Por: Mar Rojas
Frente a la Catedral Metropolitana, los continentes se fusionan en una serie de cubículos que ofrecen los objetos más representativos de cada nación que los conforman.
La inusual mezcla, caracterizada por música tribal, atuendos coloridos y comida, es parte de la Feria de las Culturas Amigas, el evento anual que desde el año 2099 reúne lo mejor de cada país invitado por el gobierno de la Ciudad de México.
Luego de la inauguración de la octava edición, miles de personas en el Zócalo capitalino ingresaron a la sede principal de la FCA de este año, cuyo diseño al principio sorprendió y, paulatinamente, incomodó a no pocos.
En plena fase 1 de contingencia ambiental, los interesados caminaron dentro de un círculo adornado con costales de yute y cuyo techo traslúcido no mermaba la fuerza del sol.
En el pabellón de este año, un diseño original del despacho de Ambrosi Etchegaray, los pequeños cubículos de las 93 naciones participantes se instalaron en ambos lados de la circunferencia recorrida por miles de personas este sábado.
Desde las 11 horas, los stands de Estados Unidos, Egipto, Turquía, China y especialmente Francia (el país invitado de esta edición) recibían apresurados y apretados a los visitantes que se acumulaban por decenas y que entorpecían la circulación de público.
El cubículo francés ofrecía muestras de gastronomía, literatura, turismo, información sobre intercambios académicos francés así como clases gratuitas del idioma galo con profesores del Instituto Francés de América Latina y de la Alianza Francesa.
En contraste, Irán, Palestina y Laos eran las culturas menos concurridas durante las primeras horas de la feria. Ambas naciones del Medio Oriente ofrecían muestras gastronómicas como el ternero, mientras que el país asiático mostraba joyería hecha con piedras preciosas, estatuas y otros objetos de meditación del budismo.
La cifra de personas que visitaron la Feria el año pasado fue de 3 millones, y por la afluencia del día de hoy, el jefe de gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, probablemente acierte al haber estimado que el número de este año será mayor al del anterior.
En uno de los días más calurosos de la semana (la temperatura de hoy alcanzó los 30°C), el afluente de personas dentro de la feria alcanzó su punto máximo alrededor de las 16 horas, convirtiendo la feria en un espacio parecido al de la estación Pantitlán del Metro a las 19 horas un día entre semana.
Para resolver la confusión generada por la circulación de la multitud en ambas direcciones en el interior del coliseo improvisado, algunas personas acudieron a sus smartphones para consultar la aplicación de FCA 2016, la cual fue desarrollada po primera vez en este evento para facilitar la consulta de las sedes de los países y la programación de los conciertos, conferencias, danza, ciclos de cine y actividades infantiles.
Algunos países afortunados montaron sus stands de comida a los costados del pabellón. Las cervezas frías de Austria (cuyos precios variaban desde los 65 pesos mexicanos hasta los 150) se vendían como pan caliente.
Italia con sus pizzas y China con su tradicional pollo agridulce corrieron la misma suerte de evitar los apretujones para servir su gastronomía a los interesados que desde las 14 horas hasta las 17 atiborraron sus pequeñas ventanas.
En el centro del pabellón circular, el espacio libre para la presentación de las diferentes actividades artísticas y culturales de los países sirvió como un descanso del sopor y un respiro de aire “fresco”.
Además de esta sede, conformada por el Foro Artístico y el Pabellón resguardados por 330 policías capitalinos, este año se establecieron cuatro sedes alternas en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, Museo Nacional de las Culturas, Casa del Cine MX y una en la Casa de la Primera Imprenta de América.
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