su cumpleaños 90, Teodoro González de León concedió una entrevista a la Secretaría de Cultura:
— ¿Qué manera de vivir exige la arquitectura?
—Uno debe pensar en ella todos los días, a todas horas, hasta en los sueños. Justo hoy me desperté en la mañana porque en el sueño resolví una duda que tenía sobre lo que estoy haciendo para la nueva Plaza del Cine Manacar.
Viajar, caminar por ciudades, contemplarlas, ha enriquecido su trabajo. Su admiración por urbes de Alemania, Suiza, su fascinación por Roma, o Estambul, Buenos Aires, o Rio de Janeiro, pero sobre todo su asombro por Japón, le sigue inspirando. Por eso de regalo de cumpleaños ha decidido irse con su esposa a San Petersburgo: “Allí lo voy a pasar, porque el año pasado que estuve me quedaron pendiente muchas cosas, es una ciudad a la que considero perfecta”.
Para Teodoro González de León la arquitectura es una obra que se complementa con la ciudad y sus habitantes. Así concibe lo que será la nueva Plaza del desaparecido Cine Manacar:
“Lo que busco en cada una de mis obras es que la arquitectura responda al lugar, se vuelva un faro en el lugar, un faro hermanable que la gente sienta que está instalado allí, que el espacio público la ‘respecta’, o que la penetra. La tarea numero uno de la arquitectura es instalarse en la ciudad y hacerlo bien para que el paso del Sol bañe a la forma y para que la forma se hermane en el lugar y lo irradie. La arquitectura es un objeto para servir, vivimos en ella, no podemos desprendernos del espacio que crea”.
Teodoro González de León, nació en la ciudad de México en 1926, siendo niño su familia se mudó a San Ángel. Su madre, que había estudiado en Francia, poseía una biblioteca en la que el niño Teodoro descubrió los primeros diseños.
“Siempre me interesó el arte, las estampas. Mi madre, que había estudiado en Francia y hablaba muy bien ese idioma, tenía muy buenos libros plenos de ilustraciones, y recorrerlos para mí era también conocer la historia”, recuerda.
Considerado uno de los arquitectos más notables de México y Latinoamérica, la casa de su niñez tenía un jardín y un patio enormes. Desde entonces supo que “los patios siempre son un lugar importante para el cruce de comunicación entre los habitantes de un casa o un recinto”.
Desde allí la arquitectura llego a él de manera natural.
“Mi padre me puso un maestro de pintura y comencé a dibujar muy joven. No tengo ningún pariente arquitecto, pero fue a través de las artes plásticas, hermanas de la arquitectura, no en una relación lineal, que supe que el espíritu de las formas que se contagia como un efecto poético”.
La casa de su niñez estaba contigua a la que habitaban Diego Rivera y Frida Kahlo, que fue diseñada por Juan O’Gorman. En su memoria abriga que su madre se escandalizó por los colores el rojo, azul y negro con los que estaba pintada la casa de Diego, aunque él entendía que “era una casa vanguardista”. Desde entonces sintió una fascinación por la geometría, una propensión por los problemas matemáticos para imaginar un espacio habitable. Pero también una seducción por los materiales más que por el color.
“Me interesa el color de los materiales pero no la pintura, la arquitectura pintada no me interesa, no me llega. Yo necesito ver la materia que carga, el concreto que carga, o el acero que soporta y se ve, me gusta que el material exprese como está soportado y no sea un color”.
Teodoro González de León estudió en la Escuela Nacional de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México. Y también tomó clases de grabado en San Carlos, un sitio que recuerda con idilio: “la academia con su patio, con las culturas clásicas, era un lugar maravilloso”. De 1942 a 1947 trabajó con Carlos Obregón Santacilia, Carlos Lazo Berreiro y Mario Pani. Participó en el anteproyecto de la Ciudad Universitaria de la UNAM con los arquitectos Armando Franco y Enrique del Moral.
Becado para estudiar en Francia, fue discípulo durante 18 meses, allá por 1947, del teórico de la arquitectura, ingeniero, diseñador y pintor francés Le Corbusier, y colaboró como residente en la Unité d´Habitation de Marsella.
“El arte se enseña copiando, se empieza copiando siempre, entonces yo empecé copiado a Le Corbusier. Uno copia no en una forma exacta, sino el espíritu de esa obra que esta uno viendo y la tratando de copiar, que salga con la pureza del modelo, eso es muy difícil, pero si lograra hacer una copia, que es una recreación de un modelo, eso es aprender a hacer la arquitectura”.
