Por: Redacción/
Un frío y lluvioso 2 de noviembre, impregnado de olor a copal, flores e incienso, sirvió de marco para que más de 21,500 niñas, niños y familias enteras disfrutaran de alrededor de 250 actividades que la XIX Feria de las Calacas del programa Alas y Raíces, de la Secretaría de Cultura, llevó a cabo en cuatro puntos del Área Metropolitana de la Ciudad de México, una oferta cultural y artística para conmemorar celebrar el Día de Muertos.
Por primera vez, además del Centro Nacional de las Artes (Cenart), el Complejo Cultural Los Pinos, la Central de Abasto de la Ciudad de México y el Deportivo “Alfredo del Mazo”, en Ecatepec de Morelos, Estado de México fueron sedes para diversificar la oferta y atención de la Feria con el objetivo de hacerla accesible a todo público, para no dejar a nadie atrás, como lo marcan los ejes de trabajo de la Secretaría de Cultura.
Desde las 10:30 de la mañana, niñas y niños vecinos de Iztapalapa y alrededores, acompañados de sus familias, asistieron al mercado más grande de Latinoamérica, la Central de Abasto, para disfrutar de la jornada con las divertidas historias de Nora, Alan, Staff, Lucy y Memo, las marionetas conductoras de Once Niños. Al mediodía, el público siguió con ánimo la batalla de versos e improvisación de huapango y hip-hop entre el Esqueleto y La Bruja. Al final de la presentación, niñas y niños subieron al escenario para convertirse, mediante ejercicios sonoros de beatboxing, en felices improvisadores de ritmos y para disfrutar con Kumaltic los ritmos del son jarocho y el zapateado.
Puro Canto Puro Cuento presentó al público la historia de Artemio y su descubrimiento de que la muerte también es memoria. Por ser la primera sede en comenzar la jornada, la Central de Abasto también fue la primera en cerrar actividades de esta clásica celebración de Alas y Raíces.
En el municipio de Ecatepec de Morelos, la afluencia de visitantes y curiosos por lo que sucedería Deportivo “Alfredo del Mazo” hizo que transeúntes y automovilistas se detuvieran para preguntar por La Feria de las Calacas y sus actividades. La bebeteca llena de pequeños bailarines y cantores, y las narraciones junto a la ofrenda montada por la comunidad de vecinos de Ecatepec, festejaron así a sus muertos que se añoraban.
La lluvia del mediodía detuvo solo un momento a Los botes cantan, quienes casi de inmediato volvieron a hacer sonar objetos al ritmo del ragtime. Cerca de allí, mientras, en un taller las catrinas se ataviaban con sus propias creaciones, en otro, actividades creativas ilustraban las nociones del Mictlán. Por un momento, el sol amenazó con salir mientras las calaveras cantaban con Nesh -kala, pero los Aluxes y otros espantos cerraron el cielo para que niñas y niños disfrutaran el festejo de los difuntos. Los niños siguieron llegando, bailando y riendo con los pegajosos ritmos de Valentina Barrios y Los Indómitos.
Hacia el poniente de la ciudad, en el Complejo Cultural Los Pinos, el clima no ahuyentó a las niñas, niños y adolescentes que se encontraban disfrutando de un Día de Muertos con las artes y en familia. El “Rebumbio de las Calaveras” inició la comparsa en los alrededores del Complejo animando con música y baile a los visitantes del Bosque de Chapultepec para ingresar a la Feria. Los estados de Campeche, Veracruz, Guanajuato y Yucatán enriquecieron la programación con sus actividades llenas de tradición como la limpia de huesos, una forma ancestral de celebrar a los muertos; la elaboración de pan de muerto con los talleristas de Campeche o los altares con cráneos o zompantli, tradición precolombina que Guanajuato trajo hasta la Ciudad de México. El canto a los muertos con zapateado y jarana veracruzanos y las niñas trovadoras de Yucatán armaron el jolgorio tradicional para agasajar a los asistentes.
En el sur, celebrar el día de Muertos en familia en el Cenart es una tradición para quienes, durante 19 años han encontrado en la Feria de las Calacas el espacio para conmemorar el tradicional Día de Muertos.
Aun y cuando las actividades comenzaban a las 11 horas, desde antes llegaban niñas y niños disfrazados de catrinas y diablitos, esqueletos, jóvenes brujas y espectros quienes preguntaban por las ofrendas, los cuentos y leyendas de aparecidos, así como los talleres de calaveritas de azúcar, calacas circenses, zapateado o breakdance.
Que si el pan de muerto sigue vivo o que si los fandangos más divertidos son los que se hacen en el inframundo; descubrir qué huellas dejamos al paso de nuestra vida y que los altares y nuestros tradicionales festejos de Día de Muertos son un motivo para celebrar y recordar en la XIX Feria de las Calacas de Alas y Raíces.
La cada vez mayor asistencia de parejas con sus bebés y pequeños preescolares a los talleres creativos para primera infancia nos recuerda que el aprecio y gozo con las artes no solo estimula el desarrollo de niñas y niños, sino que promueve la convivencia familiar potenciando el interés por la expresión artística desde temprana edad, así como el aprecio por la tradición y la cultura de nuestro país.
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