Por: Redacción
Gustavo y Rosaura son un par de enamorados a punto de casarse. Juntos viven aventuras, alegrías y desdichas que los hacen cuestionarse si el amor que siente el uno por el otro será suficiente para superar todos los problemas que se les presentan y que los alejan cada vez más.
Esta es la escena principal de Los Gavilanes, zarzuela en tres actos que fue presentada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en la primera de cuatro funciones.
Interpretada por el grupo Solistas Ensamble del INBA, cuenta con la dirección artística de Christian Gohmer y se desarrolla en una pequeña aldea española, en donde vive un grupo de pescadores y sus mujeres.
Viven sus días de forma monótona hasta que una tarde llega Juan, un hombre rico que después de 20 años regresa a la aldea para reencontrarse consigo mismo y con el amor de su vida, su “dulce tormento”, quien lo hizo reír, amar y llorar.
Al llegar, Juan conoce a Rosaura, hija de Adriana (quien fuera el amor de su vida) y como se siente influyente, con su dinero intenta enamorarla y le propone matrimonio. Ella por necesidad económica acepta y su madre al saberlo se siente defraudada pues piensa que él regresó por ella.
Los pescadores intentan hacer reaccionar a Juan pero él les dice que Rosaura llegará amarlo. Gustavo, al enterarse que su amada va a casarse sólo por dinero, la busca y convence de escaparse para ser felices.
Diálogos llenos de poesía, juegos de luces, música instrumental emotiva y sorprendente y vestuarios seductores, hacen de Los Gavilanes una obra única que invita al público a luchar por su pasiones; descubrir que el amor no se consigue ni se cambia por dinero, que los sueños dan esperanza a los desahuciados y que las ilusiones son necesarias para sobrevivir en este mundo.
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