Por Jenifer N. Luna
Margot tiene ocho años, su muñeco favorito, un búho, está enamorada del Erre, le encanta ir al cine y debe avisarle a su padre cada que sale, pero entre juegos y deberes, Margot tiene la responsabilidad de cumplir con misiones inusuales que cambiarán su universo a través de las pequeñas acciones.
Toño Malpica, escritor mexicano y dramaturgo que ganó el Premio Norma 2011 con la pequeña historia en Alfa Centauri, describe en su obra la vida de las personas en el Bordo, basurero ubicado en Nezahualcóyotl, donde Margot y su padre viven.
Cada mañana, Alfredo va en búsqueda de latas, comida, objetos útiles, que le permitan ganarse el pan. Margot, por su parte, va a cuidar a algunos niños, pelear con los perros, visitar a su amor, evitar al Gigante, esperar a su padre, hasta que un día, un hombre con traje la visita para comunicarle que debe convertirse en superhéroe para salvar al mundo.
Margot, aunque nos digan que tiene ocho años, tiene una personalidad muy madura y fuerte que contrasta con la de su padre, autonombrado “el más pobre del mundo”, que se ha rendido ante la dificultad. Alfredo no le da besos ni abrazos a su hija, Margot no trata a su padre como adulto, si no como un niño perdido que debe cuidar.
Ella, obediente y responsable, cumple al pie de la letra las misiones que, aunque parecieran simples como lo es mover una cubeta gritar un nombre, almorzar con alguien, pero entre tantas historias dentro de la historias, Toño logra explicar cada una de las razones por las que nuestra superheroína debe cumplir con tal deber.
Los tintes de los recuerdos de Alfredo, las aventuras de Margot y las pequeñas acciones que transforman su día, logran que el lector quede con un buen sabor de boca, a pesar del final confuso, y se dé cuenta de las tantas realidad que existen en el país.
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