- De una rara y luminosa belleza, la Sinfonía núm. 27 ofrece al oyente una peculiar mezcla de elementos del estilo italiano, del estilo de la Escuela de Mannheim, así como de los propios rasgos personales del compositor.
Por: Redacción/
Aclamado internacionalmente por sus interpretaciones de los 27 conciertos para piano de Wolfgang Amadeus Mozart, David Greilsammer se presenta como invitado al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) con un programa que incluye la Sinfonía núm. 27, el Concierto para piano núm. 27 y la Sinfonía núm. 39.
Este concierto dedicado a la obra del genio de Salzburgo forma parte de la campaña “Contigo en la distancia” de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México se transmitirá el próximo viernes 9 de abril a las 20:00 horas, en contigoenladistancia.cultura.gob.mx, en el canal oficial de YouTube del INBAL: https://www.youtube.com/bellasartesmex, así como en Facebook: /INBAmx y /OSNMX.
De una rara y luminosa belleza, la Sinfonía núm. 27 ofrece al oyente una peculiar mezcla de elementos del estilo italiano, del estilo de la Escuela de Mannheim, así como de los propios rasgos personales del compositor.
Esta Sinfonía en Sol es una obra ambivalente en algunos aspectos. En general, está en el antiguo estilo italiano de sinfonías orientadas a la obertura – tres movimientos, sin minué y trío, y un empleo muy básico para vientos limitados. Pero la apertura de baile rápido es una forma de sonata compacta, aunque su corta sección de desarrollo es más una transición dramática que un trabajo riguroso de ideas motivadoras.
El Concierto núm. 27 fue concluido en 1791 y es el último de este género que Mozart compuso para su instrumento favorito. Este sereno y contemplativo concierto que David Greilsammer dirige desde el teclado parecería representar una pausa reflexiva, un momento de meditación e introspección en la vida del prolífico genio. Escrita en el año de su muerte, esta obra representa una interesante depuración de su lenguaje, una visión musical de una elegancia incomparable y de proporciones perfectas.
Entre julio y agosto de 1788, Mozart colocó las últimas tres joyas a la corona de su creación, componiendo las Sinfonías núm. 39, 40 y 41 de su catálogo. Numerosos musicólogos han considerado a estas tres obras musicales como una unidad, como parte de una misma línea de pensamiento musical y, en buena medida, tienen razón. Esto no quiere decir, sin embargo, que se trata de tres sinfonías semejantes entre sí; por el contrario, son obras de gran individualidad que comparten algunas características de estilo y, sobre todo, un dominio notable sobre la forma y el equilibrio estructural.
Cierra este programa con la Sinfonía núm. 39, que a lo largo de sus cuatro movimientos ofrece drama, intensidad y mucho color. Para finalizar esta hermosa sinfonía, Mozart propone un allegro bullicioso y brillante, lleno de felices figuras rítmicas.
Por lo que se refiere al director de orquesta David Greilsammer, no sólo dedica una parte sustancial de su trabajo a tocar y dirigir los conciertos mozartianos, sino que también presentó el ciclo integral de sus sonatas para piano en una maratónica sesión en el Festival de Verbier.
Originario de Jerusalén, David Greilsammer inició estudios de piano en el Conservatorio Rubin de su ciudad natal. Más tarde se formó en la Escuela Juilliard de Nueva York bajo la guía de Yoheved Kaplinsky, y posteriormente trabajó con Richard Goode. Debutó en el Lincoln Center de Nueva York en 2004 y en 2008 fue nombrado Joven Músico del Año en los Premios Musicales de Francia.
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