Así, Teodoro González de León asimiló su influencia prehispánica y colonial mexicana, para crear con un sello y una insistencia personal, un urbanismo moderno de enormes bloques minimalistas, de espacios abiertos, con volúmenes, plataformas y escalinatas hechas en concreto cincelado y arena de tezontle rojo, respetando el color de los materiales, que son una referencia en su trabajo. La arquitectura con densidad y cuerpo y el concreto como el color de la arquitectura.
La mayor parte de su obra se concentra en la Ciudad de México, realizada durante décadas en conjunto con Abraham Zabludovsky, fallecido en 2003, conservando ambos despachos importantes y colaborando en sociedad a nivel práctico.
Algunas de sus obras son la remodelación del Auditorio Nacional; la concepción del Museo Tamayo, el edificio del Infonavit, El Colegio de México, el Fondo de Cultura Económica, la Universidad Pedagógica Nacional de México (estos tres últimos congregados en un conjunto arquitectónico en Picacho, Ajusco), el Museo Universitario de Arte Contemporáneo MUAC de la UNAM, o la Plaza Reforma 222, en Avenida Paseo de la Reforma. Estas edificaciones se han convertido en símbolo y referencia de la Ciudad de México.
Sus propuestas arquitectónicas son intervenciones que se integran a la ciudad como en el caso del Infonavit, donde el espacio público se vuelve también privado. O la renovación del Auditorio Nacional, con la que logró un espacio abierto, armonioso en el que desde dentro el espectador puede ver la ciudad; un emblema de la Ciudad de México.
Sus construcciones permitan el encuentro entre las personas como en El Colegio de México y sus 50 puertas que todas, miran al patio… un arquitecto que sabe que los patios tienen efectos acústicos y comunales.
“Un colegio de graduados necesita un patio para que se conozcan, para que charlen al entrar y haya encuentros. En un edificio alto el único encuentro es el elevador y nunca se puede hablar en un elevador, por eso procuré que todas las puertas del colegio den al patio y se vuelve un lugar de cruces”.
Otra característica fundamental en su obra es el manejo de la luz.
“La luz es fundamental, es el otro material de trabajo en la arquitectura, siempre las formas deben estar pensadas para respectar el trayecto del Sol. Es una condición de la arquitectura el manejo de la luz, natural y artificial”.
En su evolución como creador, ha asimilado que las ventanas también son materiales que permiten al espectador saber qué pasa dentro y fuera de un edificio. Así concibió el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, el MUAC, y afirma que son los museos los nuevos templos del hombre:
“Ya los templos no son los grandes lugares congregatorios. Ahora en realidad son los museos los que han tomado el papel de concentradores de gente, el papel de la iglesias, los museos se han vuelto los lugares sagrados”.
“El arte contemporáneo para los alumnos no es muy conocido, si no está al paso, no saben que pasa ahí dentro, por eso mi fachada del MUAC es transparente, y se pueden ver las exposiciones, exterior y interior juegan, eso lo consideré una cosa fundamental para la universidad para invitar a los jóvenes a visitar ese recinto”.
Templos que respeten la naturaleza del lugar, él se asume con un naturalista, sitios que no trasgredan, como el Museo Tamayo: un templo dentro del bosque de Chapultepec.
“Ese lo concebimos como un objeto en el bosque pero que se fundía por eso el terreno sube y tapa los muros, se funde con el bosque, y funciona muy bien, y también tiene un patio en el que al entrar los visitantes saben cómo recorrer el lugar, porque yo creo que los edificios deben ser orientables naturalmente sin flechas”.
Teodoro González León es un hombre culto, que ha ligado su trabajo a las artes plásticas, la poesía, la filosofía, historia, la vida cotidiana, un gran lector que piensa y reflexiona, se cuestiona, se hace preguntas.
“Yo me leo dos libros a la semana, a veces no tanto si son gordos, pero la lectura es mi alimento, novelas, historia, ensayos; es básico el ensayo sobre arte, los ensayos históricos porque la historia es muy importante, con ella uno está conectado a todo, en la historia está el arte.
Teodoro González de León no sólo ha sido reconocido en México, sino también a nivel internacional. Su talento y dedicación han sido recompensados con premios y reconocimientos entre los que sobresalen: el Premio Nacional de Artes 1982, el Gran Premio de la Bienal de Sofía, Bulgaria de 1988 y el Premio de la Bienal de Buenos Aires, Argentina, de 1991. Tiene el nombramiento de miembro honorario del American Institute of Architects, la Academia de Artes, la Academia Internacional de Arquitectura y del Colegio Nacional.
Entre las actividades que se llevarán a cabo como parte del homenaje por el 90 aniversario del arquitecto, y en las que han sumado esfuerzos la Secretaría de Cultura del Gobierno Federal, el Instituto Nacional de Bellas Artes, El Colegio Nacional, El Colegio de México y la Secretaria de Cultura de la Ciudad de México, destacan las mesas de análisis, ya la primera se realizó el 11 de mayo en el Palacio de Bellas Artes, con el título Teodoro González de León y sus pares, organizada por el INBA, en la cual investigadores, colegas y amigos del arquitecto sostuvieron una conversación acerca de su trabajo. Entre los invitados estaban Enrique Krauze, Enrique Norten, Manuel Felguérez, Francisco Serrano y Silvia Cherem.
La segunda será el 10 de junio en El Colegio Nacional con el título, Teodoro González de Léon, en la que Juan Villoro, Alberto Kalach, Felipe Leal, Aurelio Asiain, Tatiana Bilbao, Jesús Silva-Herzog Márquez, Miquel Adrià y Jorge Gamboa de Buen harán una revisión multidisciplinaria de las aportaciones y la difusión del conocimiento del arquitecto. La tercera será el 15 de junio en el Museo de la Ciudad de México con el título Los espacios interiores en la arquitectura de Teodoro González de León, en la que artistas plásticos abordarán la influencia y la presencia de las otras artes en la obra del arquitecto, y la cuarta mesa, Vuelta a la ciudad futura, que se realizará a finales de junio.
La exposición Teodoro González de León. Maquetas que se presenta en el Museo de la Ciudad de México, consta de 55 piezas escogidas por el autor y está abierta al público hasta el 3 de junio. En el marco de esa exposición se ha anunciado la realización de un recorrido titulado la Ruta TGL Centro Histórico, en la que se abundará sobre tres edificios remodelados por el arquitecto, y que se realizará el sábado 28 de mayo y el miércoles 4 de junio, a partir de las 10:00 horas, bajo la conducción del equipo de guías del Área de Atención a Público del Museo de la Ciudad de México.
La Ruta TGL Centro Histórico iniciará en el Colegio Nacional, calle Donceles 104, Centro Histórico, edificio que fue remodelado por el arquitecto Teodoro González de León; después, se visitará el Museo de la Ciudad de México, Avenida Pino Suárez No. 30, para recorrer la exposición Maquetas y luego el Centro Banamex, calle Palma 45 y el Museo de Arte Popular, calle Revillagigedo No. 11. La Ruta TGL Centro Histórico será con entrada libre, pero cupo limitado.
En coordinación con la Secretaría de Cultura Federal y el Colegio Nacional, en colaboración con Editorial Arquine, a partir de septiembre se lanzará la Guía Teodoro González de León, que contendrá una serie de datos prácticos que facilitarán la visita y comprensión de las edificaciones incluidas.
En el Museo Tamayo se exhibirá la pieza escultórica Habitable, creada por Teodoro González de León, hecha a base de madera y acero, que representa el cruce de circunstancias que ha permeado toda su obra, la cual posteriormente se presentará de manera itinerante en diversos espacios culturales de la ciudad.
La Secretaría de Cultura del Gobierno Federal, la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, el Colegio Nacional y Editorial Arquine publicarán la tercera edición de Obra reunida del arquitecto Teodoro González de León, libro fundamental para el conocimiento de la arquitectura mexicana. Esta obra, que estará terminada en agosto, ofrecerá una actualización de sus proyectos hasta 2016. Los textos serán de Miquel Adrià, William J. R. Curtis y Teodoro González de León.
Otro acto de la celebración será la postulación para obtener declaratoria como Monumento Artístico del inmueble que alberga El Colegio de México, que celebra 40 años de existencia. El INBA, a través de su Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble, actualiza permanentemente el Catálogo de Inmuebles con Valor Artístico y hace las propuestas para dichas declaratorias, de ese monumento que fue diseñado por Teodoro González de León, junto con Abraham Zabludovsky.
A unos días de cumplir 90 años, González de León afirma que su salud es estupenda, y que todos los días dedica media hora a hacer gimnasia y casi una hora a nadar, mientras el resto de las horas se mantiene activo pensando en cómo resolver “la manera de vivir que exige la arquitectura”.
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